¿Qué le agradezco hoy a
Jesús?
Quiero
unirme a todos los que lo alaban hoy. Hay muchos hombres aclamando a Jesús por
las obras que ha realizado en sus vidas. Tienen algo particular por lo que
darle las gracias. Una curación, un milagro, una palabra, un momento en que
Jesús se acercó y se detuvo delante de ellos, una mirada.
Cada uno recuerda un lugar, unas manos que lo sanaron, levantaron, consolaron. Un abrazo.
Cada uno recuerda un lugar, unas manos que lo sanaron, levantaron, consolaron. Un abrazo.
¿Qué
le agradezco hoy a Jesús? Hoy quiero darle gracias a Jesús en mi vida. Algo
concreto. Jesús apareció un día en mi camino. Lo alabo porque quizás me ayudó a
caminar. Porque me sostuvo cuando yo ya me caía. Porque fue a buscarme cuando
me alejaba de Él.
Porque
me esperó en mis ausencias. Porque sanó mi corazón herido de soledad y de
miedo. Porque calmó las tormentas de mi mar interior, lleno de ira, de
desánimo, de desilusión. Porque me miró hasta el fondo de mi corazón con
ternura cuando yo no podía ni mirarme. Porque comió en mi mesa, sentado junto a
mí.
Lo
alabo porque creyó en mí y me llamó por mi nombre. Porque me amó sin
condiciones y sin medida. Lo alabo porque cuando estaba todo oscuro y yo
no veía nada, ni sabía hacia dónde ir, me dijo al corazón: “No temas,
estoy contigo”.
Lo
alabo por mis momentos de cruz en los que sentí sus brazos. Por mis momentos de
miedo en los que me animó a saltar en la fe. Lo alabo porque me llamó en el
lago a vivir con Él. Lo alabo porque puso en mi corazón una sed que no me deja
quieto. Le doy gracias.
Coloco
mi vida a sus pies, mi manto, mis ramos de olivo. Jesús, que sabe que mi
corazón es frágil, me acoge y recibe mi alabanza.
Hoy
quiero dar las gracias. ¡Cuántas veces mi oración es sólo petición! Hoy
miro a Jesús. Sin ejército. Sin escudos. Sin protección. A pleno día.
Impotente.
Llega
a mí, que estoy tantas veces amurallado. Que me defiendo tanto para que no me
hagan daño. ¡Qué poco bendigo a Dios por las obras que hace en mi
vida! ¡Qué poco bendigo a los hombres por su amor y entrega! ¡Qué poco
agradezco y alabo! ¡Cuánto me quejo, exijo y mido!
Hoy
quiero agradecer y bendecir. Para alabar a Cristo. Que comienza su semana de
pasión por amor. Por un amor más grande. Por el amor por el que yo fui creado.
A
veces las cosas no son sólo blancas o negras. Hoy hay luz y miedo a la vez.
Alegría e inquietud. Vida y muerte.
Pienso
en María. Callada. Vive en el corazón lo que vive Jesús. Alegría por poder ver
cuánto bien ha hecho su Hijo. Miedo por el odio y la rabia de quienes lo buscan
creyéndose en posesión de la verdad. María está junto a Jesús, recibiendo con
paz y con alegría el agradecimiento de tantos hombres.
Quiero
alegrarme. Veo a lo lejos la luz de la Pascua y eso me alegra el alma. Tengo
tantas cosas que agradecer, tantos milagros que he visto. Por todo ello me
arrodillo ante Jesús para alabarlo.
Carlos Padilla
Esteban
Fuente:
Aleteia