La agresividad contra la
Iglesia, o más exactamente: contra el mensaje y la presencia de Cristo que hay
en la Iglesia, no tiene que provenir de una organización centralizada
Pregunta:
Quisiera
mediante este segmento de preguntas y respuestas presentarte una inquietud;
aunque no sé si sea el medio adecuado, creo que sí eres la persona adecuada.
Sobre
los llamados iluminados, que se conforma actualmente por familias
económicamente poderosas del mundo, los cuales tienen el objetivo de lograr un
nuevo orden mundial, con gobierno único. Quizás lo más relevante (y peor) de
este caso es que se trata de una mezcla de satánicos, sionistas, masones,
sectas, dirigentes infiltrados en puestos de gobierno, entre otros.
Me
parece que al menos algo hay de cierto en esta teoría de la conspiración, en la
que incluso estaría involucrada la ONU. ¿Acaso me estaré sugestionando con el
tema?, ¿Debemos realmente hacer algo al respecto?
Respuesta:
Como
en otros temas, mi sugerencia en este caso es: evitemos los dos extremos, a
saber, la ingenuidad y la paranoia. Es ingenuo pensar en las buenas intenciones
de la ONU cuando vemos que promueve métodos abortivos y que le sigue al juego al
feminismo extremo que quiere separar maternidad y feminidad a todo costo. Es
paranoico pensar que todos los que se oponen a nuestra fe están tan organizados
que, por caricaturizar un poco, tienen reuniones mensuales a ver qué más le
hacen a la Iglesia.
La
agresividad contra la Iglesia, o más exactamente: contra el mensaje y la
presencia de Cristo que hay en la Iglesia, no tiene que provenir de una
organización centralizada, con cuarteles generales en algún punto del globo. La
aversión a Cristo se explica bien porque su propuesta es radical y no negocia
con nuestras mediocridades, egoísmos, y sobre todo, con las mil formas de
nuestro orgullo. Como nos han enseñado especialmente los últimos Papas, ser
cristiano implica ir en contravía, y eso causa fastidio y rechazo de muchas
maneras: también en el terreno de lo público.
Eso
no niega la enseñanza teológica que afirma la llegada, al final de los tiempos,
de un gran adversario, un acérrimo enemigo de Cristo, al que se le llama el
Anticristo. Al principio no será fácil distinguir a este enemigo de tantos
otros que ha tenido nuestra fe, pero poco a poco se mostrará como le gran
unificador de naciones, sistemas de pensamiento e incluso de distintas
religiones. Muchos lo tendrán por benefactor y sus propuestas parecerán muy
"razonables" y "forzosas." Tales condiciones, objetivamente
hablando no se ve que las tenga por ahora ningún líder satánico, ni sionista,
ni cismático, aunque habrá siempre que desconfiar el doble de todo lo que tenga
que ver con la masonería.
Lo
que sí debe quedar claro es que creer implica luchar, y que, ya se trate de un
solo enemigo, muy visible, o de muchos que sean menos visibles, nosotros no nos
fiamos mucho de los apoyos que dé este mundo sino que sabemos, como dijo
Cristo, que no fue el mundo quien lo hizo rey (Juan 18, 36).
Por:
Fray Nelson Medina, OP