El P. Sánchez Olmos invita a las personas que
se encuentran en este dilema a no dejar que la desesperanza sea más fuerte que
la posibilidad de amar y de servir
Sin
embargo, muchas personas ven este momento sólo desde el punto de vista de la
pérdida de ingresos, del status social y de la identidad profesional. Sienten
que su vida queda un tanto vacía, lo que les impide vivir plenamente esta etapa
llena de oportunidades para el crecimiento y el desarrollo
personal.
Diversos estudios señalan que si la llegada de la
jubilación no se ve de forma positiva puede generar angustia por la
incertidumbre del futuro, depresión por la soledad y sensación de abandono por
las personas y los objetos con los que se tuvo contacto durante
años.
El P. Rubén Sánchez Olmos, director de la Fundación
Cáritas para el Bienestar del Adulto Mayor, explica que la manera como se vive
este momento depende mucho de la preparación previa, porque algunas personas
reducen la vida productiva al empleo que, si bien es cierto es necesario para
subsistir, muchas veces se convierte en un refugio, en una forma de huir de la
realidad, de la familia y de los problemas.
Explicó que la gente
vive esta etapa con mucho miedo, porque siente que si pierden la identidad del
trabajo, también pierden el sentido de su existencia, lo cual no es
real.
Indicó que lo más importante es descubrir que el valor de
la persona no está en el trabajo y ver la jubilación como una oportunidad de
descubrir otros campos de la vida productiva, a lo mejor no remunerada, pero sí
solidaria; de establecer un lazo más fuerte con la familia, de realizar algunas
actividades que antes no se podía por falta de tiempo.
“No
debemos olvidar que depende de nosotros enfrentar los sentimientos negativos y
encontrar la fortaleza para darle una orientación positiva a esta nueva etapa de
la vida”, apuntó.
Desde el punto de vista de la fe, destacó que
la espiritualidad es una gran oportunidad para descubrir el verdadero valor de
la existencia.
“Cuando descubrimos la presencia de Dios vemos la
vida como un regalo, la espiritualidad se traduce en un estilo de vida
que nos lleva a buscar la dimensión trascendente, a saber si queremos pasar de
este mundo como una persona que se encerró en sí misma, que no fue capaz de
multiplicarse, o como una persona que se esforzó por ser feliz, por compartir su
alegría, su existencia”.
El P. Sánchez Olmos considera que la Iglesia es
un espacio muy rico en oportunidades para las personas que se enfrentan a la
jubilación, una de ellas es profundizar en la fe mediante estudio de Teología o
Biblia.
Agregó que muchos hombres y mujeres, después de esa formación, se
convierten en catequistas, proclamadores de la Palabra, Ministros de la
Eucaristía, animadores de la Pastoral Social… “la vida espiritual puede
tener un abanico tan grande como nos lo propongamos”.
Recordó
que cuando era niño había una señora de 83 años que trabajaba en el mercado y
siempre decía: ‘no me quiero morir sin leer la Biblia. “Esto es una muestra de
que lo importante es la motivación, no dejar que la desesperanza y el desamor
llenen nuestro corazón, no dejar de buscar nuevos caminos”.
¿Qué
hacer con nuestro tiempo?
El P. Sánchez Olmos invita a las
personas que se encuentran en este dilema a no dejar que la desesperanza sea más
fuerte que la posibilidad de amar y de servir, porque “en la medida que nos
demos la oportunidad de compartir y de ser solidarios abriremos brechas que ni
nosotros mismos habíamos pensado”.
Indicó que lo importante es descubrir los dones que Dios nos ha dado y
multiplicarlos con los demás. Recomendó integrarse como voluntario a diferentes
organizaciones que ayudan a niños enfermos y en situación de vulnerabilidad, a
jóvenes con problemas familiares y de adicciones, a ancianos abandonados,
etcétera.
La espiritualidad no está peleada con el bienestar físico y
psicológico, por eso con la ayuda de la Fundación Cáritas para el Adulto Mayor
ofrecemos algunas alternativas para desplegar todas las capacidades, habilidades
y destrezas adquiridas para vivir una jubilación plena.
• Viva el
presente, relájese, disfrute y no caiga en el error de decir “a esta edad ya es
muy tarde para hacer esto”.
• Mantenga un estilo de vida saludable,
realizando ejercicio físico y llevando una alimentación adecuada.
•
Busque una actividad que dé sentido a su vida, con la que obtenga un alto grado
de satisfacción personal.
• Enriquezca su vida social, cultural y
afectiva. Retome amistades que tenía abandonas por falta de tiempo y emprenda
nuevas.
• Sea generoso y compasivo con quienes le rodean.
•
Profundice sus relaciones con familiares y amigos. Disfrute de sus nietos y de
sus mascotas.
• ¡Viaje! En esta etapa de la vida probablemente ya
contemos con los recursos y el tiempo necesario.
• Dedíquese a un
pasatiempo: pintura, corte y confección, tejido o cualquier otra manualidad de
tipo artesanal.
• Intégrese a grupos de alguna actividad particular;
gimnasia, baile, ejercicios. Ayudan a mantenernos activos y saludables.
·
Reviva su entusiasmo por aprender nuevos conocimientos y habilidades.
·
Comparta su experiencia y conocimientos con su familia, amigos, vecinos. Puede
ofrecer cursos sobre lo que usted sabe hacer muy bien.
Fuente: Aleteia