Son millones de personas y afectan a igual número
de familias. El papa Francisco, al igual que lo hiciera Juan Pablo II, renueva
su pedido de ayuda por los migrantes y refugiados, que ansiosos buscan “dejar
atrás la desesperación de un futuro imposible de construir”
Marko Vombergar-ALETEIA |
“Cuando se trata de cumplir sueños y metas
no hay que tener miedo y arriesgarse… Aquí voy, con Dios y la Virgen. Extrañando
ya a mi familia y los míos, pero con mucha fe y esperanza de que volveremos a
estar juntos”, escribió tras pisar tierras desconocidas.
Anoche llegó a Ecuador. Partió
en bus el sábado y viaja con rumbo a Perú, donde le espera un amigo en una
habitación compartida para iniciar una vida lejos de la crisis que le llevó a
huir de su país. José es apenas uno de los miles que a diario salen de la
nación sudamericana en busca de un mejor futuro.
La situación motiva los
pronunciamientos, aunque pocos vienen con propuestas y soluciones. El del
secretario general de la OEA, Luis Almagro, forma parte de ese grupo. El
funcionario denuncia que “el pueblo venezolano vive hoy un éxodo involuntario,
forzado por la creciente degradación económica e institucional que vive su
país”.
Recuerda Almagro, una de las
tantas piedras en el zapato del gobierno de Nicolás Maduro, que los datos
hablan por sí solos. Y es que de acuerdo con la Organización Internacional para las
Migraciones, en el año 2015, casi 700.000 venezolanos
vivían fuera de Venezuela; pero a finales del 2017, “eran ya 1,6 millones”.
Almagro coincide en su
preocupación con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (ACNUR), quien estima que este 2018 el
número de afectados terminará por duplicarse, hasta rebasar las tres
millones de personas, una cifra que representa alrededor del 10 por
ciento de la población total venezolana.
“Crisis inédita en América”
“Esta es ya una crisis humanitaria de
proporciones nunca vistas antes en las Américas. Es una obligación moral de
todos los demás ayudar a los hermanos y hermanas venezolanos y venezolanas
también en este aspecto”, insiste el funcionario.
A excepción del Gobierno, el
drama ha movilizado a todos los sectores. La Iglesia, siempre activa con su red
social internacional Cáritas y el Servicio
Jesuita de Refugiados, entre tantas instituciones de ayuda, ha
dicho esta semana en el más reciente comunicado de la Conferencia
Episcopal que “la emigración está tomando cada día mayores
proporciones”.
Advierten
los obispos venezolanos que la situación “afecta a todos los niveles sociales”
y se realiza en condiciones “cada vez más precarias”. La huida en masa de la
crisis “rompe los lazos familiares, trae consigo desolación y abandono de los
mayores y de los niños”.
A ello se le suma otra situación
igual de delicada pero menos conocida: “Las muertes que ya comienzan a producirse
de hermanos emigrantes”, lo que agrega “mayor dolor a las familias”.
Al tiempo que agradece a los
países que han acogido -a través de sus organizaciones de ayuda humanitaria- a
los venezolanos que se han visto obligados a salir del país, la Iglesia expresa
su gratitud a Dios por todas las instituciones eclesiales que trabajan con
migrantes, especialmente a Cáritas, “por la atención brindada a los hermanos
venezolanos”.
Programas de ayuda
En este marco, la OEA reconoce que “migrar
no es un proceso fácil”. Por esa razón, apoyan los esfuerzos de ACNUR “por
promover la protección y la asistencia a los refugiados venezolanos”. También
aplauden las iniciativas de otros venezolanos fuera de su país, como “Tú
País Foundation” y
la Fundación CDEI, las
cuales permiten crear un espacio para que los migrantes puedan adaptarse de la
mejor manera posible a su nueva situación.
Por fortuna, existen múltiples
iniciativas desarrolladas para brindar apoyo. Una es el “programa
de reacomodo de refugiados” en ciudades del interior de
Brasil. Y también se adelanta una agenda internacional que apunta a lograr la
“regularización legal de venezolanos en Ecuador, Colombia y Perú”.
Además se adelanta la
implementación de una guía para quienes emigran en autobús hacia el sur. Y se
está preparando “un estudio sobre cómo se pueden complementar las iniciativas
de apoyo de distintos países”, según anunció a mediados de mes la Organización
de Estados Americanos a través de un mensaje transmitido en video por su
secretario general.
“Sepan
que no están solos. Sabemos lo que está padeciendo el pueblo migrante
venezolano. Queremos
transmitirles toda nuestra solidaridad y apoyo por el drama que viven y el
éxodo forzado que a muchos les está tocando vivir”, se indicó por esa misma vía.
Llamamientos del Papa
Las primeras palabras del Papa Francisco
este año fueron para los inmigrantes y refugiados, a quienes considera los “más
débiles y más necesitados” del mundo. Para su tradicional mensaje de año nuevo,
eligió esta dramática situación como tema central de la Jornada
Mundial de la Paz que se realiza cada 1º de enero.
“Por esa paz, a la cual todos
tienen derecho, muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas en un
viaje que a menudo es largo y peligroso, dispuestos a enfrentar estrechez y
sufrimiento”. Por ello, clamó: “No apaguemos la esperanza en sus corazones”.
En un mensaje previo, apeló a
buscar mecanismos de ayuda para los recién llegados: “Es importante que todos
hagan concesiones para asegurar un futuro pacífico para refugiados, migrantes,
todos”.
Las
personas, dijo, también migran por otras razones, ante todo por “el anhelo de
una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar
atrás la ‘desesperación’ de un futuro imposible de construir”.
“Se ponen en camino para
reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de
educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz”,
agregó.
En el mismo mensaje de este año,
el Papa Francisco recordó a su predecesor Juan Pablo II, quien sobre
este tema, escribió:
“Si
son muchos los que comparten el sueño de un mundo en paz, y si se valora la
aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse
cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en casa
común”.
A lo largo de la historia,
agregó, “muchos han creído en este sueño, y los que lo han realizado dan
testimonio de que no se trata de una utopía irrealizable”.
Carlos
Zapata
Aleteia Venezuela