A través de exposiciones
innovadoras y envolventes, este museo está diseñado para atraer no solo a los
creyentes
Desde
su apertura el pasado viernes en Washington, D. C., el nuevo Museo de la Biblia cumplió con su
promesa de crear un museo que presentara la Biblia de una manera interesante
para todo tipo de públicos.
En
su conveniente emplazamiento a dos bloques del National Mall, el nuevo museo de
500 millones de dólares está preparado para atraer visitantes de la ciudad,
independientemente de su denominación o de si son o no creyentes.
En
primer lugar, la impresión general que se recibe de las exposiciones del museo
no es sectaria. Valiéndose de la experiencia de académicos de más de 60
universidades y seminarios y de una junta de consejeros que incluye
arqueólogos, pastores, sacerdotes y rabinos, el museo cuenta la historia de la
Biblia de una manera que un judío, un católico, un protestante o incluso un no
creyente encontrarían respetuosa y enriquecedora.
“Nuestra
intención es que las personas interactúen con la Biblia; no tenemos un Plan B”,
afirmó Cary Summers, director del museo.
“Queremos
ser un lugar cómodo para personas con fe o sin fe”, añadió.
No
obstante, la principal atracción quizás esté en la capacidad del museo para
ofrecer puro entretenimiento.
“Si
coloco una Biblia bajo un cristal en un idioma que no entiendo, no atraerá mi
atención durante mucho tiempo”, declaró Steve Green, presidente del museo y
fundador de las tiendas de artesanía Hobby Lobby.
“Tenemos
que contar bien esta historia”, añadió.
Usando
tecnología innovadora y exposiciones multimedia que no tendrían nada que
envidiar al último parque temático de Disney, el museo sumerge al visitante en
la historia de la Biblia, apelando a sus sentidos y a su intelecto.
Con
una envergadura de seis plantas del increíblemente renovado almacén del Washington
Design Center en el cuadrante suroeste de la capital, las exposiciones están
preparadas para atraer a visitantes en diferentes etapas del camino de la fe.
Uno
puede imaginar que alguien con poca o ninguna familiaridad con las historias de
la Biblia quedará sorprendido, a un nivel emocional visceral, por el poder
dramático de la exposición de “Historias de la Biblia”.
El
visitante pasea a través de una narración del Antiguo Testamento mejorada con
efectos especiales, empezando por la historia de la Creación. Usando
vídeos de alta definición y a veces deslumbrantes efectos de luz y sonido, la
exposición acerca al visitante el drama de las historias del Diluvio, la Pascua
Judía, el Éxodo y el Reino de Israel.
En
la exposición del Nuevo Testamento, la historia del cristianismo se cuenta a
través de una atractiva animación en una pantalla panorámica de 210 grados y
con unos asombrosos efectos especiales.
Alerta
de spoiler y advertencia: cuando Pablo es golpeado por un rayo en el
camino a Damasco, quizás te sientas cegado temporalmente.
El
visitante puede pasear a través de una recreación de una aldea del siglo I,
llena de olivos y casas y calles de piedra. Se presentan citas de las parábolas
de Jesús junto a representaciones físicas de los símbolos que empleaba para
instruir a sus discípulos: ovejas, vino, pan, monedas de plata y piedras
angulares.
Un
elemento destacado del museo que probablemente encandile a académicos, creyentes
y curiosos por igual es la exhibición de “Historia de la Biblia”. Entre los 600
objetos antiguos presentes en la colección se encuentra el Codex Climaci
Rescriptus, que incluye una traducción del siglo VI del Evangelio al arameo; un
pergamino de una Torá samaritana del siglo XII y varias rarezas de Biblias
ilustradas.
La
exhibición del “Impacto de la Biblia en América” sería un buen complemento a
una visita al Museo Smithsonian de Historia Estadounidense, como una historia
de los cimientos estadounidenses desde una perspectiva religiosa. Empezando con
la llegada de los peregrinos al Nuevo Mundo, los visitantes son guiados por un
viaje que cubre todos los elementos bíblicos, desde la influencia de la Biblia
sobre los Padres Fundadores hasta debates sobre la igualdad y la libertad
religiosa.
Harían
falta 72 horas para ver todas las exposiciones en el museo, según los
fundadores del
museo.
“No
es un museo de una sola visita, es un museo al que el visitante regresa una y
otra vez”, explica el director ejecutivo Tony Zeist.
Otros
elementos destacables son una exhibición de más de 1500 objetos de la Autoridad
de Antigüedades de Israel, raros manuscritos del Museo y Biblioteca Vaticanos,
una exposición navideña de la Biblioteca Estatal de Baviera y “Ámsterdam: Una
ciudad de libros”, del Museo Histórico Judío.
Aunque
el museo es gratuito, son bien recibidos los donativos sugeridos (15 dólares
por adulto y 10 por niño) y también pueden hacerse reservas en el sitio web.
Por
un precio adicional, los visitantes pueden subir a un simulador de vuelo para
disfrutar de una visita aérea simulada sobre Washington que revela la forma en
que la Biblia influyó en la arquitectura de la ciudad. Otra exhibición lleva a
los visitantes a través de un tour arqueológico por la tierra de
David y Goliat.
El
restaurante del museo, Manna, es por sí solo motivo suficiente para hacer una
visita. El chef Todd Gray, de Washington, dueño del premiado restaurante
Equinox, y su esposa Ellen crearon este restaurante casual inspirado en la
cocina israelí.
Cualquier
visita al museo debería incluir una parada en el atrio del sexto piso. Las
vistas sobre Washington son incomparables, ya que mira a la cúpula del Capitolio
al este, al Monumento a Washington al oeste y a todo lo que hay entre medias.
Zelda
Caldwell
Fuente:
Aleteia