“La fecundidad es una gracia que hay que pedir a
Dios”
El
Santo Padre invitó a mirar la cuna vacía en espera del Niño y mirar también
nuestro corazón para que no permanezca cerrado, como un objeto de museo. Sí,
porque Dios es fecundo y quiere que todos nosotros lo seamos, viviendo por los
demás y dando vida
Esterilidad y fecundidad: son las dos palabras
en torno a las cuales reflexionó el Papa Francisco en su homilía
de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el tercer
martes de diciembre.
Las
lecturas del día presentan el nacimiento de Sansón y de Juan Bautista que el
ángel había anunciado a dos mujeres estériles o que tenían demasiados años como
el caso de Isabel. El Santo
Padre recordó que en aquel tiempo la esterilidad era una vergüenza,
porque el nacimiento de un hijo se consideraba una gracia y un don de Dios. El Papa también
recordó que en la Biblia se lee de tantas mujeres estériles, que deseaban
ardientemente tener un hijo, o de tantas otras madres que lloraban por la
pérdida del hijo y porque se habían quedado sin descendencia, como Sara, Noemí,
Ana e Isabel, por ejemplo.
“La
fecundidad en la Biblia es una bendición”
“Llenen
la tierra, sean fecundos”. Francisco recordó
que se trata del primer mandamiento que Dios dio a nuestros padres. Y añadió
que “Donde está Dios, hay fecundidad”:
“Me
vienen a la mente (…) algunos países que han elegido la vía de la esterilidad y
padecen esa enfermedad tan mala que es el invierno demográfico. Los conocemos.
No tienen hijos. No. Que el bienestar, que esto, que esto otro… Países vacíos
de niños y esto no es una bendición. Pero esto es algo de pasaje. La fecundidad
siempre es una bendición de Dios”.
El Papa destacó
la fecundidad material y espiritual. El hecho de dar la vida. Y dijo que una
persona puede ser célibe, como los sacerdotes y los consagrados, pero debe
vivir igualmente dando la vida a los demás. Ay de nosotros – subrayó Francisco –
si no somos fecundos a través de las buenas obras.
“También
el desierto florecerá: es la promesa de Dios”
La
fecundidad es un signo de Dios. Y el Pontífice recordó que los
profetas han elegido símbolos hermosos, como el desierto. Qué otra cosa es más
estéril que un desierto – dijo – y sin embargo, ellos dicen que también “el
desierto florecerá, la aridez se llenará de agua”. Es, precisamente – agregó Francisco –
la promesa de Dios. Dios es fecundo.
“Es
verdad, el diablo quiere la esterilidad. Quiere que cada uno de nosotros no
viva para dar vida, tanto física como espiritual, a los demás. Que viva para sí
mismo: el egoísmo, la soberbia, la vanidad. Engordar el alma sin vivir para los
demás. El diablo es el que hace crecer la cizaña del egoísmo y no nos hace
fecundos.
“La
fecundidad es una gracia que hay que pedir a Dios”
Es una gracia tener hijos que nos cierren
los ojos en la hora de nuestra muerte – dijo también el Papa Francisco –
y citó el ejemplo de un anciano misionero de la Patagonia que, cuando
tenía 90 años, decía que su vida había pasado como un soplo, pero que tenía
tantos hijos espirituales junto a sí en su última enfermedad.
Aludiendo
a la inminente Navidad el Papa dijo:
“Aquí
hay una cuna vacía. Podemos verla. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá
el Niño; puede ser un objeto de museo, vacío durante toda la vida. Nuestro
corazón es una cuna. ¿Cómo es mi corazón? ¿Está vacío – siempre vacío – pero
abierto para recibir continuamente la vida y dar la vida? ¿Para recibir y ser
fecundo? ¿O será un corazón conservado como un objeto de museo que jamás ha
sido abierto a la vida ni a dar la vida?”.
El Santo
Padre Francisco concluyó su reflexión sugiriendo mirar esta cuna vacía
y decir: “Ven Señor, llena la cuna, llena mi corazón e impúlsame a dar la vida,
a ser fecundo”.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del
Vaticano
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