En una nueva meditación (8.ª)
en los Ejercicios Espirituales, el Papa Francisco, junto a miembros de la
curia, reflexionó sobre la popular parábola del hijo pródigo
El
sacerdote portugués José Tolentino es el encargado de impartir los ejercicios y
durante su meditación expresó que en este relato del Evangelio “vemos en escena
a una familia humana, como esa de la que venimos cada uno de nosotros”. Una
historia “en la que vemos la problemática de la relación entre los hermanos” y
en la que se observa “el delicado significado del vínculo filial”.
En
la Casa Casa Divino Maestro de la localidad italiana de Ariccia, donde tiene
lugar el retiro, el sacerdote recordó que “en cada uno de nosotros, en
realidad, no hay solo cosas hermosas, armoniosas, resueltas. Dentro de nosotros
hay sentimientos sofocados, tantas cosas que hay que aclarar, patologías,
filias que hay que contener. Hay zonas de sufrimiento, ámbitos que reconciliar,
memorias y censuras que hay que dejar a Dios para que las sane”.
A
su vez, denunció que nuestro tiempo está dominado por “un deseo a la deriva”
que promueve “en nosotros hijos pródigos”. Y todo eso lleva a un "vórtice
engañoso” dictado por la “sociedad del consumo” que identifica “la felicidad
con la saciedad”.
Esto
provoca que seamos “saciados, llenos, satisfechos, domesticados”, pero “es la
presión del deseo”.
El
sacerdote destacó las dificultades “de vivir la fraternidad, la pretensión de
condicionar las decisiones del padre, el rechazo de alegrarse por el bien del
prójimo. Todo aquello crea en el hermano del hijo pródigo un resentimiento
latente y la incapacidad de captar la lógica de la misericordia”.
Advirtió
también sobre el peligro de la envidia, que es una “reivindicación estéril e
infeliz”. Algo de lo que es presa el hermano, quien tiene dentro de sí
“agresividad, barreras y violencia”. Lo contrario de la envidia es el
“construir y reconstruir el mundo”, explicó.
Por
su parte, la figura del padre “es el icono de la misericordia”. “Tiene dos
hijos y comprende que tiene que relacionarse con ellos de manera distinta,
reservar a cada uno una mirada única”.
La
misericordia “no es dar al otro aquello que se merece”, sino “dar de más, dar
más allá, ir más allá”, añadió.
Fuente:
ACI Prensa