“El dinamismo de la
caridad del creyente”
El Papa
Francisco invita a “permanecer en Cristo”, como los sarmientos en la vid, para
poder ser testigos “valientes” en la vida cotidiana y ser “santos”.
El
Papa ha comentado el Evangelio del día antes de la oración mariana del Regina
Coeli, este domingo, 29 de abril de 2018, en la Plaza San Pedro, en presencia
de unos 30.000 visitantes.
“Estamos
todos llamados a ser santos. Debemos ser santos por esta riqueza que recibimos
del Señor resucitado”, ha insistido el Papa.
Después,
el Papa llamó a la paz en Nigeria, en Siria y en el mundo, llamando a rezar el
Rosario por esta intención durante el mes de mayo y en especial el 1
de mayo, con motivo de su peregrinación al santuario del “Divino Amore”.
Acogió
especialmente el “coraje” de los líderes coreanos, después de su encuentro, el
viernes 27 de abril en Panmunjon.
También
se refirió a la beatificación en Cracovia (Polonia), el sábado, 28 de abril de
la enfermera y “apóstol de los enfermos” Hanna Chrzanowska.
Esta
es nuestra traducción, rápida, de trabajo, de las palabras del Papa,
pronunciadas en italiano, antes de la oración mariana.
AB
Antes del Regina Coeli
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La
Palabra de Dios también en este quinto domingo de Pascua sigue indicándonos el
camino y las condiciones para ser una comunidad del Señor resucitado. El
domingo pasado se resaltaba la relación entre el creyente y Jesús Buen Pastor.
Hoy, el Evangelio nos propone el momento en que Jesús se presenta como la vid
verdadera y nos invita a permanecer unidos a él para dar mucho fruto. (Jn 15,
1-8).
La
vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos, y los sarmientos
son fecundos solo cuando están unidos a la vid.
Esta
relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa
con el verbo “permanecer” que en el pasaje de hoy se repite siete veces.
Permaneced
en mi dice el Señor, se trata de permanecer con el Señor para encontrar el
valor de salir de nosotros mismos de nuestras comodidades, de nuestros espacios
restringidos y protegidos para proyectarnos en el mar abierto de las
necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en
el mundo.
Este
coraje nace en la fe del Señor resucitado y de la certeza de que su Espíritu
acompaña nuestra historia. Uno de los frutos más maduros que brota de la
comunión con Cristo es de hecho el compromiso de caridad hacia el prójimo,
amando a nuestros hermanos con abnegación, hasta las últimas consecuencias,
como Jesús nos amó. El dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de
estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o
ideológicas, sino del encuentro con Jesús y de permanecer en Jesús.
Él
es para nosotros la vid de la que absorbemos la savia, es decir la “vida” para
llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y de darse, lo que pone en
primer lugar a los últimos.
Cuando
se es íntimo con el Señor, como son íntimos entre si la vid y los sarmientos se
es capaz de dar fruto de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz que
derivan de la resurrección del Señor. Es lo que hicieron los santos aquellos
que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad,
porque eran verdaderos sarmientos de la viña del Señor. Pero para ser santo,
“no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos todos estamos
llamados a ser santos viviendo con el amor y ofreciendo el propio testimonio en
las ocupaciones de cada día ahí donde cada uno se encuentra”. (Exhortación
Apostólica Gaudete et Exultare, 14)
Todos
nosotros estamos llamados a ser santos y debemos ser santos con esta riqueza
que recibimos del Señor resucitado, cada actividad, el trabajo, el descanso, la
vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas,
culturales y económicas. Cada actividad, si se vive en unión con Jesús y con
actitud de amor y de servicio es una ocasión para vivir en plenitud el bautismo
y la santidad evangélica.
Le
pedimos ayuda a María Reina de los santos y modelo de perfecta comunión con su
Divino Hijo que nos ayude que nos enseñe ella a permanecer en Jesús como los
sarmientos de la viña y a no separamos nunca de su amor. Nada de hecho
podemos hacer sin él porque nuestra vida es Cristo vivo presente en la Iglesia
y en el mundo.
Raquel Anillo
Fuente: Zenit