Existen abundantes
documentos escritos que prueban que el cristianismo no está basado en un cuento
de hadas
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Si
preguntas a un cristiano qué prueba escrita tiene de que Jesús es una figura
histórica y probablemente señalará exclusivamente a la Biblia. Las cartas de
san Pablo, escritas 25 años después de la muerte de Jesús, y los Evangelios del
Nuevo Testamento, el más antiguo de ellos escrito unos 70 años después de los
sucesos descritos, se basan en testimonios oculares de quienes vivieron en
tiempos de Jesús en la tierra.
Aunque
la abundancia de escritos cristianos que avalan la existencia de Jesús es
aceptada por la mayoría de historiadores, también existe un consolidado
registro de testimonios no cristianos que afirman que Jesús de Nazaret fue un
personaje histórico que vivió hace unos 2000 años.
Los
documentos históricos que confirman la existencia de Jesús incluye escritos
tanto de historiadores romanos como judíos, literatura rabínica y cronistas
anticristianos que vivieron durante los primeros días del cristianismo:
1. Flavio Josefo (37-100
d. C.)
Se
cree que el primer autor no cristiano que menciona a Jesús es el historiador
judío Flavio Josefo (nacido Yosef ben Matityahu), que escribió una historia del
judaísmo en torno al año 93, las famosas Antigüedades de los judíos. En
sus escritos menciona una serie de personajes del Nuevo Testamento, incluyendo
a Jesús, Juan Bautista y al “hermano” de Jesús, Santiago.
En
las Antigüedades, Josefo escribe:
Por
aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo
hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que
aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el
Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la
crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque
se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y
mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad
existe la agrupación de los cristianos. (Antigüedades 18:3:3).
Sin
embargo, este pasaje es un poco controvertido y, aunque los investigadores
aceptan que Josefo mencionó a Jesús, sospechan que un escriba cristiano alteró
el pasaje para retratar bajo un prisma positivo a Jesús.
El
siguiente pasaje, en el que Josefo menciona a Jesús y su “hermano” Santiago,
establece firmemente la existencia de Jesús:
Por
haber muerto Festo y encontrarse Albino todavía en camino, [Anás] instituyó un
consejo de jueces [sanedrín], y tras presentar ante él al hermano de Jesús el
llamado Cristo, de nombre Santiago, y a algunos otros, presentó contra ellos la
falsa acusación de que habían transgredido la Ley y, así los entregó a la plebe
para que fueran lapidados. (Antigüedades 20:9:1).
2. Tácito (56-120 d. C.)
Los
investigadores señalan al historiador romano Tácito para confirmar que la
crucifixión de Jesús tuvo lugar realmente. En sus Anales, registra
la muerte de Jesús a manos de Poncio Pilato:
En
consecuencia, para deshacerse de los rumores, Nerón culpó e infligió las
torturas más exquisitas a una clase odiada por sus abominaciones, quienes eran
llamados cristianos por el populacho. Cristo, de quien el nombre tuvo su
origen, sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de
nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la superstición muy maliciosa, de este
modo sofocada por el momento, de nuevo estalló no solamente en Judea, la
primera fuente del mal, sino incluso en Roma, donde todas las cosas espantosas
y vergonzosas de todas partes del mundo confluyen y se popularizan. En
consecuencia, el arresto se hizo en primer lugar a quienes se declararon
culpables; a continuación, por su información, una inmensa multitud fue
condenada, no tanto por el delito de incendiar de la ciudad como por su odio
contra la humanidad.
3. Plinio el Joven (62-11
d. C.)
Los
escritos de un gobernador romano en Asia Menor, Plinio el Joven, establecen que
los antiguos cristianos adoraban a Jesús como a un dios. A continuación, resume
lo que aprendió tras interrogar a cristianos:
[Los
cristianos afirmaban] haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día
determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios.
Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y
el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando
se lo reclamen. (Epístolas 10.96)
4. Literatura rabínica
judía
Hay
una serie de obras clásicas de los escritos rabínicos judíos (el Talmud
babilónico en particular) que contienen referencias a Jesús.
El
historiador Joseph Klausner resume estas alusiones en su libro Jesús de
Nazaret:
Hay
enunciados confiables en lo que respecta a que su nombre era Yeshua (Yeshu) de
Nazaret, que “practicó la hechicería” (es decir, que realizó milagros como era
corriente en aquellos días) y la seducción, y que conducía a Israel por mal
camino; que se burló de las palabras de los sabios y comentó la Escritura de la
misma manera que los fariseos; que tuvo cinco discípulos; que dijo que no había
venido para abrogar nada en la Ley ni para añadirle cosa alguna; que fue
colgado de un madero (crucificado) como falso maestro y seductor, en víspera de
Pascua (que cayó en sábado); y que sus discípulos curaban enfermedades en su
nombre. (J. Klausner, Jesús de Nazaret, p. 44)
5. Luciano de Samósata
(125 – 180 d. C. aprox)
El
autor pagano Luciano de Samósata, humorista, aunque ridiculizaba a los
cristianos, aceptaba que Jesús existió de verdad:
[Los
cristianos] todavía siguen adorando a aquel gran hombre que fue crucificado en
Palestina por haber introducido entre los hombres esta nueva religión. (…) Y es
que los infelices creen a pie juntillas que serán inmortales y que vivirán
eternamente, por lo que desprecian la muerte e incluso muchos de ellos se
entregan gozosos a ella. Además su fundador les convenció de que todos eran
hermanos. Y así, desde el primer momento en que incurren en este delito
reniegan de los dioses griegos y adoran en cambio a aquel filósofo crucificado
y viven según sus preceptos. Por eso desprecian los bienes, que consideran de
la comunidad. (Luciano, Sobre la muerte de Peregrino)
6. Celso (siglo II)
Este
filósofo griego del siglo II, aunque también criticaba a los cristianos,
afirmaba la existencia de Jesús. Aquí escribe que Jesús realizó sus milagros a
través de hechicería:
¡Oh
luz de la verdad! Con sus propias palabras, según vosotros mismos consignasteis
por escrito, anuncia que vendrán a vosotros otros que se valdrán de milagros
semejantes siendo unos malvados hechiceros. Y hasta nombra a un cierto Satanás
como autor de tales tramoyas. Así, ni él mismo niega que todo esto no tiene
nada de divino, sino que son obras de hombres malvados. Y, forzado de la
verdad, descubrió los artilugios de los otros y desacreditó, a par, los suyos
propios. Ahora bien, ¿no es cosa miserable tener, por las mismas obras, a uno
por un dios y a otros por hechiceros? ¿Por qué razón, si a esos hechos nos
atenemos, tener por más malvados a los otros que a éste, más que más que él nos
vale de testigo? Todo eso confesó él mismo no ser signos de naturaleza divina,
sino de gentes embusteras y padrones de toda maldad.
Zelda
Caldwell
Fuente:
Aleteia