Estos sacramentales no sólo recuerdan a Dios, sino
que invocan su protección
Viajar en auto puede ser a menudo una
experiencia frustrante y arruinar el resto de la jornada. Nuestras emociones
pueden verse fácilmente influenciadas por un mínimo cambio en el tráfico o en
las condiciones meteorológicas.
La Iglesia
durante los siglos ha proporcionado una serie de instrumentos para ayudarnos a
hacer presente a Dios mientras manejamos o realizamos actividades cotidianas.
Normalmente son objetos religiosos bendecidos por un sacerdote para invocar una
gracia particular de Dios. Fueron instituidos por la Iglesia para ayudarnos a
profundizar en nuestra relación con Cristo y se dirigen a santificar cada
aspecto de nuestra vida. Los sacramentales son extensiones de los siete
sacramentos y llevan la gracia de Dios a todo lo que hacemos.
Otro beneficio de los sacramentales es la
capacidad de invocar la mano protectora de Dios sobre nosotros. Aunque no
necesariamente van a impedir que tengamos un accidente, son poderosos
recordatorios de la necesidad de pedir la ayuda providencial de Dios. Muchas
personas han atestiguado verdaderos hechos milagrosos relacionados con el uso
correcto de los sacramentales, que han salvado sus vidas o las de sus seres
queridos.
Estos son
tres sacramentales que, si se usan correctamente, pueden ofrecer ayuda
espiritual y protección divina cuando viajas.
Bendición
del automóvil
Entre las muchas bendiciones, la Iglesia
tiene una especial para los automóviles. Generalmente la hace un sacerdote o un
diácono, e invoca el cuidado especial de Dios sobre el vehículo. La bendición
se realiza normalmente una sola vez y dura toda la vida del automóvil, aunque
podría hacerse en más de una ocasión, sobre todo antes de un viaje largo. Esta
es una poderosa oración que pide a Dios que nombre ángeles guardianes que nos
cuiden:
Dios omnipotente, Creador del cielo y de la
tierra, que en tu sabiduría multiforme has dado al hombre ingenio e imaginación
para fabricar nuevos medios de transporte, haz que los conductores de estos
autos, en los diversos itinerarios de trabajo o de ocio, operen siempre con
pericia y prudencia para la seguridad e incolumidad de todos y adviertan junto
a ellos tu continua presencia.
Escapulario
marrón
Aunque normalmente se lleva bajo la ropa,
el escapulario marrón de Nuestra Señora del Carmelo es un sacramental poderosos
que implica muchas “promesas” para quien lo lleva con fe. Algunos no sólo lo
llevan puesto, sino que lo cuelgan en el espejo retrovisor. Así no importa
quien maneja el vehículo, siempre se invoca la protección de la Virgen.
Esto dijo Juan Pablo II sobre el poder del
escapulario marrón:
Dos, por tanto, son las verdades evocadas
en el signo del Escapulario: por una parte, la protección continua de la Virgen
Santísima, no sólo a lo largo del camino de la vida, sino también en el momento
del tránsito hacia la plenitud de la gloria eterna; por otra, la conciencia de
que la devoción hacia Ella no puede limitarse a oraciones y obsequios en su
honor en algunas circunstancias, sino que debe constituir un «hábito», es decir
una actitud permanente de la propia conducta cristiana, entretejida de oración
y de vida interior, mediante la frecuente práctica de los Sacramentos y el
concreto ejercicio de las obras de misericordia espiritual y corporal.
Medalla de San Cristóbal
Uno de los sacramentales más comunes usados
en el automóvil es la famosa medalla de San Cristóbal. El santo es conocido
como patrono de los que viajan, y su intercesión se invoca a menudo en los
viajes por carretera. Esta es la “Oración del conductor” que rezan muchas
personas antes de emprender un viaje:
¡Señor! Concédeme una mano firme y un ojo
vigilante, para que no hiera a nadie a mi paso. Tu diste la vida y yo Te pido
que ninguna de mis acciones vaya contra este don que viene de Ti. Enséñame a
usa mi automóvil para las necesidades de los demás, a no despreciar, por amor a
la velocidad, las bellezas del mundo que Tu has creado, para que pueda, con alegría
y amabilidad, continuar mi camino. San Cristóbal, patrono de
los viajantes, protégeme y condúceme sano y salvo a mi meta. Amén.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia