“El centro de la Eucaristía no es el hombre, sino Dios”
Misa / Crédito: Flickr Lawrence OP (CC BY-NC-ND 2.0) |
“Es esencial comprender y vivir la liturgia como
un momento sagrado”, afirmó el Prefecto Emérito de la Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Jorge Medina Estévez.
“No
es un momento banal, no es un momento de convivencia simpática como puede tener
un grupo de amigos, es otra cosa”, aclaró el Cardenal, quien formó parte de la
comisión redactora del Catecismo de la Iglesia Católica, en concreto de la
parte sobre la Liturgia y los Sacramentos.
En
entrevista con ACI Prensa, el Cardenal Medina se refirió a los intentos de
algunas parroquias y comunidades de modificar la liturgia con la intención de
hacerla más agradable a la asamblea, frente a lo cual señaló que “hay cosas que
son inamovibles y cosas que pueden ajustarse”.
“Si
tú miras la liturgia como se celebra en Oriente, el rito bizantino por ejemplo,
no es exactamente la forma como se celebra en Occidente en el rito romano. Son
dos formas, ambas perfectamente legítimas”, explicó.
En
el caso de la homilía, dijo que “puede ser más cercana a la gente, pero no
puede caer en un lenguaje vulgar, porque le hace perder el carácter de parte de
un conjunto que es sagrado”.
“La
liturgia está orientada hacia Dios, es una alabanza, como son los salmos”. Por
lo tanto, continuó el Cardenal Medina, “el centro de la Eucaristía no es el
hombre, sino Dios”.
En
ese sentido, señaló que “en la Misa lo importante es el Señor Jesús y no el
sacerdote. Este último no es un actor, ni estrella de cine o alguien que atrae
la mirada hacia sí, sino que actúa como ministro, como servidor, como
intermediario, como instrumento de la acción de Dios”.
“Esa
actitud del sacerdote está subrayada, me parece a mí, por el hecho de que
celebra con ornamentos y no con el traje de calle. El ornamento invita a
olvidarse de la persona, de las cualidades personales del sacerdote, para
pensar que estamos frente a una persona que está actuando como instrumento de
Dios”, sostuvo.
En
cuanto a las formas de recibir la comunión, el Cardenal Medina explicó que en
la Iglesia han existido distintas costumbres, “legítimas en su momento”.
Por
ejemplo, “en el siglo III solía llevarse la Comunión a la casa y guardarla en
un lugar respetable y cada día comer un pedacito. Eso existió, pero después la
Iglesia no aceptó que se tuviera la Sagrada Eucaristía en las casas, a
excepción de los obispos y sacerdotes con permiso del obispo”.
En
cuanto a recibir la Sagrada Comunión en la mano, el Cardenal expresó que “no me
preocupa tanto la cosa, porque yo he cometido más pecados en mi vida con la
lengua que con las manos, de manera que no creo que mi boca sea de suyo más
santa que mis manos”.
Pero
aclaró que “la persona ahí mismo debe llevársela a la boca”, para evitar casos
en los que se han llevado la hostia consagrada en el bolsillo “para después
usarla para cualquier cosa, incluso para actos de brujería”.
En
ese sentido, dijo que una ventaja recibir la Comunión en la boca es evitar que
queden algunos restos en la mano.
“A
mí personalmente me agrada que la Comunión sea recibida en la boca y de
rodillas, como una expresión de respeto hacia un acto tan sagrado como es
recibir el cuerpo de Cristo”, concluyó.
POR
BÁRBARA BUSTAMANTE
Fuente:
ACI