Palabras del Papa antes de
la oración mariana
Tener
“horror al orgullo y a la vanidad”. Es la invitación del Papa Francisco en el
ángelus del 5 de noviembre, que ha presidido en la plaza San Pedro al mediodía.
Ha exhortado también a las personas que mantienen una autoridad a ejercerla con
el ejemplo, porque “si se ejerce mal, termina siendo abrumador, no deja crecer
a las personas y crea un clima de desconfianza y de hostilidad”
Palabras del Papa antes
del ángelus
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
El
Evangelio de hoy (cf. Mt 23, 1-12) se desarrolla en los últimos días de la vida
de Jesús, en Jerusalén; días cargados de expectativas y de tensiones. Por un
lado Jesús dirige severas críticas a los escribas y a los fariseos, y por otro
lado deja instrucciones importantes a los cristianos, también a nosotros.
Ha
dicho a la gente: “Los escribas y los fariseos enseñan en el púlpito de Moisés.
De manera que todo lo que ellos os pueden decir, hacedlo y observadlo”. Esto
quiere decir que tienen la autoridad de enseñar lo que es conforme a la Ley de
Dios.
Sin
embargo, inmediatamente después, Jesús añade: “Pero no hagáis como ellos,
porque dicen y no hacen” (v. 2-3). Hermanos y hermanas, todos aquellos que tienen
una autoridad, tanto civil como eclesiástica, tienen frecuentemente el defecto
de exigir cosas, incluso justas, que ellos mismos no ponen en práctica. Ellos
llevan una doble vida. Jesús dice: “Atan pesadas cargas, difíciles de llevar y
las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren
moverlas”. (v. 4). Esta actitud es un mal ejercicio de la autoridad, que al
contrario debería sacar su primera fuerza del buen ejemplo, para ayudar a los
otros a practicar lo que es justo y necesario, y sostenerles en las pruebas que
encontramos en el camino del bien. La autoridad es una ayuda, pero si se ejerce
mal, se vuelve abrumadora, no deja crecer a las personas y crea un clima de
desconfianza y de hostilidad e incluso conduce a la corrupción.
Jesús
denuncia abiertamente algunos comportamientos negativos de los escribas y de
los fariseos: “Les gustan los lugares de honor en las comidas, en los sitios de
honor en las sinagogas y los saludos en las plazas públicas” (vv. 6-7). Es una
tentación que corresponde a la suficiencia humana que no siempre es fácil
vencer. Es la actitud de vivir siempre por la apariencia.
Después
Jesús da instrucciones a sus discípulos: “Para vosotros, no os deis el título
de Rabino, porque tenéis un solo maestro para enseñaros, y vosotros sois todos hermanos…
[No os hagáis dar el título de maestro, porque vosotros solo tenéis un maestro
Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor” (vv.8-11)
Nosotros,
discípulos de Jesús, no debemos buscar títulos de honor, de autoridad o de
supremacía. Os digo que personalmente, sufro viendo personas que
psicológicamente van corriendo detrás de la vanidad de los títulos de honor. Nosotros
discípulos de Jesús, no debemos hacerlo porque entre nosotros tiene que haber
una actitud simple y fraterna. Todos somos hermanos y hermanas y no
debemos de ninguna manera aplastar a los otros. No debemos mirarlos [en alto]
no, todos somos hermanos. Si hemos recibido cualidades del Padre celestial,
debemos ponerlas al servicio de los hermanos, y no sacar provecho para nuestra
satisfacción y nuestro interés personal. No nos debemos considerar superiores a
los otros; la modestia es esencial para una existencia que quiere estar
conforme con la enseñanza de Jesús, que es dulce y humilde de corazón y que ha
venido no para ser servido, sino para servir.
Que
la Virgen María, “humilde y superior a todas las criaturas” (Dante, Paradis,
XXXIII, 2), nos ayude, por su intercesión materna, a horrorizarnos del orgullo
y de la vanidad, y a ser dóciles al amor que viene de Dios, para el servicio de
nuestros hermanos y para su gozo que también será el nuestro.
Traducción
Raquel Anillo
Fuente:
Zenit