Frecuentemente oímos que
esta persona “tiene buen Karma”, queriendo indicar que “es buena persona”, que
sus obras son buenas
Hablar
de Karma es muy usual, tanto en películas, libros e incluso canciones. La
influencia de esta creencia se ha infiltrado a todos los niveles sociales.
Frecuentemente oímos, debido a la influencia del movimiento de la Nueva Era,
que esta persona “tiene buen Karma”, queriendo indicar que “es buena persona”,
que sus obras son buenas. ¿Sabemos lo que implica esta palabra?
1. El Karma como
fundamento del destino humano
Karma, palabra
indostaní-sánscrita que significa “obra o acción”, para los hindúes, es la
fuerza invisible que emana de todos los actos humanos. Esta energía es la que
hace al alma, prisionera de un cuerpo y le obliga a reencarnarse. El karma es
algo así como el balance de nuestros actos: de nuestras buenas y malas
acciones.
El
karma influye muy profundamente en la mentalidad hindú, pues es el fundamento
de la explicación del destino humano, ya que, para ellos, nacer en una
determinada situación no es una maldición o una falta, sino el resultado de los
deméritos de una existencia anterior y la posibilidad de obtener una existencia
mejor.
La
ley del karma afirma que nuestros actos y hasta nuestras intenciones escriben
nuestra vida futura. Y nunca cambiaremos esta ley. Pero podemos actuar sobre
nuestras intenciones y sobre cada uno de nuestros actos, afectando a nuestro
porvenir, lo que hace que esta ley no sea tan fatalista como parece a primera
vista.
Por
otro lado, esta ley es una esperanza debido a la certeza de que, al final de
las reencarnaciones, se obtiene la liberación, que los hindúes llaman moksa, que
en sánscrito significa liberación el ciclo del nacimiento, de la muerte y de la
reencarnación. La moksa se alcanza cuando la virtud, el conocimiento
y el amor de Dios eliminan el peso del karma, que exige que el yo vuelva
renacer.
2. El Karma como ley de
acción y reacción
Según
los hinduistas, a cada acción cometida le
corresponde una reacción igual y opuesta. Después de que una persona abandona
su cuerpo al momento de la muerte, es juzgado duramente de acuerdo con las
acciones, registradas una por una en el libro de la vida. Para el hinduismo, el
castigo de las malas acciones puede recibirse durante esta misma vida o en los
próximos nacimientos. Igualmente, el premio por las buenas acciones puede
recibirse en esta misma vida o en los próximos nacimientos.
3. Cada acción conlleva
una reacción
En
el budismo se refieren al Karma como la ley de causalidad. El karma sería el
equivalente a la ley de Newton, que formula que “cada acción conlleva una
reacción” proporcional. Así, en la vida como en la física, estamos regidos
por una relación causa-efecto. Es necesario que exista una causa o una
circunstancia para que se genere un fenómeno. En este sentido nuestras acciones
físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias, únicas para
cada persona, son sus efectos.
Pero
es muy importante la “intención” para el budismo: Un acto físico involuntario
no es karma. El karma es ante todo una reacción, un acto de origen mental. Si
aplastas una hormiga por descuido, eso no es karma, aun cuando el acto tiene
consecuencias terribles para la pequeña víctima. En cambio, si veo la hormiga y
conscientemente pongo mi pie encima para matarla, eso es karma, y del peor
tipo. La vida se torna, entonces, un ‘boomerang’ donde si buscas
perjudicar a alguien acabarás por ser tú el dañado. “Cada uno
recoge lo que siembra” (Buda).
4. El símbolo del karma y
su significado
El
símbolo del karma es un nudo sinfín. Es un motivo cultural que se
encuentra comúnmente en Asia. El nudo infinito simboliza la interconexión entre
las causas y los efectos, un ciclo kármico que continúa eternamente. Este mismo
nudo infinito es el que se encuentra en el centro de la rueda budista de
oración. Tanto el hinduismo como el budismo y jainismo pretenden romper la
rueda y cadena del karma y así alcanzar la iluminación y la
salvación.
Para
ellos, el pecado y el amor no son las verdaderas raíces de la existencia. El
Karma, las fuerzas vitales, deben ser conducidas por vías prácticas al bien. El
arrepentimiento, tal como nosotros lo entendemos, es decir, como conciencia de
haber violado el amor, queda aquí excluido. La buena voluntad es camino de
liberación.
No
se trata de sentir compasión por la miseria del otro, ni de una aspiración
completa a Dios y al prójimo, ni de lo que entendemos los cristianos por
caridad. La liberación se alcanza aniquilando los efectos de las malas
acciones o de los efectos buenos y malos que ligan a la persona a este mundo.
Los
recursos para liberarse de los efectos difieren según las escuelas: a) En el
budismo, mediante las cuatro nobles verdades y los ocho pasos; b) En el
jainismo, mediante la acción buena, que impide la penetración del karma en
el alma, y entregarse a la práctica de la contemplación; y, c) En el hinduismo
la liberación del karma gracias al yoga.
5. Karma y cristianismo
Los
hindúes creen que el alma es eterna, pero no la persona. El alma habita en un
cuerpo y cuando este se gasta se consigue otro. El alma no es individual sino
que forma parte de “Dios” o “Brama”. El objetivo en los ciclos de
reencarnaciones es pagar culpas de vidas anteriores y purificar el alma del mal
hasta llegar a la “iluminación”, lo cual le hace posible quedar absorta en el
“Todo”, el “alma mundial”. Conocerse como parte de ese “Todo” es señal de
iluminación.
La
fe cristiana se fundamenta en la resurrección de Jesucristo. Nuestros cuerpos
no serán ni reciclados ni aniquilados. El alma no pierde su identidad
absorbiéndose en el cosmos. El destino final del hombre es la resurrección para
el gozo de la vida con Dios para siempre en el cielo o la pena eterna de la
separación de Dios en el infierno.
Para
los cristianos no existen otras vidas. Quien nos juzgará en la vida eterna será
Dios (Heb 10, 30). El mal no es vencido por cada persona expiando sus pecados
por medio de transmigraciones a otras formas de vida. Los cristianos creemos
que Jesucristo nos liberó de nuestros pecados en la cruz y solo en el tenemos
la salvación. Nosotros cooperamos con nuestros sacrificios, pero la salvación
es un don.
José Luis Vázquez Borau
Fuente:
Aleteia