El disco “Agnus Dei” data del siglo V y se hizo a
partir de la cera de un cirio pascual
Los sacramentales han formado parte de la
Iglesia católica de varias formas desde el principio. Se conocen como extensiones de
los siete sacramentos y fluyen de forma natural a partir de ellos.
En líneas generales, los sacramentales
pueden ser cualquier serie de acciones o bendiciones que la Iglesia ha
instituido a lo largo de los años.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica
que las bendiciones sacramentales pueden invocarse para bendiciones “de
personas, de la mesa, de objetos, de lugares” (CIC 1671). Estas bendiciones
apelan a la gracia de Dios sobre un individuo u objeto particular y pide su protección espiritual duradera.
Un objeto de la Iglesia que se encuentra
entre los sacramentales más antiguos es el disco “Agnus Dei”. Se trata de un disco de cera con la figura de un
cordero impresa.
Históricamente, estos discos se llevaban en
torno al cuello y se elaboraban a partir del cirio pascual del año anterior. Se creaban originalmente en la mañana
del Sábado Santo y eran distribuidos entre el pueblo al sábado siguiente.
La tradición se remonta al siglo V y, más
tarde, el Papa se involucró más personalmente con el sacramental. Se convirtió en una bendición reservada al
Papa, que consagraba estas piezas de cera durante el primer año
de su pontificado y después cada siete años. Se cree que el papa Pío XII fue el
último pontífice que concedió esta bendición en su pontificado.
La cera sagrada era un recordatorio
constante de la victoria pascual de Cristo. Según varios escritos papales,
quienes lo llevaban eran informados de que “a la vista o el tacto del Cordero
impreso en estos discos de cera, los fieles serán inspirados a pensar en los
misterios de nuestra Redención, y serán movidos a alabar, venerar y ensalzar la
bondad de Dios para con nosotros, con la esperanza de obtener perdón por los
pecados, y ser purificados de toda mancha de pecado”.
A continuación disponen de una oración para
quienes llevan un sacramental Agnus Dei. La oración resume la disposición
espiritual que la pieza de cera había de cultivar en la persona que la portara.
La oración todavía nos puede ayudar hoy día
a meditar sobre la acción salvífica de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesús y sobre cómo aquel acto debería influir en nuestras vidas.
Jesús, mi Salvador, verdadero Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo, por tu infinita misericordia, te
suplico que perdones mis iniquidades, y por tu Sagrada Pasión, guárdame este
día de todo pecado y de todo mal. Para tu honor y gloria, llevo
conmigo este bendito Agnus Dei como una protección contra mi propia
debilidad y como incentivo para practicar las virtudes que nos has inculcado,
la mansedumbre, la humildad e inocencia. En recuerdo de ese sacrificio de amor
por el cual Tú te ofreciste por mí en la cruz y en satisfacción por mis
pecados, Te ofrezco todo mi ser como ofrenda. Acepta este sacrificio, Te lo
ruego, oh mi Dios, y que sea aceptable para Ti en el aroma de la dulzura. Amén.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia