El Pontífice recibió a los participantes de un
encuentro en el Vaticano sobre elaborar nuevos modelos de
cooperación entre el mercado, el Estado y la sociedad civil
El papa Francisco lamentó que el “trabajo
no digno” sea una grave forma de exclusión en nuestro tiempo y que los lobbies no
permitan crear nuevos puestos de trabajo producto de la “investigación y la
inversión en el desarrollo de energía limpia para resolver los desafíos del
cambio climático”.
Lo dijo este
viernes 20 de octubre al recibir en audiencia a los participantes en el
encuentro promovido por la Academia
Pontifica de Ciencias Sociales sobre nuevos
modelos de cooperación entre el mercado, el Estado y la sociedad civil.
En esta
ocasión, manifestó que existen dos causas específicas que alimentan la
exclusión y las periferias existenciales.
En su
discurso recordó que ayer, “se reclamaba el justo salario del obrero”. Hoy en
día, se sigue añorando esto, pero también que la producción se ajuste “a las
necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular”.
En esta
línea, indicó el respeto por el ambiente en los sistemas de producción y en la
creación de nuevos empleos e insistió en el “desarrollo
de energía limpia”.
“Hoy es concretamente posible. Es necesario desprenderse
de las presiones de los lobbies públicos y privados que
defienden intereses sectoriales; y también es necesario superar las formas
de pereza espiritual”.
“La acción
política debe ponerse al servicio de la persona humana, del bien común y del
respeto por la naturaleza”.
El Pontífice
exhortó a “trabajar con valentía para ir más allá del modelo de
orden social vigente, transformándolo desde dentro”.
“Debemos pedir al mercado no solo que sea
eficiente en la producción de riqueza y que asegure un crecimiento sostenible,
sino que también esté al servicio del desarrollo humano integral”,
manifestó.
Y luego
aseguró: “No podemos sacrificar en el altar de la eficiencia, -el “becerro de
oro” de nuestros tiempos- valores fundamentales como la democracia, la
justicia, la libertad, la familia, la creación”.
Pidió “civilizar
el mercado en la perspectiva de una ética amiga del hombre y de su entorno”.
Desigualdades y
explotación del planeta
La otra causa
de exclusión que hay que combatir “es el aumento endémico y sistémico de las
desigualdades y de la explotación del planeta, que es mayor con respecto al aumento
de la renta y de la riqueza”.
Y, sin
embargo, manifestó que “la desigualdad y la explotación no son una fatalidad ni
tampoco una constante histórica”.
“No son una
fatalidad porque dependen, además de las diferentes conductas individuales,
también de las reglas económicas que una sociedad decide darse”.
Por ello,
indicó se necesitan que existan reglas “en la producción de energía, en el
mercado laboral, en el sistema bancario, en el welfare, en el sistema fiscal y
en el sector escolar”.
“Según cómo
se proyecten estos sectores habrá consecuencias diversas en el reparto
de los ingresos y de la riqueza entre quienes han contribuido a su producción”,
manifestó.
Por ende,
señaló que “si el fin prevalente es la
ganancia, la democracia tiende a convertirse en una plutocracia en la que
crecen las desigualdades y la explotación del planeta”.
Francisco
reiteró: “no es necesario que sea así; ha habido períodos en que, en algunos
países, las desigualdades han disminuido y el medio ambiente se ha
protegido mejor”.
En este
sentido, indicó que el papel de la sociedad civil debe “tirar” hacia delante
del Estado y del mercado para que puedan repensar su razón de ser y su forma de
actuar”.
Ary Waldir
Ramos Díaz
Fuente: Aleteia