No te preocupes por ser
más austero sino por compartir lo que tienes con los demás
“Vivir con austeridad no para ser mejores sino
para vivir con mayor libertad”. Es la premisa de la profesora Pilar Queralt,
Doctora en Física y profesora de la Universidad de Barcelona.
En esta
entrevista centrada en la austeridad, Queralt recuerda que “alegrase con
los demás, hacer fiesta, celebrar… son para mis valores tan importantes o más
como la austeridad en si”.
¿Por
qué ha hecho de la austeridad un modo de vida?
No
he hecho de la austeridad un modo de vida, pero sí que mi opción me lleva a
procurar llevar un estilo de vida que supone una cierta austeridad.
Procuro
que mi modo de vida sea sencillo, de manera que me conforme con lo necesario.
Por supuesto, esto pide un discernimiento y procurar que los criterios no sea
simplemente los de tu medio social o profesional, sino que tengas en cuenta a
las gentes más sencillas.
¿El consumismo nos
deshumaniza?
No
sé si austeridad es lo contrario de consumismo, pero seguro que no son
compatibles.
Todo
lo que quita libertad, todo lo que ata o te esclaviza, deshumaniza. En nuestra
sociedad tenemos que consumir para poder vivir, pero el consumismo supone que
se vive pendiente de comprar, de consumir… y esto acaba condicionando la vida,
las opciones… Y se vuelve insensible a los que están alrededor en situaciones de
dificultad. y crece el abismo entre los que lo tienen todo y los que les falta
lo esencial…
Así,
en la parábola del rico y el pobre Lázaro (cf.
Lc 16,19- 31), lo que se reprocha al rico, no es tanto sus banquetes, sino
sobre todo su insensibilidad e insolidaridad. Vivió encerrado en su riqueza se
incapacitó para ver y oír al pobre e incluso para recibir la interpelación de
la Ley y los profetas, y el Evangelio.
¿En qué medida ser
austeros es una manera de ser mejores personas?
Tener
capacidad de decidir, procurar ceñirse a lo que se necesita, no para ahorrar si
no para poder tener en cuenta las necesidades de los que lo pasan mal y ser
solidarios con ellos, creo que es una humilde aportación a la humanidad.
Para
mí no se trata de ser austeros para “ser mejores”, porque esto puede conllevar
un orgullo y una pretensión. Todos tenemos nuestros fallos, carencias y
pecados…Recordemos como Jesús enaltece a los que se abajan y confunde a los que
pretendían ser mejores (cf. Lc
14,7-11). Más bien se trata de vivir con más libertad y sencillez para poder
dar prioridad a lo que se la merece (cf.
Lc 12,29-31).
¿La opulencia navideña
le molesta, o le parece entrañable?
La
opulencia navideña me molesta si opulencia es lujo. Si es abundancia,
copiosidad no me irrita, ya que también hay que compartir las fiestas con la
familia y los amigos, y esto siempre conlleva algo de “extraordinario”.
Alegrase con los demás, hacer fiesta, celebrar… son para mis valores tan
importantes o más como la austeridad en si. Sin embargo, se puede celebrar una fiesta muy
entrañable y generosa sin opulencia, sin despilfarro.
A
demás la Navidad, por su esencia, debería ser una fiesta grande pero sencilla.
Precisamente, en el pesebre celebramos que Dios viene a compartir la vida con
nosotros, pero desde la pequeñez y la pobreza, para que todos – desde los
pastores a los Magos – podamos recibirlo y acogerlo como una Buena Noticia. Por
eso podemos decir que Jesús nos enriquece con su pobreza (cf .2Co 8,9).
Jesús
en Nazaret vivió una vida sencilla, austera, pero en medio de la gente,
participando en sus fiestas y celebraciones. Tanto fue así que le reprocharon
precisamente que no era austero como Juan Bautista, sino que era un glotón y un
bebedor.. (cf. Lc 7, 34)
No
creo pues que se trate de preocuparse por ser austero sino por compartir lo que
tenemos con los demás. Esto nos ayuda a estar por lo esencial, conformarnos con
lo necesario y olvidar lo superficial u opulento.
Podemos
intentar compartir lo que tengamos: dinero o comida o tiempo de ocio. También
estar por lo esencial: comunicarnos, escuchar, ayudar y dejarnos ayudar, rezar,
contemplar y agradecer la acción de Dios en nuestras vidas.
Pronto
comprobaremos que no nos quedará ni tiempo ni ganas de dedicarnos a consumir.
Miriam Díez Bosch
Fuente:
Aleteia