Lanzan un fuerte llamado al respeto de los lugares
tan ligados a la fe y a las familias
Comenzaron como hechos aislados. Al menos
eso creía la opinión pública. “Cosas de hampa común”, pensaba la gente. Pero,
desde que la Sinagoga contigua a la céntrica Plaza Venezuela fue profanada hace
varios años, pasando por la asombrosa multiplicación de asaltos a tumbas en los
cementerios, hasta el irreverente ultraje de sepulturas claramente quirúrgicos,
ya la situación ha tomado ribetes muy sospechosos. Y no solo cuando se ha
tratado de religiosos o instalaciones de la comunidad judía.
Hace un par
de años, tocó el turno al panteón del respetado historiador trujillano Mario
Briceño Iragorry. Descansaba junto a su esposa en el Cementerio General del Sur
cuando su familia recibió el aviso: la fosa había sido violada, estaba vacía y
los restos esparcidos por el terreno. Su hija Beatriz
Briceño Picón, periodista y presidenta de la fundación que lleva su nombre y
custodia su obra, lo denunció oportunamente.
Son episodios
dolorosos para los deudos y una desgracia que afecta toda una sociedad pues,
aparte del agravio, incrementa sus niveles ya elevados de inseguridad al
constatar que ni siquiera sus muertos pueden estar en paz.
Para nadie es
un secreto que esas prácticas –por lo general- tienen que ver con el trabajo de
sectas y cultos extraños a nuestra tradición, pero introducidos notoriamente en
Venezuela desde que la “revolución” chavista conectó con su comando cubano. Se
ha conocido acerca del uso nada ortodoxo de restos de personas que han tenido
relevancia en la vida del país, teniendo la más escandalosa referencia en
aquellos grotescos ritos donde el “material” procedía, nada más y nada menos,
que de los restos del Libertador Simón Bolívar dentro del mismísimo Panteón Nacional.
Hoy, una
nueva profanación ha conmocionado al país. Se trata de la vejación a la tumba de un
sacerdote cuyos restos descansan en la isla de Margarita, Estado Nueva Esparta.
La noche del 2 de noviembre fue profanada la sepultura de presbítero Gabriel Isaza
Botero, quien sirvió a la Iglesia en esa diócesis y falleció el pasado mes de
agosto. El hecho ocurrió en el Cementerio Municipal de Pampatar, en la capital,
La Asunción. El sacerdote gozaba del cariño y estima de toda la
feligresía.
Mons Fernando
Castro Aguayo, obispo de la diócesis de Margarita, acaba de emitir un
comunicado en estos términos:
“Nuestra fe
nos recuerda: Gracias a la Resurrección de Cristo, la muerte cristiana tiene un
sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo
privilegiado en la liturgia de la Iglesia: La vida de los que en ti creemos,
Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo”. (Instrucción sobre sepultura de
difuntos, 15-VII-2016, 2&3).
Además, con
la sepultura de los que han fallecido, “la Iglesia confirma su fe en la
resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano
como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia
(Instrucción …2&3)”.
Alabamos con
toda la Iglesia, la piadosa costumbre de enterrar a los muertos, obra de
misericordia muy arraigada en el pueblo cristiano. Por tanto, reprobamos
rotundamente la profanación de las sepulturas en los cementerios, ya que es una
grave ofensa a Dios, al difunto y a sus familiares. Si esta abominable acción
se hiciera para rituales religiosos, constituye una práctica inhumana, porque
atenta gravemente al honor y el respeto a Dios, al respeto a la dignidad humana
y la convivencia social.
Deploramos
profundamente lo ocurrido. Llamamos a las autoridades y a las
comunidades a que cuiden con espero estos lugares santos tan ligados a la fe y
a las familias. Y agradecemos la solidaridad de innumerables personas que se
acercaron a prestar su colaboración, especialmente a las autoridades que
inmediatamente se hicieron cargo de la situación.
Aprovechemos
este mes de noviembre, dedicado especialmente a los fieles difuntos para orar
por ellos, que es también una obra de misericordia. Podemos aplicar la
indulgencia plenaria en favor de ellos con la visita piadosa a los cementerios
con las condiciones acostumbradas.
Que la
Santísima Virgen, Puerta del Cielo, nos ayude en ese caminar terreno para
llegar a la Casa del Padre”.
Macky Arenas
Aleteia Venezuela