El proselitista busca
conseguir seguidores. El evangelizador quiere proclamar el señorío de Cristo.
Hola
Padre Nelson, me parece que desempeña una importante misión en la apologética,
he oído algunos de sus talleres online y sigo su reflexión dominical. Estaba
viendo la sección de preguntas en su página pero no veo el boto para hacer
preguntas. Me pregunta es la siguiente. Cual es la diferencia entre evangelizar
y hacer proselitismo pues muchas veces he escuchado que la iglesia católica no
hace proselitismo como los evangélicos, sino que ayudamos sin que nos importe
si son católicos o no, o no le decimos a la gente que se conviertan para
ayudarlos, pero al mismo tiempo es necesario evangelizar y no olvidar predicar
la verdad que predica la iglesia católica. – L.A.Z.G.
La
pregunta es muy importante porque el proselitismo ha sido motivo de serias
tensiones entre distintas confesiones cristianas. La idea central es que el
proselitista tiene como objetivo principal conseguir seguidores y para
ello utiliza medios incluso éticamente incorrectos. El evangelizador
quiere proclamar el señorío de Cristo y precisamente porque entiende que Cristo
es Señor de toda nuestra existencia, sólo utiliza como recursos aquellos
que son éticamente correctos.
El
proselitista quiere imponer; el evangelizador quiere ofrecer.
El
proselitista es obsesivo con los números porque le preocupa ante todo la
cantidad; el evangelizador sabe que la cantidad es importante pero sólo
por el deseo de servir y amar a un mayor número, y por eso se concentra más en
la calidad e integridad del mensaje.
El
proselitista no tiene reparo en manipular los sentimientos o en ocultar
información, si cree que eso lo permitirá que la gente se adhiera más a su
causa; el evangelizador pide honestidad y es honesto en la presentación de los
hechos, sin pretender usar emociones o medias verdades en su tarea.
El
proselitista mira casi completamente “hacia afuera” y su interés está sólo en
la eficacia de las estrategias; el verdadero evangelizador mira ante todo
“hacia adentro,” en el sentido de preguntarse si está siendo fiel al Señor.
Al
proselitista le interesa mucho ser cabeza, ser el que dirige; de hecho, a
menudo quiere quedarse con los honores, los aplausos y los beneficios también
económicos; al evangelizador, en cambio, no se le olvida ser oveja aunque lo
nombren de pastor, y no se le olvida ser discípulo aunque la gente lo tenga por
maestro.
Por
último, el proselitista tiene interés sólo en “su” grupo, el cual quiere que
crezca y sea fuerte y visible; el evangelizador, por el contrario, tiene amor y
deseo de servicio hacia todos, y trata de abrir un puente hacia afuera, incluso
si en este momento no los ve en plena comunión con sus ideas, de modo que en un
futuro se pueda proclamar con mayor claridad a Jesucristo como Señor de todos.
Por:
Fray Nelson Medina