El Santo Padre llegó a la
ciudad norteña a las 8:47 a.m., y luego se dirigió hasta la playa donde lo
esperaba una multitud de cientos de miles de fieles
En
la homilía de la Misa que presidió este sábado 20 de enero en la playa de Huanchaco
en Trujillo, el Papa Francisco exhortó a hacer frente al dolor y a la oscuridad
con el “aceite” que da luz y es Jesucristo.
Antes
de iniciar la Eucaristía, el Papa hizo un extenso recorrido, en medio de un
gran ambiente de fiesta, para saludar a todos los fieles que llegaron hasta el
lugar desde distintos lugares del país. Muchos de ellos acamparon en la playa
para poder estar cerca al Pontífice a quien recibieron bajo el lama de
“¡Francisco amigo, el pueblo está contigo!”
En
su reflexión, el Papa recordó los embates de la naturaleza en el verano de 2017
cuando miles de personas fueron afectadas por las inundaciones del llamado
“Niño Costero”, cuyas “consecuencias dolorosas todavía están presentes en
tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus
hogares”.
“También
por esto quise estar y rezar aquí con ustedes. A esta eucaristía traemos
también ese momento tan difícil que cuestiona y pone muchas veces en duda
nuestra fe”, dijo Francisco.
El
Pontífice recordó que “Jesús en la cruz quiere estar cerca de cada situación
dolorosa para darnos su mano y ayudar a levantarnos. Porque Él entró en nuestra
historia, quiso compartir nuestro camino y tocar nuestras heridas. No tenemos
un Dios ajeno a lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor
nos entrega su mano”.
Como
las muchachas del Evangelio que tenían aceite para encender sus lámparas, así
es necesario recordar que hace falta “llenar nuestras vidas con ese aceite que
permite encender nuestras lámparas en las múltiples situaciones de oscuridad y
encontrar los caminos para salir adelante”.
El
Papa Francisco también se refirió a algunas problemáticas de la región como el
“sicariato y la inseguridad que esto genera; la falta de oportunidades educativas
y laborales, especialmente en los más jóvenes”, entre otras.
Ante
estos desafíos, continuó, “no hay otra salida mejor que la del Evangelio: se
llama Jesucristo. Llenen siempre sus vidas de Evangelio. Quiero estimularlos a
que sean una comunidad que se deje ungir por su Señor con el aceite del
Espíritu”.
“Él
lo transforma todo, lo renueva todo, lo conforta todo. En Jesús, tenemos la
fuerza del Espíritu para no naturalizar lo que nos hace daño, lo que nos seca
el espíritu y lo que es peor, nos roba la esperanza”, subrayó.
El
Santo Padre resaltó que “con Jesús, el alma de este pueblo de Trujillo podrá
seguir llamándose ‘la ciudad de la eterna primavera’, porque con Él todo es una
oportunidad para la esperanza. Sé del amor que esta tierra tiene a la Virgen, y
sé cómo la devoción a María los sostiene siempre llevándolos a Jesús”.
“Pidámosle
a ella que nos ponga bajo su manto y que nos lleve siempre a su Hijo; pero
digámoselo cantando con esa hermosa marinera: ‘Virgencita de la puerta, échame
tu bendición. Virgencita de la puerta, danos paz y mucho amor’”, concluyó.
Al
concluir la Eucaristía, el Papa recibió el saludo de Mons. Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo,
quien agradeció a Dios por “su presencia de Padre y Pastor, que nos confirma en
la fe, renueva nuestro gozo de ser discípulos de Cristo y nos impulsa a vivir
con mayor empeño nuestra responsabilidad misionera”.
“Le
ruego que grabe en su corazón el vivo agradecimiento de todos los que hoy
estamos aquí, reunidos de los distintos pueblos y jurisdicciones eclesiásticas
del norte y de muchos otros lugares de nuestro amado Perú”, pidió el Prelado.
Como
suele hacer en cada ciudad que visita, el Santo Padre obsequió un cáliz al
Arzobispo en recuerdo de su visita.
Fuente:
ACI Prensa