El Papa en el encuentro
con los religiosos y seminaristas
Entre
apretones de manos, sonrisas y diálogo entró el Papa Francisco en la Catedral
de San Pedro en Bolonia, donde lo esperaban los sacerdotes, religiosos,
seminaristas del Seminario Regional y los Diáconos Permanentes de la “docta”,
como es llamada esta ciudad de la región italiana Emilia Romaña. Sentado
delante del altar, el Santo Padre escuchó en primer lugar, el saludo del
Arzobispo de Bolonia, Mons. Matero María Zuppi, y poco después respondió de
modo claro y familiar a las preguntas que le hicieron:
Respondiendo
a la primera pregunta de un sacerdote acerca de cómo hacer crecer la
fraternidad en la vida de presbíteros, el Papa aseguró que la fraternidad
se expresa en el presbiterio. “El centro de la espiritualidad de la vida del
presbítero diocesano es la diocesaneidad” afirmó. “La diocesaneidad es una
experiencia de pertenencia. Significa que no eres un libre como en el
futbol. Eres un hombre que pertenece a un cuerpo que es la diocesaneidad”.
Francisco
hizo hincapié en que si no se cultiva “este espíritu de diocesaneidad nos
volvemos demasiado individuales, demasiado solos y con el peligro de volvernos también
infecundos o con algún nerviosismo, un poco solterones”.
De
ahí – señaló el Papa – la importancia de “cultivar el sentido de
diocesaneidad, que tiene una dimensión de sinodalidad con el obispo.
Un cuerpo que tiene que ir adelante siempre con el compromiso de la
transparencia cristiana, como la vive Pablo: el coraje de hablar, de
decir todo. Y también el coraje de la paciencia, de soportar”.
El
Santo Padre se refirió asimismo a la importancia de la “relación con el pueblo
de Dios sin el cual se cae en el clericalismo, uno de los pecados más graves”.
El Pontífice sugirió a los religiosos que sean pastores del pueblo, que cuiden
el rebaño. “No quiere decir ser un populista” – precisó. “Pastor de pueblo,
cercano al pueblo porque fue enviado allí para hacerlo crecer, a enseñar al
pueblo, a santificar el pueblo y ayudarlo a encontrar a Jesús. En cambio, dijo
Francisco, el pastor que es demasiado clerical se asemeja a los fariseos, a los
doctores de la ley del tiempo de Jesús: sólo mi teología, sólo mi pensamiento…
encerrado allí y el pueblo está en otra parte. Jamás interactuar con la
realidad del pueblo”.
Y
recordó el almuerzo de hoy con los pobres, los refugiados y los detenidos: “me
ha gustado el almuerzo, no tanto porque la lasaña fuera tan rica sino porque
estaba el pueblo de Dios – dijo. Y allí estaban los pastores, en medio de
ellos, del pueblo de Dios. Y el pastor tiene que tener una relación. Ésta es la
sinodalidad. Una triple relación con el pueblo de Dios. Un lugar con el pueblo
de Dios que los pastores deben ocupar en tres posiciones:
“Adelante,
como catequista, para hacer ver al pueblo cómo es el camino. En medio, para
conocer, para entender bien cómo es el pueblo. Y detrás, para ayudar a aquellos
que se quedan y también para dejar un poco de libertad y ver cómo va el olfato
del pueblo de Dios para el elegir la yerba buena”.
La diocesaneidad,
la relación con los sacerdotes, la relación con el obispo, el coraje de hablar
de todo y de soportar todo - dijo el Papa. Nos ayuda a no caer en el
clericalismo, uno de los pecados más fuertes:
“Es
triste cuando un pastor no tiene horizonte de pueblo, no sabe qué hacer, cuando
las iglesias están cerradas. Cuando se ve el horario en las puertas. ¡No es una
oficina! Es el puesto donde se viene a adorar al Señor, pero si encuentra la
puerta cerrada, ¿dónde lo hace?” Y prosiguió: “Hay que dejar siempre la puerta
abierta de las iglesias, con aquel ‘servicio’ al pueblo de Dios. Todo
esto es la diocesaneidad”.
Los dos vicios del
clericalismo
El
Santo Padre se detuvo después en dos vicios que, dijo, “están por todas
partes”:
“Uno,
el pensar en el servicio presbiteral como carrera eclesiástica. Me refiero
a una verdadera actitud trepadora. Esto es peste en un presbiterio.
Hay dos pestes fuertes. Ésta es una. Los trepadores que tratan de abrirse
camino y tienen siempre las uñas sucias, porque quieren subir”.
El
segundo vicio frecuente son las habladurías: “y la fama del hermano
sacerdote termina manchada, arruinada” dijo Francisco. Son los dos vicios
propios del clericalismo.
“La
fraternidad en la vida de los presbíteros puede crecer – sintetizó el Papa -
viviendo la diocesaneidad con coraje, hablando claro siempre, soportando
a los demás, con una buena relación con el pueblo de Dios, adelante, para
indicar el camino, en el medio, en la cercanía de las obras de caridad,
detrás, para mirar cómo va el pueblo y ayudar a quienes están retrasados. Y
huyendo de toda forma de clericalismo y sus dos vicios: el ser trepadores y las
habladurías.
Vida religiosa y
consagrados, testimonios de alegría y esperanza
El
Obispo de Roma respondió luego a una segunda pregunta explicando la importancia
de huir de la psicología de la sobrevivencia:
“Creer
en la psicología de la sobrevivencia es como esperar que el carro fúnebre
lleve a nuestro instituto Es un pesimismo esperanzador. No es de hombres y
mujeres de fe esto, no es una actitud evangélica, sino que es una actitud de
derrota, – dijo Francisco. Y señaló que “la psicología de sobrevivencia
lleva a ‘falta de pobreza’. Es buscar la seguridad en el dinero.
Explicando
que la seguridad en la vida consagrada no la dan ni las vocaciones, ni la da la
abundancia de dinero sino que viene de otra parte:
“La
vida consagrada comienza a corromperse por la falta de pobreza”. “San Ignacio
definió a la pobreza madre, porque genera la vida religiosa, y muro, porque la
defiende de la mundanidad. La psicología de la sobrevivencia lleva a vivir mundanamente,
con esperanzas mundanas, no a apostar en el camino de la esperanza divina, la
esperanza que es Dios”. Y comentó: “Cuando los bienes de un instituto religioso
se derrumban yo agradezco al Señor, porque comenzarán el camino de la verdadera
esperanza en los bienes que da el Señor, la verdadera esperanza de fecundidad
que te da el Señor”.
EL
Santo Padre prosiguió especificando que el “Señor nos visita tantas veces con
la escasez, de medios, de vocaciones, de posibilidades, con una pobreza real”.
E invitó a los presentes a preguntarse porque falta esta fecundidad. Les pido –
agregó – que mediten los últimos tres números de la Evangelii Nuntiandi, que
todavía está vigente”.
María
Cecilia Mutual
Radio
Vaticano