“No parece razonable ni
responsable creer que la Sábana Santa es una falsificación medieval”, dice el
padre Robert Spitzer
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La
más grande evidencia de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo es la
Sábana Santa de Turín. El padre Robert Spize, un sacerdote jesuita que
actualmente se desempeña como presidente del Centro Magis en Garden Grove,
California (Estados Unidos) ha realizado un análisis detallado de esta mortaja
funeraria de tela de lino tejida que, al parecer, cubría a un hombre que sufrió
las heridas de la crucifixión de una manera muy similar a la registrada para
Jesús de Nazaret.
Autor
prolífico, también aparece semanalmente en “El Universo del Padre Spitzer” de
EWTN, el sacerdote estadounidense recorre la historia de la Sábana Santa desde
1349, cuando surgió en Lirey, Francia, en manos del noble francés Geoffrey de
Charny, hasta nuestros días.
La
Sábana Santa, dice el padre Spitzer, se ha sometido a muchas más pruebas
científicas que cualquier otra reliquia en la historia de la humanidad por lo
que “es extremadamente improbable que la Sábana Santa sea una falsificación
medieval”.
Cuatro evidencias
Los
análisis rigurosos que sobre ella se han hecho muestran, en primer lugar, que
no hay pinturas, tintes u otros pigmentos en la Sábana Santa (a excepción de
las pequeñas manchas procedentes de la santificación de iconos y pinturas que
la tocaron).
En
segundo lugar, continúa el sacerdote estadounidense, “la precisión anatómica de
las manchas de sangre, que son de sangre humana real que se solidificaron en la
Sábana Santa antes de la formación de la imagen, están en una correlación
anatómica precisa con la imagen misma. ¿Cómo pudo un falsificador medieval
haber logrado esto?”
Más
adelante, en tercer lugar, Spitzer subraya que es extremadamente difícil
explicar cómo los granos de polen autóctonos de Palestina aparecieron en
abundancia en un sudario de probable origen semítico (si se originó en la
Europa medieval) y cómo las monedas acuñadas en 29 d. C. en Palestina
aparecieron en los ojos del hombre en el Sudario. ¿Cómo podría un falsificador
medieval haber duplicado estas características palestinas del siglo II de la
Sábana Santa?
En
cuarto y último lugar, dice el sacerdote, los cinco enigmas de la imagen en la
Sábana Santa casi con seguridad impiden una falsificación. “¿Cómo podría un
falsificador medieval haber usado la radiación ultravioleta al vacío para
descolorar la tela en la superficie superior de las fibrillas? ¿Cómo pudo haber
creado una imagen fotográfica negativa perfecta? ¿Cómo pudo haber creado una
doble imagen en la parte frontal de la Sábana Santa? ¿Y cómo pudo haber sabido
cómo duplicar el interior y el exterior de las manos en perfecta proporción el
uno al otro?
Por
lo tanto, concluye Spitzer, “no parece razonable ni responsable creer que la
Sábana Santa es una falsificación medieval”.
Tres últimos puntos
El
sacerdote jesuita subraya que, más allá de estas conclusiones sobre la
imposibilidad de falsificación medieval de la Sábana Santa, hay tres tipos de
evidencia probatoria que apuntan específicamente al lugar y tiempo de origen de
Jesús y a su crucifixión y Resurrección que son únicas.
1.
El material de la Sábana Santa, los granos de polen y las monedas en los ojos
del hombre, tienen su origen en la Palestina del primer siglo, el lugar donde
murió Jesús.
2.
Las manchas de sangre provienen de un evento de crucifixión idéntico al
descrito en los cuatro Evangelios, que fue muy inusual, si no único, en muchos
aspectos, como ser coronado con espinas, ser azotado y ser perforado con una
pilum romana.
3.
Los cinco enigmas de la imagen de la Sábana Santa (radiación ultravioleta al
vacío, imagen fotográfica negativa perfecta, creación de una doble imagen
frontal, duplicación interior y duplicación exterior perfecta de las manos)
apuntan a una ráfaga de radiación ultravioleta al vacío producida más allá de
la física desde un cuerpo mecánicamente transparente. Esto sugiere la
transformación del cuerpo de Jesús de uno físico a uno glorificado
espiritualmente (según lo informado por San Pablo y los cuatro Evangelios).
Es muy remoto que no sea
de Jesús
Las
probabilidades de que este sudario palestino del primer siglo –con las
características únicas de la crucifixión y resurrección de Jesús– sea el de
cualquier otra persona “son extremadamente remotas” escribe el padre Spitzer.
Y,
finalmente, el padre Spitzer concluye que, en la medida en que la imagen no es
una falsificación, y que se originó de una persona real que vivió en la época
de Jesús, crucificada de la manera única de Jesús, y produciendo una explosión
de intensa radiación ultravioleta al vacío de su cuerpo en descomposición,
¿quién más lo podría haber realizado?, se pregunta.
“Dado
todo esto, podemos inferir razonablemente que la Sábana Santa es el paño
mortuorio de Jesús, que contiene no solo una reliquia de su crucifixión, sino
también su Resurrección en gloria. Si es así, muestra tanto la verdad del
evento más significativo en la historia humana como la exactitud de los relatos
evangélicos de la misma”.
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia