La cruz
no es un accesorio de vestimenta
“Ve
a sus heridas, entra, contempla; mira a Jesús, pero desde dentro”: el Papa
Francisco te invita a mirar la cruz de Jesús” desde el interior”, no solo para
contemplar las heridas de Cristo en la cruz, sino para “entrar”, “a su corazón”
y ver un “acto supremo de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de
todos los tiempos”. Él subraya la fecundidad de la cruz: “Sus heridas
nos han curado”.
De
hecho, el Papa ha comentado el evangelio de este domingo, 18 de marzo de 2018,
antes de la oración del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, en presencia de
20,000 visitantes, según las cifras de la policía del Vaticano.
Invitó
a preguntarse si el crucifijo se consideraba un “objeto ornamental” o un
“accesorio de vestuario” o si se le contemplaba desde el interior,
comprendiendo el misterio: “¿Miro desde el interior, entro en las heridas de
Jesús hasta su corazón?”
“El
Evangelio de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada hacia el crucifijo, que no
es un objeto ornamental o un accesorio de vestimenta, ¡del cual se abusa a
veces! – sino un signo religioso para contemplar y comprender”- dijo el
Papa Francisco.
Recordó
la hermosa tradición, que él mismo pone en práctica, de rezar un “Padre
Nuestro” por cada una de las heridas de Cristo: “Cuando recemos este Padre
Nuestro, busquemos entrar a través de las heridas de Jesús, al interior,
justamente hasta su corazón. Y aquí aprenderemos la gran sabiduría del misterio
de Cristo, la gran sabiduría de la cruz”.
Evocó
esta “ley pascual” del grano de trigo caído al suelo para ser fecundado, como
el “dinamismo” propio de la vida del cristiano, que se realiza por las obras de
misericordia.
Esta
es nuestra traducción, rápida, de trabajo, de las palabras pronunciadas por el
Papa Francisco en italiano.
AB
Palabras del Papa antes
del Ángelus
¡Queridos
hermanos y hermanas buenos días!
El
Evangelio de hoy (Jn 12, 20-33) narra un episodio que tuvo lugar en los últimos
días de la vida de Jesús. La escena tiene lugar en Jerusalén, donde él se
encuentra para la fiesta de la Pascua judía.
Para
esta celebración ritual llegaron también algunos griegos, se trata de hombres
animados por sentimientos religiosos, atraídos por la fe del pueblo judío,
quienes habiendo oído hablar de este gran profeta, se acercan a Felipe, uno de
los doce apóstoles, y le dicen, “queremos ver a Jesús” (v. 21). Juan enfatiza
esta frase, centrada en el verbo ver, que, en el vocabulario del
evangelista significa ir más allá de las apariencias para captar el
misterio de una persona. El verbo que utiliza Juan, “ver”, es llegar hasta
el corazón, llegar, por la vista, por la comprensión, hasta lo íntimo de la
persona, al interior de la persona.
La
reacción de Jesús es sorprendente. Él no responde con un “sí” o un “no”,
sino que dice: “La hora ha llegado para el Hijo del hombre de ser glorificado”
(v. 23). Estas palabras, que a simple vista, parecen ignorar la cuestión de los
griegos, en realidad dan la respuesta verdadera porque quién quiere conocer a
Jesús debe mirar al interior de la cruz, dónde se revela su Gloria.
Mirar al
interior de la cruz. El Evangelio de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada
hacia el crucifijo, que no es un objeto ornamental o un accesorio de vestir,
del que ¡a veces se abusa!, sino que es un signo religioso al cual contemplar y
comprender.
En
la imagen de Jesús crucificado se revela el misterio de la muerte del Hijo como
supremo acto de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de todos los
tiempos. En sus llagas hemos sido curados.
Puedo
pensar “¿Cómo miro el crucifijo?, ¿Como una obra de arte para ver si es bello o
no? ¿O miro al interior, entro en las llagas de Jesús hasta su corazón? ¿Miro
el misterio del Dios aniquilado hasta la muerte, como un esclavo, como un
criminal? “no os olvidéis de esto: Mirad el crucifijo, pero mirarlo desde el
interior. Está esta bella devoción de rezar un Padre nuestro a cada una de las
cinco llagas: Cuando rezamos este Padre nuestro, tratamos de entrar a través de
las llagas de Jesús, al interior, precisamente a su corazón. Y aquí
aprenderemos la gran sabiduría del misterio de Cristo, la gran sabiduría de la
Cruz.
Y
para explicar el significado de su muerte y de su resurrección, Jesús emplea
una imagen y dice: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda
infecundo; pero si muere da mucho fruto”. Quiere hacer comprender que su
vivencia extrema, es decir la cruz, muerte y resurrección es un acto de fecundidad, sus
llagas nos han curado, una fecundidad que dará fruto para muchos. De
esta manera se compara a si mismo con el grano que muere en la tierra y genera
vida nueva. Con la encarnación Jesús ha venido a la tierra; pero esto no vasta:
Él debe también morir para rescatar a los hombres de la esclavitud del pecado y
darles una nueva vida reconciliada en el amor. He dicho: “para rescatar a los
hombres”, pero para recatarte a ti, a mí, a cada uno de nosotros, Él ha pagado
este precio. Este es el misterio de Cristo. Ve a sus llagas, entra, contempla;
mira a Jesús, pero desde el interior.
Y
este dinamismo del grano de trigo, que se cumple en Jesús, debe realizarse
también en nosotros, sus discípulos: estamos llamados a hacer nuestra
esta ley pascual, de perder la vida para recibir la nueva y también
eterna. ¿Y qué significa perder la vida? es decir, ¿Qué significa ser el
grano de trigo? Significa pensar menos en sí mismos, en los intereses
personales y saber “ver “y salir al encuentro de las necesidades de nuestro
prójimo, en especial de los marginados, cumplir con alegría obas de caridad
hacia cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu es el modo más auténtico de
vivir el Evangelio, es el fundamento necesario para que nuestras comunidades
crezcan en la fraternidad y en la acogida recíproca.
Quiero
ver a Jesús, pero verlo desde dentro, entra por sus llagas y contempla aquel
amor de su corazón, para ti, para mí, para todos.
La
Virgen María, que ha tenido siempre la mirada de su corazón fija en su Hijo,
desde Belén hasta la cruz del Calvario, nos ayude a encontrarlo y a conocerlo
así como Él quiere, para que podamos vivir iluminados por Él, y podamos llevar
al mundo frutos de justicia y de paz.
©
Traduction de ZENIT, Raquel Anillo
Fuente:
Zenit