Los
obispos de Venezuela exigen que se investigue y se depuren responsabilidades
por la muerte de 68 personas en el incendio en una comisaría
Los
obispos de Venezuela exigen que se investiguen y, en su caso, se depuren
responsabilidades por la muerte de 68 personas en la sede de la
comandancia de la Policía de Carabobo.
«Atrevámonos a la verdad, porque “la
verdad nos hará libres”», afirman en un comunicado firmado por la presidencia
del episcopal y la Comisión
de Justicia y Paz. «Verdad de investigación correspondiente,
exhaustiva y convincente. Verdad política de asumir las
consecuencias de responsabilidades o culpabilidades por acción
u omisión».
El
dolor por la pérdida de sus seres queridos se hace más duro para las familias
debido al «silencio y la sospecha de que no se quiera encarar la verdad de los
hechos». «Entretanto –añaden– no es temerario afirmar que lo ocurrido se
inscribe en una fatídica crónica anunciada y denunciada, habida cuenta de la
cadena de imprevisiones, carencias, distorsiones y complicidades que imperan en
el entramado judicial, policial y penitenciario.
Ejemplos
fehacientes son las impunidades, retrasos judiciales, dotación insuficiente y a
ratos cómplice, hacinamientos y otros tratos inhumanos y un largo etcétera,
reflejo de una ausencia de políticas idóneas, de corrupciones diversas,
negligencias patentes y la mentira o el disimulo. Son muchos los familiares de
los presos en las distintas cárceles y centros de reclusión que tocan las
puertas de la Iglesia para que hagamos algo para que haya una atención en
condiciones más humanas».
La
Iglesia entorna un «“basta ya” de compatriotas crucificados por el dolor, la
angustia, la injusticia», y piden un «cambio de rumbo» en el país, y en
concreto en el sistema penitenciario: «No basta con indignarnos y denunciar,
unámonos a las muchas instituciones de iglesias o de organizaciones privadas
que trabajan por el adecentamiento y mejor trato humano y jurídico, para que
los muchos reclusos que hay en el país tengan una vida digna en medio de estar
privados de libertad», concluye el texto.
Texto íntegro del
Comunicado
Ante
el lamentable suceso ocurrido en esta Semana Santa en una Comisaría Policial
del Estado Carabobo, con el trágico saldo de numerosas personas fallecidas,
probablemente otras heridas, familias presas de dolor, aumentado por el
silencio y la sospecha de que no se quiera encarar la verdad de los hechos, la
Presidencia de la CEV y la Comisión de Justicia y Paz, consideran deber
cristiano primario hacerse presente, con una palabra de cercanía fraterna, de
denuncia moral y de esperanza compasiva.
1.- Ante todo, y en una
fecha tan significativa para el conjunto de nuestro pueblo como es el Viernes
Santo, memorial de la Pasión y Muerte del Señor Jesús, deseamos hacer llegar al
conjunto de familiares de las víctimas , nuestros sentimientos de sinceras
condolencias, de solidaridad humana y cristiana, de comunión en la oración ante
el Padre de bondad y misericordia, para que acoja en su bondad a los fallecidos
y acompañe con el bálsamo de la paz interior y la esperanza cierta a sus seres
queridos. Ofrecemos también, con espíritu de misericordia y cercanía
samaritana, los servicios que la Iglesia Católica tiene en su pastoral
penitenciaria integrada por sacerdotes, religiosas y laicos, para acercarse y
atender espiritual y físicamente en la medida de nuestras posibilidades tanto a
los privados de libertad como a sus familiares y personas cercanas.
2.- Expresar nuestra
consternación más profunda y nuestro rechazo más firme ante lo ocurrido. Urge
la voluntad decidida, la sinceridad más diáfana y la disponibilidad más eficaz
para encarar con verdad y autenticidad las causas y circunstancias de lo
ocurrido, para proceder con justicia, responsabilidad y eficacia. Entretanto no
es temerario afirmar que lo ocurrido se inscribe en una fatídica crónica
anunciada y denunciada, habida cuenta de la cadena de imprevisiones, carencias,
distorsiones y complicidades que imperan en el entramado judicial, policial y
penitenciario.
Ejemplos
fehacientes son las impunidades, retrasos judiciales, dotación insuficiente y a
ratos cómplice, hacinamientos y otros tratos inhumanos y un largo etcétera,
reflejo de una ausencia de políticas idóneas, de corrupciones diversas,
negligencias patentes y la mentira o el disimulo. Son muchos los familiares de
los presos en las distintas cárceles y centros de reclusión que tocan las
puertas de la Iglesia para que hagamos algo para que haya una atención en
condiciones más humanas.
3.- Dos reclamos podrían
resumir los sentimientos y las expectativas más sentidos. El primero,
espontáneo y primordial: “basta ya” de compatriotas crucificados por el dolor,
la angustia, la injusticia, porque hay que devolver su lugar de honor a la
presunción de inocencia mientras no haya condena firme y porque incluso el
culpable de delito debe ser tratado siempre con respeto en sus derechos humanos
básicos y la expectativa de su reinserción social positiva. Un modelo para ello
lo tenemos a mano en el ejemplo de Jesús en la cruz y su relación de humanidad
misericordiosa con el “buen ladrón” y con sus propios verdugos.
El
otro, necesario y exigente, sanador y reconciliador: atrevámonos a la verdad,
porque “la verdad nos hará libres” (….) . Verdad de investigación
correspondiente, exhaustiva y convincente. Verdad política de asumir las
consecuencias de responsabilidades o culpabilidades por acción u omisión.
Verdad ética y espiritual de conversión, de cambio de rumbo, de nueva humanización
como personas y como pueblo.
4.- Una última palabra, en
el horizonte del Domingo de Resurrección, de la Pascua o “paso” del Señor,
corresponde a la esperanza. No basta con indignarnos y denunciar, unámonos a
las muchas instituciones de iglesias o de organizaciones privadas que trabajan
por el adecentamiento y mejor trato humano y jurídico, para que los muchos
reclusos que hay en el país tengan una vida digna en medio de estar privados de
libertad.
Que
el Señor de la pasión y muerte del viernes santo, bendiga y acoja a nuestros
privados de libertad como Jesús al buen ladrón. Y que las lágrimas de la Virgen
Dolorosa se conviertan en sonrisa y alegría de resurrección.
Caracas,
29 de marzo de 2018.
Con
nuestra copiosa bendición.
Presidencia
de la CEV y Comisión de Justicia y Paz.
Fuente:
Alfa y Omega