El Papa reflexionó con el
Evangelio del Buen Samaritano
“¿Cómo
hago yo ante tantas heridas, ante tantas personas heridas con las cuales me
encuentro todos los días? ¿Hago como Jesús?”, el Papa hizo reflexionar en la
homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
“Hacerse
cargo de las personas heridas como hizo el Buen Samaritano”, este ha sido el
mandato que ha hecho el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada hoy,
9 de octubre de 2017, en Santa Marta, exhortando a “ayudar a levantarse” a
quien tiene necesidad.
El
Papa reflexionó a partir del Evangelio propuesto por la liturgia del día que
relata la parábola del Buen Samaritano, quien, “a diferencia del sacerdote y
del levita, se detiene y socorre al hombre herido a muerte por los bandidos”,
ha dicho.
Esta
parábola “es la respuesta que Jesús da al Doctor de la Ley”, que quiere ponerlo
a prueba preguntándole qué hay que hacer para heredar la vida eterna –ha
indicado el Papa–. “Jesús le hace decir el mandamiento del amor hacia Dios y
hacia el prójimo, pero el Doctor de la Ley, que no sabía salir de la pequeña
trampa que Jesús le había tendido, le pregunta quién era su prójimo. Y entonces
Jesús responde con esta historia”.
En
la parábola hay seis “actores”: los bandidos, el hombre herido a muerte, el
sacerdote, el levita, el posadero y el samaritano, un pagano que no era del
pueblo judío. El Papa evidenció que Cristo siempre responde de modo “más
elevado”. Y en este caso con una historia que, precisamente, quiere explicar su
mismo misterio, “el misterio de Jesús”.
Así,
el papa Francisco describió una actitud “frecuente”: “Una actitud muy habitual
entre nosotros: mirar una calamidad, mirar una cosa fea y pasar más allá. Y
después leerla en los periódicos, un poco pintadas por el escándalo o el
sensacionalismo. En cambio, este pagano, pecador, que estaba de viaje, ‘vio y
no pasó más allá: tuvo compasión’. Lucas lo describe bien: “Vio, tuvo compasión
de él, estuvo cerca y no se alejó: se acercó. Le vendó las heridas – ¡él! –
derramándole aceite y vino. Y no lo dejó allí: hice lo mío y me voy. No”.
Después
lo cargó sobre su cabalgadura, lo llevó a la posada y se ocupó de él, pero al
día siguiente, teniendo que irse por sus cuestiones, pagó al posadero para que
se ocupara de él diciéndole también que lo que hubiera gastado además “de esos
dos denarios”, se los habría pagado a su regreso. Éste es el “el misterio de
Cristo” que “se hizo siervo, se abajó, se anonadó y murió por nosotros”, señaló
Francisco. Con este misterio Jesús responde al Doctor de la Ley, que quería
ponerlo a prueba. Jesús es el Buen Samaritano e invita a aquel hombre a hacer
lo mismo.
“No
es un relato para niños” –aclaró el Papa– sino “el misterio de Jesucristo”:
“Y
viendo esta parábola, comprenderemos con mayor profundidad la amplitud del
misterio de Jesucristo. El Doctor de la Ley se fue silencioso, lleno de
vergüenza, no comprendió. No comprendió el misterio de Cristo. Quizá haya
entendido ese principio humano que nos acerca a entender el misterio de Cristo:
que cada hombre vea a otros hombres desde arriba hacia abajo, sólo cuando debe
ayudarlo a levantarse. Y si alguien hace esto, está en el buen camino, está en
el buen camino hacia Jesús”.
“¿Qué
hago yo? ¿Soy un bandido, un estafador, corrupto? ¿Soy un bandido allí? ¿Soy un
sacerdote? ¿echa un vistazo, ve y mira para otro lado y va más allá? ¿O un dirigente
católico, que hace lo mismo? ¿O soy un pecador? ¿Uno que debe ser condenado por
sus propios pecados? ¿Y me acerco, me hago prójimo, me ocupo de aquel que tiene
necesidad? ¿Cómo hago yo ante tantas heridas, ante tantas personas heridas con
las cuales me encuentro todos los días? ¿Hago como Jesús? ¿Tomo forma de
siervo? Nos hará bien esta reflexión, leyendo y releyendo este pasaje. Aquí se
manifiesta el misterio de Jesucristo, puesto que siendo pecadores, ha venido
por nosotros, para curarnos y dar la vida por nosotros”.
Fuente: Zenit