¿Cómo hacerlo en un mundo
cada vez más conectado? 3 tips
El
tiempo pasa y los medios cambian. La Iglesia como “madre” y “maestra”
busca siempre insertarse en la realidad social y cultural de los hombres para
llevar el mensaje de Cristo.
Pero,
¿cómo hacerlo en un mundo cada vez más conectado? Crear revistas o boletines ya
no es tan eficaz como antes, la gente ya no lee estas cosas y a las parroquias
les es difícil pagar los costos elevados de tal obra. Las conferencias son
mejor presenciales, aunque hacer una transmisión en vivo sería ideal para que
otros puedan compartirlo a distancia. En fin, el mundo ha cambiado y con ello
la forma de comunicar. Digo la forma porque no cambia la comunicación, siempre
hay un emisor, un mensaje y un receptor. Siguiendo esta lógica quiero
proponerles 3 puntos a tener en cuenta a la hora de evangelizar las redes
y #HacerLío.
1. Cristo está en el
centro
Nuestro
mundo nos invita constantemente a una emancipación en todos los niveles bajo el
slogan “sé lo que quieras ser”, la cual parece no tener límites. “Sé algo en la
vida”, “haz algo importante”, “deja huella”, “que te recuerden” son típicas
frases al respecto. El peligro real para un cristiano es enfocarse más en uno
mismo que en el mensaje de Jesús. Entonces ya no es anunciar solamente el
mensaje de la Buena Nueva, ahora también es anunciarme y publicitarme un poco a
mí mismo para obtener seguidores y/o reconocimiento. ¡Cuidado! El Papa
Francisco también ha hecho hincapié en esto, y lo recordó en 2014 en su homilía
matutina en Santa Marta: “Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a
otro, le prepara el camino a otro: al Señor” (24/06/14).
Por
ello no hay que perder el enfoque, que es Cristo. Cristo es el centro del
mensaje, Él es el mensaje mismo, y nosotros somos simples instrumentos. Sería
bueno repetir de vez en cuando, a modo de jaculatoria, el versículo que dice:
«Somos siervos inútiles; hicimos lo que teníamos que hacer» (Lucas 17, 10).
Quien ha sido testigo de un milagro va de inmediato a contarlo, como aquel
ciego que luego de ser sanado por Jesús fue corriendo a contárselo a todo el
mundo. Que Jesús sea el centro de nuestro apostolado, de nuestra labor
evangelizadora, de los videos, de las reflexiones, de las meditaciones, etc.
¡Que sea el centro de nuestra vida!
«Es
necesario que Él crezca y yo disminuya» (Juan 3, 30)
«Pero
nada me importa en la vida, ni es para mí estimable, con tal de llevar a buen
término mi carrera y el ministerio que he recibido de Jesús, el Señor: dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20, 24)
2. Ser un testigo que da
un testimonio
En
un mundo que nos propone “leaders”, “spiritual coaches” y un sinfín de otras
posibilidades para abrirnos a la realidad trascendente del hombre, ¿cómo se
presenta el cristiano? ¿Como un “coach”, como un “leader”? El cristiano se
presenta como un “testimonio de la luz”, así lo diría en su tiempo Juan el
Bautista, cuya conciencia de ser anunciador del Mesías era evidente. Y la
sabiduría Bíblica nos lo aclara: «No era él la luz, sino testigo de la luz».
El
hombre o la mujer que se atreve a anunciar a Cristo debe hacerlo en primera
persona, contando un testimonio personal de Jesús, una experiencia de la cual
es testigo. Testimonio es anuncio de otro, es compartir algo en que creo,
es contarle al mundo una verdad. Testigo es aquél que ve y oye, que está
presente en el momento importante, que ha experimentado en carne propia aquello
que testimonia.
«Vino
un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Éste vino como testigo para dar
testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él. No era él la luz,
sino testigo de la luz» (Juan 1, 6–8)
«Lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y
tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida… eso les anunciamos» (1
Juan 1, 1.3)
3. Un mensaje sencillo y
profundo
El
mensaje de Jesús es claro, sencillo, profundo, penetrante. El Evangelio ya
es hermoso por sí solo, no necesita que lo maquillemos más [idea de Juan Manuel
Cotelo]. Es una belleza natural que debemos saber descubrir y anunciar. Por
otra parte podrías pensar en “aligerar” el mensaje para no suene tan fuerte, o
quizá hacerlo más “divertido” para que llegue a más personas. ¡Cuidado! El criterio
es fácil de recordar: Sencillez y Profundidad. He visto en mis pocos años de
religioso a personas muy buenas que han intentado comunicar a Jesús de una
forma “divertida” o a veces “light”, pero que en realidad han logrado
comunicarse excelentemente a ellos mismos y no a Jesús. Cuando el espectador ve
el contenido de evangelización y se queda más con la persona que con el
mensaje, entonces estamos haciendo algo mal.
Yo
diría, siguiendo las palabras del Evangelio, que «los que pertenecen a este
mundo son más sagaces con su propia gente que los que pertenecen a la luz»
(Lucas 16, 8), por ello debemos hacer todo lo posible para llegar a los lugares
donde Cristo aún no está presente. Debemos “ser astutos como serpientes y
sencillos como palomas” (Mateo, 16). Pero que en el intento de creatividad
sigamos siempre unidos a la vid, porque sólo así nuestro trabajo dará fruto, y
fruto abundante.
No
es tarea fácil, al contrario, a veces se hará complicado comunicar a Jesús,
pero ¡ánimo! ¡no tengas miedo! Jesús te repite con fuerza una y otra vez estas
palabras:
«Les
he dicho todo esto, para que puedan encontrar la paz en su unión conmigo. En el
mundo encontrarán dificultades y tendrán que sufrir, pero tengan ánimo, yo he
vencido al mundo» (Juan 16, 33)
Para
finalizar les dejo estas palabras de la Primera Carta de San Pablo a los
cristinos de Corinto, donde resumen muy bien la idea central de este post.
«Porque
si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, pues es un deber que me incumbe.
¡Ay de mí si no evangelizara! Si lo hiciera por propia iniciativa, tendría
recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo una misión encomendada. ¿Cuál
es entonces mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente,
sin hacer valer mis derechos por el Evangelio» (1 Corintios 9, 16–18)
Por:
H. Edgar Henríquez, LC