Recordó a las religiosas
que su oración "es la que cura las heridas del mundo"
La
vocación de las monjas contemplativas es “ser el amor” dentro del corazón de la
Iglesia. “Ser el amor es saber estar al lado del sufrimiento de tantos
hermanos”. Así habló el Papa Francisco hoy en Lima a las monjas de clausura de
la provincia, en el Santuario del Señor de los Milagros.
“Recen
por muchos hermanos y hermanas presos, emigrantes, refugiados y perseguidos;
por tantas familias heridas, por las personas en paro, por los pobres, por los
enfermos, por las víctimas de dependencias, por no citar más que algunas
situaciones que son cada día más urgentes”.
“Ustedes
son como los amigos que llevaron al paralítico ante el Señor, para que lo
sanara. Como ellos, no tengan vergüenza de hacer que los hombres se acerquen al
poder de Dios. Por la oración, día y noche, acercan al Señor la vida de muchos
hermanos y hermanas que por diversas situaciones no pueden alcanzarlo para
experimentar su misericordia sanadora, mientras que Él los espera para
llenarlos de gracias. Por su oración ustedes curan las llagas de tantos
hermanos”
La
oración es el núcleo de vuestra vida contemplativa, y es el modo de cultivar la
experiencia de amor que sostiene nuestra fe. Y es siempre misionera, no es una
oración que rebota en los muros del convento”.
Aprovechó
para recordar a sus “cuatro Carmelos” de Buenos Aires, que “tanto me ayudaron
en mi ministerio en esa diócesis”. “Quiero traerlas también a ellas aquí ante
el Señor de los Milagros, espero que ustedes no se pongan celosas” bromeó de
nuevo.
“La
vida de clausura no encierra ni encoge el corazón sino que lo ensancha. ¡Ay de
la monja con el corazón encogido, busque un remedio! Las monjas encogidas son
monjas que han perdido la fecundidad, no son madres, se quejan de todo,
amargadas. ¡En el convento no hay lugar para las coleccionistas de
injusticias!”.
“La
oración ensancha el corazón por el trato con el Señor y lo hace capaz de sentir
de un modo nuevo el dolor, el sufrimiento, la frustración, la desventura de
tantos hermanos que son víctimas en esta ‘cultura del descarte’ de nuestro
tiempo. Que la intercesión por los necesitados sea la característica de vuestra
plegaria. Y cuando sea posible ayúdenlos, no sólo con la oración, sino también
con el servicio concreto”, añadió.
“Les
encomiendo que recen por la unidad de la Iglesia peruana, tentada de desunión.
El demonio es mentiroso y es chismoso, le encanta dividir. ¿Saben lo que es la
monja chismosa? Es terrorista, peor que los de Ayacucho hace años. El chisme es
como una bomba, tira la bomba, destruye y se va tranquila. Monjas terroristas
no, sin chismes. El mejor remedio es morderse la lengua. Que no haya chismes en
el convento!”, exhortó.
“Queridas
hermanas, recuerden una cosa: la Iglesia no las tolera, las necesita. Recen por
los que sufren, también los que hacen daño y destruyen a tanta gente. Y
siguiendo con la lista de pecadores, no se olviden de rezar por mi”, concluyó.
Inma
Alvarez
Fuente:
Aleteia