Entrevista a Jorge Milia sobre la ‘pedagogía de la
sonrisa’ de Jorge Mario Bergoglio, de 'maestrillo' a Pontífice
El papa Francisco ha insistido que la
santidad no es tener cara de “estampita” o “tener cara de vinagre”. Considera
que nadie es tan pobre como para no regalar una sonrisa e insiste que no debe
faltar un poco de humor, incluso en las situaciones más difíciles. El
buen humor hay que pedirlo a Dios como una gracia, asevera.
Y esta actitud muy humana se
remonta a aquellos días de colegio, cuando Jorge Mario Bergoglio era
‘maestrillo’, es decir, un joven de 28 años, novicio jesuita, que realizaba sus
tres años de docencia obligatoria para ser parte de la Compañía de Jesús. Así,
en los años sesenta, impartía lecciones de literatura y psicología.
“Él nos dice de aprender a
sonreír. Porque los demás no tenían porque hacerse cargo de nuestros
problemas”, contó Jorge Milia, 69 años, que tuvo a Bergoglio como su profesor
de literatura española en 1964 y de literatura argentina en 1965, en el Colegio Inmaculada
Concepción administrado por los jesuitas en Santa Fe de
Vera Cruz, Argentina.
El también periodista, autor del
libro “De la edad feliz”, prologado por Bergoglio, opina que era uno de los
“diez mejores colegios de América” en ese momento y “tenía una concepción de
crear gente que pensaba”.
De hecho, cotejando las
anécdotas de Milia, encontramos una creciente coherencia entre las enseñanzas
del ‘maestrillo’, con las de papa Francisco en las homilías de Santa Marta o en
las catequesis en la Plaza de San Pedro.
De ahí, no es una causalidad que
haya dedicado un año entero a predicar sobre la esperanza cristiana en las
catequesis (2015-2016) y haya titulado el documento sobre la familia: La
alegría del amor o su primera exhortación, documento
programático de su pontificado: La alegría del Evangelio.
Recientemente, en la homilía de
Santa Marta del 30 de mayo 2018, Francisco insistió en el sentido de la verdadera alegría que no “es vivir de
risotada en risotada. No eso no. La alegría no es ser divertido. No. es eso…La
alegría cristiana es la paz del corazón y que sólo Dios nos puede dar”.
La alegría de crear
¿Cómo era Bergoglio como profesor? “A
cualquier persona que tenía un proyecto, él trataba de ayudarla a concretarlo,
él nos decía que lo triste sería que no
tuviéramos proyectos, triste como personas y como cristianos”. Era
cuidadoso “de potenciar la personalidad de cada uno”, sostuvo Milia.
Así ocurrió cuando algunos
alumnos inspirados en el auge de los Beatles fueron donde el maestro
Bergoglio para pedirle ayuda. “Ellos trataban de buscar cómo hacer un grupo
musical…a Bergoglio le encantó la idea y les consiguió, por un lado, una sala
dentro del colegio para que pudieran ensayar, también logró que les prestaran el
equipo de audio del colegio”.
“Bergoglio como profesor era
bastante original”, recalcó Milia. Un ejemplo fue cuando llevó a sus alumnos al
cine Garay, salón de actos del colegio, para hacerles ver la proyección de Séptimo Sello de Ingmar Bergman. “En una
sociedad de provincia y en un colegio católico mostrar una película de Bergman,
le puso los pelos de punta a todas las madres”, contó divertido.
El humor ante la muerte
Milia sostiene que el papa Francisco le
saca broma hasta a la posibilidad de ser víctima de un atentado, escenario que
aterroriza a sus amigos más cercanos, pues le ven abrazar, estrechar manos y
tomar mate (bebida típica argentina) sin precisión de quien se le acerca en la
Plaza de San Pedro durante las concurridas audiencias generales.
Tiene un humor “borgiano”, pues
a “él no le preocupa tanto el hecho de morir. Pero, si le preocupa el hecho de
que quienes cometan el acto no sean profesionales”. Así, con un poco de ironía,
el Papa tranquiliza a sus amigos.
El periodista encontró a Francisco
recientemente al final de la audiencia general, el 23 de mayo de 2018. Aseguró
que cuando tiene oportunidad charlan de todo con él y admira su capacidad de
“verlo todo desde la óptica del humor”.
“No digo que dejase de tener una
concepción seria sobre un problema, pero decía que debía rescatar esa parte (la
del humor) …Porque creo que si uno puede hacer reír a la gente; en algún
momento, está regalando vida, está elevando el alma de las personas”.
La casi excomunión a su
amigo
Asimismo, contó una anécdota jocosa de su
relación con Bergoglio. Tras la renuncia de Benedicto XVI, apenas recibió la
convocatoria para ir a Roma para participar en el cónclave.
Milia y su amigo, el entonces
arzobispo de Buenos Aires, “mejor Jorge”, – “nadie me educó para ser amigo de
un Papa”- , explica, acordaron una cita para verse en febrero de 2013, a las 11
de la mañana. Obviamente, no se encontraron. El cardenal Bergoglio le dijo que
lo llamaba apenas regresara de Roma.
“¡Cuando vuelva (del Vaticano)
arreglamos. Porque quiero charlar contigo, dale! – La cuestión es que nunca mas
volvió”. Los medios de comunicación llamaban hasta en la madrugada a la casa de
Milia: “Querían hablar conmigo sobre cómo había sido el nuevo papa”.
“Cuando se cumplieron dos meses,
dije: -Bueno me parece que tendré que escribirle-”. Le envió un e-mail con un
adjunto. Eso fue un viernes y el domingo por la mañana suena el teléfono: “Hablo
con la casa de Jorge Milio”, dice una voz del otro lado de la bocina”.
“Yo respondí: -‘Usted se ha
comunicado con la casa del amigo del Papa, si es el Papa marque 1 y si es
alguno para los medios cuelgue. Porque ahora estoy esperando hablar con el
Papa’ –. Y lógicamente, Jorge lanzó una carcajada y me dijo: ‘Estas
completamente loco y perdido’.”
El Papa le contó que había
recibido su carta, pero que tenía un problema: Era para darle la excomunión. Su
tocayo se sorprendió del otro lado del océano. ‘¿De excomunión?’.
Francisco sigue: “El viernes uno
de mis secretarios llega y me dice: ‘Su santidad ha recibido una carta” – Yo
pensé: ‘Este muchacho se me quemó’ (se enloqueció). Le dije: “Aquí
las cartas llegan por montones”. – “Si, pero, ha recibido una carta de 12
paginas”. “¿12 paginas? – “Eso es para excomunión”- ¿Quien la envía? - La envía un tal Jorge Milia- Entonces,
déjamela aparte”.
Así, le contó sus “desventuras
después de haber tenido que sufrir” la elección como Papa. “Siempre que me
encuentro con él, siempre, tenemos algo de que reírnos y creo que es
importante. Porque cuando uno puede reírse
junto a un amigo las cosas son mucho mejores, aunque
podamos estar tratando un tema espinoso, complicado o simplemente triste como
hay tantos”.
De hecho, una de las
características del Papa Francisco es que siempre sonríe, no obstante, pueda
tener figurativamente hablando, tener sobre sus hombros el peso de la humanidad.
“Una vez me dijo Jorge que uno
tenía que saber sonreír. Porque los demás no tenían porque hacerse cargo de
nuestros problemas y de golpe saludar a alguien con una sonrisa era
cambiar su día, era hacer el bien…Dios no es un Dios de
caras agrias”, abundó Milia.
La pedagogía de la sonrisa, era
algo que enseñó a sus alumnos: “Él nos decía
que el ceño fruncido, siempre genera un rechazo, y – aceptó la otra cara- hay
gente que no nos queda de otra que ponernos así, frente a los hechos que nos
superan. Pero,
realmente una sonrisa para una persona que está en medio de una tribulación, el
dolor, la enfermedad, es también una forma de caridad”. Jorge Milia dice que
aprendió del “maestrillo” que “la sonrisa tiene un poco de esa riqueza del que
lo da todo”.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia