Muchos creyentes a lo
largo de la historia se han preguntado sobre el destino de Judas Iscariote, el
apóstol que entregó a Jesús a las autoridades romanas para ser condenado a
muerte
El
P. Samuel Bonilla, conocido como “El Padre Sam”, hizo una reflexión en un video publicado
en YouTube sobre el destino de este apóstol, cuya muerte está relatada en dos
versiones de las Sagradas escrituras.
Al
inicio del video el Padre Sam cita Mateo 27, 5, que dice: “El tiró las monedas
en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó”; y luego en Hechos de los
Apóstoles 1, 18, donde se indica que Judas muere al tropezar: “Este, pues,
compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó
por medio y se derramaron todas sus entrañas”.
Ante la pregunta de si la Misericordia de Dios pudo haber salvado a un Judas arrepentido, el Padre Sam dijo que no se puede “responder a ciencia cierta porque el arrepentimiento es una actitud interior” y no existe una señal en la Biblia que lo afirme.
No
obstante, recalcó que la Misericordia de Dios es infinita y que, para
responder sobre el final de Judas debe apoyarse tanto en una anécdota como en
una revelación privada.
En
primer lugar, destaca la revelación privada que le hace Jesús a Sor Faustina
Kowalska, en la que el Señor le dice: “Si ustedes supieran el destino de Judas
abusarían de mi Misericordia”.
“(Lo
dijo) como para hacer ver que la Misericordia de Dios es infinita siempre y
cuando haya arrepentimiento. Es decir, si Judas se arrepintió, y eso no lo
sabemos, la Misericordia de Dios siempre está abierto para aquel que se
arrepiente”, sostuvo el sacerdote.
La
segunda respuesta nace de una anécdota que se encuentra en uno de los escritos
de San Antonio de Padua.
“Cuenta
que una viejita, en su tiempo, había ido a visitarle muy adolorida porque su
hijo había fallecido. Se había suicidado, se había tirado de un puente a un río
y allí había muerto. En ese tiempo cabe resaltar que no se permitía la Santa
Misa a personas que se habían suicidado”.
“El
santo, cuando esta viejecita le pregunta sobre su hijo, sobre cómo podía rezar
por él, responde: ‘Entre él y el río hay un espacio, y ese espacio es el de la
Misericordia de Dios’”, relató el Padre Sam.
En
ese sentido, el presbítero dijo “que la persona que se suicida, por ejemplo, en
los últimos momentos cuando ya se da cuenta que está perdiendo su vida, allí
hay un espacio probablemente cuando se de cuenta del valor de vida, es un
espacio donde ella está a solas con Dios y puede que en esos momentos se
arrepiente”.
“Siempre
hay oportunidad, incluso en el último momento de la vida, para alguien que se
arrepiente de verdad. La Misericordia de Dios es infinita”, concluyó el Padre
Sam.
Fuente:
ACI Prensa