16.10.17

¿ES COMPATIBLE LA DOCTRINA DEL KARMA CON LA FE CRISTIANA?

Frecuentemente oímos que esta persona “tiene buen Karma”, queriendo indicar que “es buena persona”, que sus obras son buenas

Hablar de Karma es muy usual, tanto en películas, libros e incluso canciones. La influencia de esta creencia se ha infiltrado a todos los niveles sociales. Frecuentemente oímos, debido a la influencia del movimiento de la Nueva Era, que esta persona “tiene buen Karma”, queriendo indicar que “es buena persona”, que sus obras son buenas. ¿Sabemos lo que implica esta palabra?

1. El Karma como fundamento del destino humano

Karma, palabra indostaní-sánscrita que significa “obra o acción”, para los hindúes, es la fuerza invisible que emana de todos los actos humanos. Esta energía es la que hace al alma, prisionera de un cuerpo y le obliga a reencarnarse. El karma es algo así como el balance de nuestros actos: de nuestras buenas y malas acciones.

El karma influye muy profundamente en la mentalidad hindú, pues es el fundamento de la explicación del destino humano, ya que, para ellos, nacer en una determinada situación no es una maldición o una falta, sino el resultado de los deméritos de una existencia anterior y la posibilidad de obtener una existencia mejor.

La ley del karma afirma que nuestros actos y hasta nuestras intenciones escriben nuestra vida futura. Y nunca cambiaremos esta ley. Pero podemos actuar sobre nuestras intenciones y sobre cada uno de nuestros actos, afectando a nuestro porvenir, lo que hace que esta ley no sea tan fatalista como parece a primera vista.

Por otro lado, esta ley es una esperanza debido a la certeza de que, al final de las reencarnaciones, se obtiene la liberación, que los hindúes llaman moksa, que en sánscrito significa liberación el ciclo del nacimiento, de la muerte y de la reencarnación. La moksa se alcanza cuando la virtud, el conocimiento y el amor de Dios eliminan el peso del karma, que exige que el yo vuelva renacer.

2. El Karma como ley de acción y reacción

Según los hinduistas, a cada acción cometida le corresponde una reacción igual y opuesta. Después de que una persona abandona su cuerpo al momento de la muerte, es juzgado duramente de acuerdo con las acciones, registradas una por una en el libro de la vida. Para el hinduismo, el castigo de las malas acciones puede recibirse durante esta misma vida o en los próximos nacimientos. Igualmente, el premio por las buenas acciones puede recibirse en esta misma vida o en los próximos nacimientos.

3. Cada acción conlleva una reacción

En el budismo se refieren al Karma como la ley de causalidad. El karma sería el equivalente a la ley de Newton, que formula que “cada acción conlleva una reacción” proporcional. Así, en la vida como en la física, estamos regidos por una relación causa-efecto. Es necesario que exista una causa o una circunstancia para que se genere un fenómeno. En este sentido nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias, únicas para cada persona, son sus efectos.

Pero es muy importante la “intención” para el budismo: Un acto físico involuntario no es karma. El karma es ante todo una reacción, un acto de origen mental. Si aplastas una hormiga por descuido, eso no es karma, aun cuando el acto tiene consecuencias terribles para la pequeña víctima. En cambio, si veo la hormiga y conscientemente pongo mi pie encima para matarla, eso es karma, y del peor tipo. La vida se torna, entonces, un ‘boomerang’ donde si buscas perjudicar a alguien acabarás por ser tú el dañado.  “Cada uno recoge lo que siembra” (Buda).

4. El símbolo del karma y su significado

El símbolo del karma es un nudo sinfín.  Es un motivo cultural que se encuentra comúnmente en Asia. El nudo infinito simboliza la interconexión entre las causas y los efectos, un ciclo kármico que continúa eternamente. Este mismo nudo infinito es el que se encuentra en el centro de la rueda budista de oración. Tanto el hinduismo como el budismo y jainismo pretenden romper la rueda y cadena del karma y así alcanzar la ilumina­ción y la salvación.

Para ellos, el pecado y el amor no son las verdaderas raíces de la existencia. El Karma, las fuerzas vitales, deben ser conducidas por vías prácticas al bien. El arrepentimiento, tal como nosotros lo entendemos, es decir, como conciencia de haber violado el amor, queda aquí excluido. La buena voluntad es camino de liberación.

No se trata de sentir compasión por la miseria del otro, ni de una aspiración completa a Dios y al prójimo, ni de lo que entendemos los cristianos por caridad. La liberación se alcan­za aniquilando los efectos de las malas acciones o de los efectos buenos y malos que ligan a la persona a este mundo.

Los recursos para liberarse de los efectos difieren según las es­cuelas: a) En el budismo, me­diante las cuatro nobles ver­dades y los ocho pasos; b) En el jainismo, mediante la acción buena, que impide la penetración del karma en el alma, y entregarse a la práctica de la contemplación; y, c) En el hinduismo la liberación del karma gracias al yoga.

5. Karma y cristianismo

Los hindúes creen que el alma es eterna, pero no la persona. El alma habita en un cuerpo y cuando este se gasta se consigue otro. El alma no es individual sino que forma parte de “Dios” o “Brama”. El objetivo en los ciclos de reencarnaciones es pagar culpas de vidas anteriores y purificar el alma del mal hasta llegar a la “iluminación”, lo cual le hace posible quedar absorta en el “Todo”, el “alma mundial”. Conocerse como parte de ese “Todo” es señal de iluminación.

La fe cristiana se fundamenta en la resurrección de Jesucristo. Nuestros cuerpos no serán ni reciclados ni aniquilados. El alma no pierde su identidad absorbiéndose en el cosmos. El destino final del hombre es la resurrección para el gozo de la vida con Dios para siempre en el cielo o la pena eterna de la separación de Dios en el infierno.

Para los cristianos no existen otras vidas. Quien nos juzgará en la vida eterna será Dios (Heb 10, 30). El mal no es vencido por cada persona expiando sus pecados por medio de transmigraciones a otras formas de vida. Los cristianos creemos que Jesucristo nos liberó de nuestros pecados en la cruz y solo en el tenemos la salvación. Nosotros cooperamos con nuestros sacrificios, pero la salvación es un don.

José Luis Vázquez Borau


Fuente: Aleteia
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