La
primera aparición de la Medalla Milagrosa tuvo lugar el domingo 18 de Julio
1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la
Caridad, a una religiosa llamada Catalina Laboure. El padre Aladel, confesor de la vidente,
fue quien insertó el relato en el proceso canónico siete años más tarde.
"A las cinco de la tarde, estando las Hijas de la Caridad haciendo
oraciones, la Virgen Santísima se mostró a una hermana en un retablo de forma
oval. La Reina de los cielos estaba de pie sobre el globo terráqueo, con
vestido blanco y manto azul. Tenía en sus benditas manos como unos diamantes,
de los cuales salían, en forma de hacecillos, rayos muy resplandecientes, que
caían sobre la tierra...
También
vio en la parte superior del retablo escritas en caracteres de oro estas
palabras: ¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a
Vos. Las cuales palabras formaban un semicírculo que, pasando sobre la cabeza
de la Virgen, terminaba a la altura de sus manos virginales. En esto volviose
el retablo, y en su reverso viose la letra M, sobre la cual había una cruz
descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María...
Luego oyó estas palabras: Es preciso acuñar una medalla según este modelo;
cuantos la llevaren puesta, teniendo aplicadas indulgencias, y devotamente
rezaren esta súplica, alcanzarán especial protección de la madre de Dios. E
inmediatamente desapareció la visión".
Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración,
siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro"
Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde
está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin
estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.
¡Oh María sin pecado concebida!, rogad
por nosotros que recurrimos a Vos.
Fuente: Archidiócesis de
Madrid