No hay que confundirlo con
las celebraciones populares de “carnaval” antes de la Cuaresma
Durante
las semanas antes de la Cuaresma, eran bien conocidas las exuberantes
celebraciones de los cristianos medievales. Este periodo era considerado por
algunos como la “última oportunidad” para cualquier placer “carnal” antes de la
sobria temporada de Cuaresma.
Sin
embargo, la Iglesia inglesa tenía otras ideas sobre esta temporada precuaresmal
y enseñó a su pueblo a prepararse espiritualmente para el arduo ayuno de 40
días.
Con
el tiempo, la palabra inglesa Shrovetide se asignó a los últimos días
antes del Miércoles de Ceniza y resume el foco principal de estos días. La
palabra deriva del inglés medieval ‘shrive’, que significa ‘confesar’.
Según un texto del siglo XI: “En la semana inmediatamente anterior a la
Cuaresma, todo el mundo deberá ir a su confesor y confesar sus obras y el
confesor le confesará de modo que luego él escuche lo que por sus obras deberá
hacer [a modo de penitencia]”.
En
otras palabras, Shrovetide era un tiempo especial de preparación
espiritual en el que los cristianos examinaban sus vidas y confesaban sus
pecados. La Cuaresma era un tiempo para realizar diversas penitencias para
hacer reparación por los pecados confesados durante el Shrovetide y
alejarse de esos pecados a través de la oración y el autosacrificio.
Para
enfatizar más el carácter espiritual del Shrovetide, en el siglo XVIII,
Benedicto XIV promovió la “Devoción de las 40 Horas”, una costumbre por la que
el Santo Sacramento permanecía expuesto en el altar durante 40 horas
ininterrumpidas en los días inmediatamente anteriores al Miércoles de Ceniza.
Esto permitía a los fieles dedicar más tiempo personal a la oración ante Jesús,
presente en la Eucaristía, reflexionar con más profundidad sobre sus vidas y
esperar con entusiasmo la temporada penitencial de la Cuaresma.
Aunque
hay otras tradiciones culturales asociadas al Shrovetide, inicialmente
fue un periodo de tiempo reservado a la reflexión y la confesión, preparando el
corazón para las gracias que Dios quisiera darle durante los próximos 40 días.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia