Reina de Francia, 22 de diciembre
Clotilde
quiere decir: "la que lucha victoriosamente" (tild: luchar. Clot:
victoria).
Esta santa reina tuvo el inmenso honor de conseguir la conversión al
catolicismo del fundador de la nación francesa, el rey Clodoveo.
La vida de nuestra santa la escribió San Gregorio de Tours, hacia el año 550.
La vida de nuestra santa la escribió San Gregorio de Tours, hacia el año 550.
Era hija del rey de Borgoña, Chilberico, que fue asesinado por un usurpador el
cual encerró a Clotilde en un castillo. Allí se dedicó a largas horas de
oración y a repartir entre los pobres todas las ayudas que lograba conseguir.
La gente la estimaba por su bondad y generosidad.
Clodoveo el rey de los francos supo que Clotilde estaba prisionera en el
castillo y envió a uno de sus secretarios para que disfrazado de mendigo
hiciera fila con los que iban a pedir limosnas, y le propusiera a Clotilde que
aceptara el matrimonio secreto entre ella y Clodoveo. Aunque este rey no era
católico, ella aceptó, con el fin de poderlo convertir al catolicismo, y
recibió la argolla de matrimonio que le enviaba Clodoveo, y ella por su parte
le envió su propia argolla.
Entonces el rey Clodoveo anunció al usurpador que él había contraído matrimonio
con Clotilde y que debía dejarla llevar a Francia. El otro tuvo que aceptar.
Las fiestas de la celebración solemne del matrimonio entre Clodoveo y Clotilde
fueron muy brillantes. Un año después nació su primer hijo y Clotilde obtuvo de
su esposo que le permitiera bautizarlo en la religión católica. Pero poco
después el niñito se murió y el rey creyó que ello se debía a que él no lo
había dejado en su religión pagana, y se resistía a convertirse. Ella sin
embargo seguía ganando la buena voluntad de su esposo con su amabilidad y su
exquisita bondad, y rezando sin cesar por su conversión.
Los alemanes atacaron a Clodoveo y este en la terrible batalla de Tolbiac,
exclamó: "Dios de mi esposa Clotilde, si me concedes la victoria, te
ofrezco que me convertiré a tu religión". Y de manera inesperada su
ejército derrotó a los enemigos.
Entonces Clodoveo se hizo instruir por el obispo San Remigio y en la Navidad
del año 496 se hizo bautizar solemnemente con todos los jefes de su gobierno.
Fue un día grande y glorioso para la Iglesia Católica y de enorme alegría para
Clotilde que veía realizados sus sueños de tantos años. Desde entonces la
nación francesa ha profesado la religión católica.
En el año 511 murió Clodoveo y durante 36 años estará viuda Clotilde luchando
por tratar de que sus hijos se comporten de la mejor manera posible. Sin
embargo la ambición del poder los llevó a hacerse la guerra unos contra otros y
dos de ellos y varios nietos de la santa murieron a espada en aquellas guerras
civiles por la sucesión.
San Gregorio de Tours dice que la reina Clotilde era admirada por todos a causa
de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus
largas y fervorosas oraciones, y que la gente decía que más parecía una
religiosa que una reina. Y después de la muerte de su esposo sí que en verdad
ya vivió como una verdadera religiosa, pues desilusionada por tantas guerras
entre los sucesores de su esposo, se retiró a Tours y allí pasó el resto de su
vida dedicada a la oración y a las buenas obras, especialmente a socorrer a
pobres y a consolar enfermos y afligidos.
Sus dos hijos Clotario y Chidelberto se declararon la guerra, y ya estaban los
dos ejércitos listos para la batalla, cuando Clotilde se dedicó a rezar
fervorosamente por la paz entre ellos. Y pasó toda una noche en oración
pidiendo por la reconciliación de los dos hermanos. Y sucedió que estalló
entonces una tormenta tan espantosa que los dos ejércitos tuvieron que alejarse
antes de recibir la orden de ataque. Los dos combatientes hicieron las paces y
fueron a donde su santa madre a prometerle que se tratarían como buenos
hermanos y no como enemigos.
A los 30 días de este suceso, murió plácidamente la santa reina y sus dos hijos
Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey Clodoveo. Así
terminaba su estadía en la tierra la que consiguió de Dios que el jefe y
fundador de una gran nación se pasara a la religión católica, con todos sus
colaboradores.
Fuente:
EWTN.com