Mensaje del Papa a 15.000 jóvenes argentinos
CPP / Polaris/East News |
Ante más de 15 mil jóvenes de toda la
Argentina, el Papa Francisco se hizo presente predicando una, para los
asistentes y para la historia de la pastoral de juventud en la Argentina,
inolvidable catequesis. Lo hizo a través de un video mensaje emitido durante II Encuentro
Nacional de Jóvenes, que termina hoy en Rosario, Argentina. ¡Qué
mejor manera para ir perfilando el cierre del segundo día de encuentro, tras la
multitudinaria Adoración Eucarística en el Hipódromo, que escuchar de voz del
Papa que sí, como se afirma en el lema del encuentro “podés renovar la
historia”.
En su mensaje, el Papa reconoció el
entusiasmo de los jóvenes “que contagia”: “Donde hay jóvenes hay lio, por el
amor hacia Cristo y los hermanos que en estos días seguramente va a ir en
aumento, pero que no sea espuma, que no sea sólo espuma, que sea jabón que hace
espuma, pero que sea jabón”.
Reflexionando como es habitual
en torno a tres idas, el Papa hizo referencia a tres palabras: presencia,
comunión y misión.
Renovar la historia
“La primera palabra es presencia: Jesús
está con nosotros, está presente en nuestra historia, si no nos convencemos de
esto no somos cristianos, camina con nosotros, aunque no lo conozcamos,
pensemos en los discípulos de Emaús. (…) ¿Vos sabés hacer silencio en tu
corazón para escuchar la voz de Jesús? No es fácil, probá”, pidió.
En momentos, siguió el Papa,
“vas herido por el camino y parece que ya no podés más, que las contradicciones
son más fuertes que todo lo positivo, de toda la polenta que vos le quieras
poner, que no ves la luz al final del túnel, pero cuando te encontrás con
Jesús, es una gracia, el buen samaritano que se acerca a ayudarte, ese es
Jesús: todo se renueva, vos te renovás y podés con Jesús, renovar la historia.
‘Eh, Padre, ¡no exagere! ¿cómo vamos a renovar la historia?’ ¡Podés renovar la
historia! ¡La renovó una chica de 16 años que en Nazaret dijo SI! ¡Podés
renovar la historia!, aseguró.
“Pero para recorrer este camino
de ayudar a levantar a otros, no lo olvidemos, necesitamos de los encuentros
personales con Jesús, momentos de oración, de Adoración y sobre todo de
escuchar la Palabra de Dios. Te pregunto nomás, ¿cuántos de ustedes leen dos
minutos el Evangelio en el día? Dos minutos, eh. Tenés un evangelio chiquito,
lo llevás en el bolsillo, en la cartera, mientras vas en el bus, mientras vas
en el subte, en el tren, o te parás y te sentás en tu casa, lo abrís y leés dos
minutos, ¡probá! Y vas a ver cómo te cambia la vida, ¿por qué?, ¡porque te
encontrás con Jesús! ¡Te encontrás con la Palabra!”, continuó.
Caminar en pueblo
Reflexionando sobre la segunda palabra,
comunión, el Papa aclaró: “no vamos solos escribiendo la historia, algunos se
la creyeron, piensan que solos o con sus planes van a construir la historia;
¡Somos un pueblo! Y la historia la construyen los pueblos, ¡no los ideólogos!
¡Los pueblos son los protagonistas de la historia! ¡Somos una comunidad, somos
una Iglesia! Y si vos querés construir, como cristiano, tenés que hacerlo en el
Pueblo de Dios, en la Iglesia, como Pueblo, no en un grupito “pitucón” o
estilizado apartado de la vida del pueblo de Dios”.
Sínodo de los jóvenes
El Papa Francisco invitó a los jóvenes a
ser partícipes del Sínodo de los Jóvenes, “protagonistas desde el corazón, de
este acontecimiento especial, tan importante”. “No se queden al margen,
comprométanse, digan lo que piensan, no sean exquisitos, “que me miró, que me
tocó, que, si la piensa distinto, que no estoy de acuerdo con el mensaje”, vos,
¿cómo vivís?, ¡compartí lo que vivís! El Papa quiere escucharlos, el Papa
quiere dialogar y buscar juntos nuevos caminos de encuentro, que renueven
nuestra fe y revitalicen nuestra misión evangelizadora. Ustedes saben mejor que
yo que las computadoras, los celulares, necesitan actualizaciones para
funcionar mejor, también nuestra pastoral necesita actualizarse, renovarse,
revisar la conexión con Cristo, a la luz del Evangelio”.
Iglesia en salida
En torno a la tercer palabra, misión, el
Papa pidió “Vayan, no tengan miedo. Los jóvenes tienen la fuerza de la
inquietud, del inconformismo, sean inconformistas, hagan lio, no dejen que la historia
se escriba afuera mientras miran por la ventana, no balconeen la vida, pónganse
las zapatillas, salgan con la camiseta de Cristo y juéguense por sus ideales.
Vayan con Él a curar las heridas de tantos hermanos nuestros que están tirados
al borde del camino. Vayan con Él a sembrar esperanza en nuestros pueblos y
ciudades. Vayan con Él a renovar la historia”.
A continuación reproducimos el
mensaje completo del Papa a los jóvenes argentinos, que bien puede ser leído, y
sobre todo, escuchado, como continuación del que dio en la catedral de Río de
Janeiro meses después de haber sido electo Papa. Son una unidad que sin duda
está relanzando la historia de la juventud católica en la Argentina.
Queridos chicos y chicas:
Me alegra hacerme presente a
través de este video mensaje, en este Encuentro Nacional de juventud, que están
viviendo en Rosario.
Me lo pidieron mis hermanos
Obispos y lo hago con gusto. Sé que se prepararon con mucho esfuerzo y de
muchas maneras para poder estar ahí, gracias por todo ese trabajo, por ponerse
en camino con alegría, con fe y esperanza, con ilusiones compartidas; cuando
uno va a un encuentro de jóvenes, siempre hay fe, esperanza, ilusiones que se
van compartiendo allí y van creciendo. ¡Gracias por el entusiasmo que
contagia!, donde hay jóvenes hay lio, por el amor hacia Cristo y los hermanos
que en estos días seguramente va a ir en aumento, pero que no sea espuma, que no
sea sólo espuma, que sea jabón que hace espuma, pero que sea jabón.
Cuando pensaba en ustedes y en
que podía compartirles para este Encuentro, se me ocurrieron tres palabras:
presencia, comunión y misión.
La primera palabra es presencia:
Jesús está con nosotros, está presente en nuestra historia, si no nos
convencemos de esto no somos cristianos, camina con nosotros, aunque no lo
conozcamos, pensemos en los discípulos de Emaús.
Jesús se ha hecho nuestro
hermano, nos invita también a nosotros a encarnarnos, a construir juntos esa
palabra tan linda: “la civilización del amor”, como discípulos y misioneros
suyos, acá y ahora, en tu casa, con tus amigos, en las situaciones que te tocan
vivir a diario; para eso es necesario estar con Él, ir a su encuentro en la oración,
en la Palabra, en los sacramentos, dedicarle tiempo, hacer silencio para oír su
Voz. ¿Vos sabés hacer silencio en tu corazón para escuchar la voz de Jesús? No
es fácil, probá.
Él está con vos, aunque tal vez
en algunos momentos, te sientas como los de Emaús antes de encontrarse con
Jesús Resucitado, te sientas triste, decepcionado, bajoneado, bajoneada, sin
muchas esperanzas de que las cosas cambien, y bueno, se ven cada cosa en la
vida, que a veces, claro, nos bajoneamos. Vas herido por el camino y parece que
ya no podés más, que las contradicciones son más fuertes que todo lo positivo,
de toda la polenta que vos le quieras poner, que no ves la luz al final del
túnel, pero cuando te encontrás con Jesús, es una gracia, el buen samaritano
que se acerca a ayudarte, ese es Jesús: todo se renueva, vos te renovás y podés
con Jesús, renovar la historia.
Eh, Padre, ¡no exagere! ¿cómo
vamos a renovar la historia? ¡Podés renovar la historia! ¡La renovó una chica
de 16 años que en Nazaret dijo SI! ¡Podés renovar la historia!
El buen samaritano es Cristo que
se acerca al pobre, al que lo necesita; el buen samaritano también sos vos
cuando, como Cristo, te acercás al que está a tu lado y en él sabés descubrir
el rostro de Cristo. Es un camino de amor y misericordia. Jesús nos encuentra,
nos sana, nos envía a sanar a otros. Nos envía a sanar a otros.
Solamente nos es lícito mirar a
una persona de arriba a abajo, desde arriba, solamente para agacharnos y
ayudarla a levantarse, sino, no tenemos derecho de mirar a nadie desde arriba,
nada con la naricita así, eh (hace el gesto, tocándose la nariz, eleva la
cabeza); si yo miro desde arriba es para agachar y ayudar a levantar.
Pero para recorrer este camino
de ayudar a levantar a otros, no lo olvidemos, necesitamos de los encuentros
personales con Jesús, momentos de oración, de Adoración y sobre todo de
escuchar la Palabra de Dios. Te pregunto nomás, ¿cuántos de ustedes leen dos
minutos el Evangelio en el día? Dos minutos, eh. Tenés un evangelio chiquito,
lo llevás en el bolsillo, en la cartera, mientras vas en el bus, mientras vas
en el subte, en el tren, o te parás y te sentás en tu casa, lo abrís y leés dos
minutos, ¡probá! Y vas a ver cómo te cambia la vida, ¿por qué?, ¡porque te
encontrás con Jesús! ¡Te encontrás con la Palabra!
La segunda palabra es comunión:
no vamos solos escribiendo la historia, algunos se la creyeron, piensan que
solos o con sus planes van a construir la historia; ¡Somos un pueblo! Y la
historia la construyen los pueblos, ¡no los ideólogos! ¡Los pueblos son los
protagonistas de la historia! ¡Somos una comunidad, somos una Iglesia! Y si vos
querés construir, como cristiano, tenés que hacerlo en el Pueblo de Dios, en la
Iglesia, como Pueblo, no en un grupito “pitucón” o estilizado apartado de la
vida del pueblo de Dios. El Pueblo de Dios es la Iglesia, con toda la gente de
buena voluntad, con sus chicos, sus grandes, sus enfermos, sus sanos, sus
pecadores, que somos todos, con Jesús, la Virgen, los santos que nos acompañan.
Caminar en pueblo, construir una historia de pueblo.
Jesús cuenta con vos, y también
cuenta con él, con ella, con todos nosotros, con cada uno. Sabemos que como
Iglesia estamos en un tiempo muy especial, en el año del Sínodo de los obispos,
que va a tratar el tema de los jóvenes. Ustedes, los jóvenes serán el objeto de
las reflexiones de este Sínodo, y, además, recibiremos de ustedes los aportes,
ya sea de la Asamblea pre sinodal que se realizó en Roma con 350 (trescientos
cincuenta) chicos y chicas de todo el mundo, cristianos, no cristianos y no
creyentes, del cual también participaron 15000 (quince mil) a través de las
redes sociales que se iban comunicando con ellos. Ellos han hecho una
propuesta, una semana estudiaron, peleando, discutiendo, riéndose, y ese aporte
nos llega al Sínodo, y ¡ahí estás vos! Con ese aporte vamos adelante.
Los invito a ser partícipes,
protagonistas desde el corazón, de este acontecimiento especial, tan
importante, no se queden al margen, comprométanse, digan lo que piensan, no
sean exquisitos, “que me miró, que me tocó, que, si la piensa distinto, que no
estoy de acuerdo con el mensaje”, vos, ¿cómo vivís?, ¡compartí lo que vivís!
El Papa quiere escucharlos, el Papa quiere
dialogar y buscar juntos nuevos caminos de encuentro, que renueven nuestra fe y
revitalicen nuestra misión evangelizadora. Ustedes saben mejor que yo que las
computadoras, los celulares, necesitan actualizaciones para funcionar mejor,
también nuestra pastoral necesita actualizarse, renovarse, revisar la conexión
con Cristo, a la luz del Evangelio; ese que desde ahora vas a llevar en el
bolsillo y vas a leer dos minutos por día. Mirando al mundo de hoy,
discerniendo y dando nuevas energías a la misión compartida, ese es el trabajo
que van a tener ustedes en estos días, sobre todo, y que yo acompaño con mi
cercanía y mi oración, y mi simpatía.
Decíamos entonces, presencia y
comunión, la tercera palabra es misión. Se nos llama a ser Iglesia en salida,
en misión. Una Iglesia misionera, no encerrada en nuestra comodidades y
esquemas, sino que salga al encuentro del otro; Iglesia samaritana,
misericordiosa, en actitud de diálogo, de escucha. Jesús nos convoca, nos envía
y nos acompaña para acercarnos a todos los hombres y mujeres de hoy, así lo
escucharemos el próximo domingo en el Evangelio: “Vayan y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo, y Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo”.
Vayan, no tengan miedo. Los
jóvenes tienen la fuerza de la inquietud, del inconformismo, sean inconformistas,
hagan lio, no dejen que la historia se escriba afuera mientras miran por la
ventana, no balconeen la vida, pónganse las zapatillas, salgan con la camiseta
de Cristo y juéguense por sus ideales. Vayan con Él a curar las heridas de
tantos hermanos nuestros que están tirados al borde del camino. Vayan con Él a
sembrar esperanza en nuestros pueblos y ciudades. Vayan con Él a renovar la
historia.
Muchas veces han oído decir que
ustedes son el futuro, en este caso el futuro de la Patria, el futuro está en
las manos de ustedes, es verdad, porque nosotros nos quedamos, y ustedes
siguen; pero cuidado, un futuro sólido, un futuro fecundo, un futuro que tenga
raíces, algunos sueñan con un futuro utópico…”no, la historia ya pasó, no, lo
de antes…no, ahora empieza…”, ahora no empieza nada, ¡te la vendieron!
Bernárdez, nuestro poeta, termina un verso diciendo: “lo que el árbol tiene de
florido viene de lo que tiene de soterrado”, volvé a las raíces, y armá tu
futuro desde las raíces, de donde te viene la savia, no renegués de la historia
de tu Patria, no renegués la historia de tu familia, no niegues a tus abuelos,
buscá las raíces, busca la historia, y desde allí, construí el futuro. Y
aquellos que te dicen: “Si, los héroes nacionales ya pasaron, no tiene sentido,
que ahora empieza todo de nuevo” ¡reíteles en la cara! Son payasos de la
historia.
Y los invito también a mirar en
estos días a María, la Virgen del Rosario, que supo estar cerca de su Hijo,
acompañándolo en sus misterios de gozo y de dolor, de luz y de Gloria, que
ella, María, Madre de la cercanía y de la ternura, Señora del corazón abierto y
siempre disponible para ir al encuentro de quienes la necesitan, sea su Maestra
en el modelo de la vida de fe; ustedes busquen allí, que Ella les enseñe.
Que Jesús los bendiga, que la
Virgen Santa los cuide a ustedes, a su familia, a sus comunidades; y por favor,
no se olviden de rezar por mí, para que sepa transmitir las raíces a las nuevas
generaciones, que las hagan florecer en el futuro, y ¡eso son ustedes! ¡Gracias!
Esteban
Pittaro
Fuente:
Aleteia