5 razones por las que
todos estamos estresadísimos
De
todos los problemas de salud mental que existen hoy día, hay indicios
que sugieren que, en Estados Unidos, la ansiedad es la afección
psicológica número uno entre jóvenes y adultos.
En
efecto, supera a muchos otros grandes problemas mentales. Por ejemplo, el
estudio The Global Burden of Disease de 2013 declaró que “los trastornos mentales y de consumo de drogas son las
causas principales de enfermedades no mortales en todo el mundo, con
una carga de morbilidad mundial que supera al VIH / Sida, la tuberculosis, la
diabetes”, entre otras.
Las
estadísticas son sin duda preocupantes. En especial si se tiene en cuenta que
el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. (NIMH) realizó encuestas a gran
escala en 2001 y 2003 con adultos seleccionados al azar y descubrieron
que el 46 % de esas personas cumplían con los requisitos
para tener al menos una enfermedad mental en sus vidas.
Y
la carga solo parece estar empeorando, ya que hay estudios más recientes
que indican que han aumentado significativamente las dificultades
psicológicas durante el pasado medio siglo o más.
Sin
embargo, a pesar de todas esas cifras alarmantes, también hay muchas maneras en
que nuestros hijos están más a salvo que nunca. Desde 1970, la mortalidad infantil ha caído significativamente. Desde
1907, la tasa de mortalidad entre niños pequeños ha bajado hasta casi 50 veces.
En los últimos 40 años, la tasa de crímenes violentos contra niños ha caído más de un 60 %. Hablando de
buenas estadísticas.
Así
que, ¿cómo es que estamos (tanto adultos como niños) más estresados que antes?
¿Por qué sufrimos de inquietud severa y angustia mental? He estado pensando
mucho en esta paradoja y creo que hay cinco tendencias sociales
principales que ofrecen respuestas a nuestro agobiado estado de vida:
La amenaza de la doble
M: los medios y los móviles
Abundantes
fuentes de información señalan la fuerte relación entre el abuso de los medios
de comunicación y los dispositivos móviles con muchos trastornos psicológicos,
entre ellos la ansiedad, aunque el índice de uso en ambas áreas solo ha aumentado
durante las últimas décadas.
De
aquí se deduce una realidad simple: cuanto más estén nuestros jóvenes
conectados a una pantalla, más probable es que se preocupen.
Es
una verdad más notoria con la exposición temprana a pantallas, ya que los
cerebros de los niños carecen del desarrollo neurológico suficiente y de
experiencias vitales que les permitan amortiguar los mensajes de miedo y
confusión que reciben a través de los medios y dispositivos.
¿Mi
consejo? No deis a los pequeños dispositivos móviles propios (por tentador que
pueda parecer para los viajes en avión o en coche) y aseguraos de que al menos
dos días a la semana (independientemente de las tareas en casa), los pasan sin
pantallas ante los ojos.
Problemas de sueño
Hay
pruebas que indican que los estadounidenses dormimos ahora un 20 % menos de lo
que dormíamos hace un siglo. Y eso que los estudios muestran repetidamente
que la calidad del sueño tiene consecuencias en
prácticamente casi todo. La ansiedad no es una excepción.
Aproximadamente el 90 % de las personas con trastornos de ansiedad informan de
problemas relacionados con el sueño, y sin duda ese sueño y esa ansiedad guardan
una estrecha relación.
Si
queremos mejorar la calidad del sueño de nuestros hijos (ahora y para el resto
de su vida), la mejor influencia será eliminar todas las pantallas del
dormitorio y asegurar que los niños prepúberes van a dormir a las 9 p.m.
La relación entre cuerpo
y mente
En
los Estados Unidos, la prevalencia de obesidad infantil ha llegado a más del triple en
las últimas cuatro décadas. Nuestros niños están comiendo más y moviéndose
menos.
Mientras
tanto, hay estudios que de forma consistente han
relacionado la salud mental con la buena forma física y, según
parece, las comidas procesadas en especial son una de las culpables
de la mala salud.
Abundan
las recomendaciones, pero hay tres que son más importantes: aseguraos de que
vuestros hijos beben más agua que otra bebida; al menos 30 minutos
de actividad física son obligatorios, sin negociación (y esto es solo
la mitad de la cantidad recomendada); al menos una comida al día debería
ser toda natural (por ejemplo, un buen desayuno de avena natural, plátano,
frutos secos e incluso un poco de azúcar para que entre mejor en un desayuno de
entre semana).
Cuestiones familiares
La
buena noticia es que las tasas de divorcio se han nivelado en general
en las últimas décadas, en comparación con el notable incremento de mediados de
los 80. Pero, al mismo tiempo, los hogares de parejas no casadas siguen
aumentando dramáticamente.
Los
hijos nacidos de parejas en cohabitación tienen más 5 veces mayor riesgo de
experimentar la separación de sus padres, al contrario que con los
nacidos de parejas casadas. En 2000, según la Oficina del Censo de EE.UU., el
41 % de todas las familias de parejas no casadas incluyen a un hijo menor de 18
años. En 1987 era el 21 %.
Los
estudios demuestran en repetidas veces que los hijos que viven en hogares con
padres no casados son más propensos a padecer dificultades psicológicas,
ansiedad inclusive.
Este
tema no se presta a consejos fáciles, pero sí destaca la necesidad de que todos
los padres reflexionen sobre las consecuencias que tienen las situaciones y
relaciones vitales para la salud mental de sus hijos.
“No hay miedo en el
amor”
A
pesar de que las experiencias descarriadas desde la religión pueden tener
muchas consecuencias negativas, lo cierto es que la fe, la espiritualidad
y la religión son desde hace mucho una fuente de superación y
resistencia para muchas personas.
Estudios
a gran escala han indicado por lo general que la fe y una sólida relación con
un poder mayor están asociadas a menor ansiedad, un mayor apoyo social, un
incremento en la estabilidad relacional, menor consumo de drogas y menos
comportamientos negativos.
Y
aquí viene la parte delicada: gran parte de la asociación positiva entre
religión y adaptación psicológica parece depender de la fe durante la juventud;
sin embargo, los datos indican que vamos menos que nunca a la
iglesia (y que no somos sinceros con nuestra asistencia).
Asistir a la iglesia de forma regular y participar en organizaciones de servicio
y grupos de jóvenes son dos elementos clave para reducir la ansiedad en los
niños.
Nosotros,
como padres, todavía tenemos mucha influencia para contrarrestar estos cinco
desafíos. Tanto las decisiones prosaicas como las más valientes son necesarias
para priorizar la salud y la estabilidad familiar.
Se
dice que la frase “no temáis” (o variantes) es la más repetida de la Biblia. No obstante,
las tendencias del mundo actual no ponen muy fácil el aceptar esta súplica.
Porque
si añadiera un número seis a esta lista, sería ansiedad parental. Si
nosotros los padres estamos excesivamente estresados, nuestros hijos
probablemente también lo estén. Así que quizás la recomendación más
importante que puedo hacer es tratar primero la ansiedad de los adultos, para
que los padres puedan ayudar mejor a sus hijos a lidiar con el estrés.
Mientras
escribo este artículo estoy a un día de cumplir 40 y a unas pocas contracciones
de tener nuestro séptimo hijo. Cuantas más bendiciones llegan a mi vida, más
podría temer todas las cosas que podrían salir mal. Pero no tengo duda de que
vosotros y yo no recibimos el regalo de la vida para vivir preocupados.
Recuerdo
Filipenses 4,6: “No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión,
presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica,
acompañadas de la acción de gracias”.
JIM
SCHROEDER
Fuente:
Aleteia