Descubre
cómo hacer de 2018 el año más espiritual de tu vida
Con la entrada del Año Nuevo muchos de
nosotros nos comprometeremos a cumplir numerosos “propósitos de Año Nuevo”, más
comúnmente los propósitos relacionados con perder peso y hacer más ejercicio.
Los más inspirados querrán comprometerse a visitar el Tabernáculo todos los días
o incluso a leerse la Biblia de cabo a rabo.
Por desgracia, como con gran parte de los
propósitos de Año Nuevo, nuestra fortaleza espiritual no suele durar más de una
semana y así volvemos al punto de partida, con un sentimiento de fracaso y de
duda: “¿Es posible comprometerse a rezar más en este Año Nuevo? ¿Me merece más
la pena rendirme ahora y ahorrarme el fracaso?”.
Incorporar
más tiempo de oración a la vida diaria no es tarea fácil, así que, para acercarte más a tus objetivos
espirituales, aquí tienes cinco consejos prácticos que te darán un buen empujón
para lograr que tu 2017 sea tu año más espiritual de todos:
1)
Cree en tu objetivo y en Dios
Este paso podrá sonar a demasiado obvio,
pero normalmente lo pasamos por alto. A menudo, cuando nos planteamos el rezar
más “en serio”, pensamos cosas como “Sé que fallaré. Nunca lo conseguiré. Nunca
seré lo bastante santo”.
Para ser totalmente claros, estos
pensamientos vienen directos del Engañador, que hará todo lo que esté en su
mano para disuadirte de que no merece la pena siquiera empezar un programa de
oración. Intentará convencerte de que no eres “lo suficientemente santo”, que
estás “muy ocupado” o que “nunca consigues terminar nada”. Satán está empeñado
en evitar que reces todos los días y para ello inundará tu mente de mentiras,
todas orientadas a la idea de que “no tienes lo que hace falta” para conseguir
tu propósito. ¡No le escuches!
Somos hijos e hijas de Dios y Dios está de
nuestro lado. ¡Todos podemos lograrlo! Si nos abrimos a Dios, Él nos guiará y
nos dará la fuerza que necesitemos. Tenemos
que confiar en que Dios estará con nosotros y que podemos hacer lo imposible. Por encima de todo, la fe es un don
que recibimos de Dios, así que, como todo regalo deseado, ¡pídelo! Pide a Dios
que incremente tu fervor devocional.
“Porque
yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
“Desplázate de aquí allá”, y se desplazará, y nada os será imposible” (Mateo
17, 20)
2) Toma
nota de lo que te funciona y de lo que no
En la vida espiritual siempre existen
altibajos; hay momentos en los que te sientes lleno de vida y otros momentos en
los que te sientes vacío y estancado. Repasa las etapas de tu camino y busca
los momentos en que sintieras “plenitud vital”. Seguramente identificarás
algunos patrones que te resultarán útiles para poder replicarlos en el
presente.
Además, todos tenemos hábitos diferentes,
desde la forma que tenemos de prepararnos por la mañana hasta la manera en que
preferimos doblar la colada. La oración también ha de ser un hábito. Cuando
piensas en otros hábitos del día a día, ¿cuál es su denominador común? Lo más
probable es que sean cosas que aprendieras en la infancia y que continuaste
haciendo día tras día. De esta forma arraigaron en tu vida y ya apenas piensas
en cómo las haces ni te suponen un esfuerzo. Convertir
la oración en un hábito es extremadamente importante si quieres añadir más
oración al Año Nuevo.
Y no tengas miedo de empezar pequeño. Hasta
algo tan pequeño como comenzar y terminar el día con la Señal de la Cruz y un
“Gloria Patri”. De comienzos tan humildes han surgido santos.
3) ¿Eres
un “gallo” o un “búho”?
Para la mayoría de los estadounidenses, por
ejemplo, la vida entre las 9:00 a.m. y las 5:00 p.m. es incontrolable. Ya
estemos en la oficina, en casa con los hijos o 10 años jubilados, las horas de
luz suelen estar a rebosar de obligaciones.
Por tanto nos
quedan dos opciones principales para encontrar un hueco extenso de tiempo para
orar: la mañana o la noche. Estos dos bloques de tiempo a menudo son “huecos en
blanco”, normalmente disponemos de ellos libremente y controlamos lo que
sucede. Es
posible que tengamos que llevar a uno de los peques a su partido de baloncesto,
preparar la cena y sacar la basura, pero todos los días podemos elegir qué
hacer después de que se acuesten los niños y no queden más tareas que hacer.
¿Miramos Facebook hasta la una de la madrugada o lo apagamos todo y rezamos?
Por otro lado, también es posible que
tengamos mucho más tiempo por la mañana o que prefiramos levantarnos a las 5
para rezar media hora. El caso es que o somos personas mañaneras o nocturnas,
“gallos” o “búhos”, así que entender en qué parte del día funcionamos mejor nos
facilitará el éxito de encontrar más tiempo para la oración.
4) Piensa
en “minutos”, no en “horas”
El escritor Gary Jansen escribió hace poco
un libro titulado The
15-Minute Prayer Solution: How One Percent of Your Day Can Transform Your Life [La solución de los 15 minutos de
oración: el uno por ciento de tu día que puede cambiar tu vida], en el que explicaba:
“¿Sabías que hay 1.440 minutos en un día?
Es verdad, he hecho la cuenta. ¿Sabías que un uno por ciento de ese tiempo son
14 minutos y 24 segundos? ¿Qué pasaría si tomaras la decisión consciente, todos
los días, de ejercitar tu alma entregando apenas 15 minutos de tu tiempo a
Dios? Un minúsculo porcentaje de tu vida. ¿Cambiaría tu vida? La mía sí
cambió”.
A menudo establecemos el noble objetivo de
dedicar una hora de santidad al día, y luego, cuando fracasamos, creemos que
somos personas miserables. En vez de apuntar alto y fallar, mejor deberíamos
empezar con “pasitos de bebé”. Si
podemos planificar 15 minutos de oración al día y cumplirlos de forma
consistente, entonces podremos ir sumando más cada vez y conquistar poco a poco pequeños
logros que más adelante nos llevarán a éxitos más elevados.
15 minutos diarios que pueden cambiar tu vida
5)
¡Escríbelo!
Tenemos las cabezas tan repletas de información
que es tremendamente fácil olvidarnos de aquello que “prometimos” hacer. Por
esto debemos ser prudentes y concienzudos: pongamos por escrito nuestro
programa diario y que la oración forme parte oficial del día. Debemos establecer una franja horaria
específica en la que todo lo que haya que hacer sea rezar. Escríbelo CON LETRAS
GRANDES para que el mensaje cale bien en tu memoria. Si tienes un smartphone, puedes utilizar
alguna aplicación de planificación o de recordatorios. Pídele a Siri que te eche
una mano, o a cualquier ayudante digital que uses como asistente personal. En
resumen, tenemos que poner toda nuestra intención en abrir hueco a la oración
en nuestra vida diaria y en darle la importancia que merece.
En definitiva, cumplir con tus objetivos
espirituales para este Nuevo Año no va a ser fácil, y nunca lo será. El
matrimonio tampoco es fácil, pero escogemos deliberadamente permanecer con
nuestra pareja “hasta que la muerte nos separe”. Así que lo que necesitamos es
tomar una decisión entendiendo lo que está en juego, luchando con todo nuestro
ser por el bien de nuestro éxito.
PHILIP
KOSLOSKI
Fuente: Aleteia