Es necesario un hogar de vivencias y de creencias
adecuado frente a la falsedad sectaria
La abundancia de movimientos en la Iglesia
católica, fenómeno que a veces se ha denominado como primavera eclesial, no
parece que esté eliminando ni frenando el avance de las sectas, el esoterismo,
el neo-paganismo y la Nueva Era.
No obstante, sí existen algunas
estructuras capaces de oponerse y servir de solución y remedio ante las sectas.
El surgimiento de los movimientos eclesiales
En torno a los años del Concilio Vaticano
II (1962-1965), décadas antes y después, la Iglesia católica ha visto un
impresionante florecer de carismas en su interior entre los que destacan los
llamados nuevos movimientos eclesiales.
Estos movimientos son realidades
diversas de fuerte constitución laical, numerosos e incluso muy nutridos
algunos de ellos, de abundantes frutos apostólicos y revitalizadores de la vida
eclesial.
Algunos de ellos son Acción
Católica, Adoración Nocturna, Legión de María, Renovación Carismática Católica,
Fraternidad Católica de Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza,
Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Caballeros de Colón, Heraldos del
Evangelio, Legionarios de Cristo y Movimiento Regnum Christi, Schoenstatt,
Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, Comunidad de las
Bienaventuranzas, Comunidades del Arca, Focolares, Comunidad del Emmanuel, Pan
y Vida, Comunidad de San Egidio, Equipos de Nuestra Señora,…
Nuevos Movimientos Eclesiales y Nuevos Movimientos
Religiosos: el trigo y la cizaña
En el año 1998, en uno de los encuentros
con movimientos eclesiales celebrado en la festividad de Pentecostés, el papa
san Juan Pablo II decía que podían ser un “fuerte apoyo, una llamada sugestiva
y convincente a vivir en plenitud, con inteligencia y creatividad, la
experiencia cristiana”.
“Este es el requisito para
encontrar respuestas adecuadas a los desafíos y urgencias de los tiempos y de
las circunstancias históricas siempre”, añadía.
Este aspecto final, referente a
los “desafíos y urgencias”, es el que queremos comentar aquí, porque uno de los
desafíos del mundo cristiano es en concreto el también florecer de otro tipo de
realidades, desde el siglo XIX en especial, y con gran fuerza en el siglo XX:
las sectas, en ocasiones llamadas Nuevos Movimientos Religiosos.
El santo papa polaco decía en el
año 1990 que “las sectas y los Nuevos Movimientos religiosos plantean hoy a la
Iglesia un gran desafío pastoral”. Y fueron
muchas las ocasiones en las que se expresó de este modo.
Tanto los Nuevos Movimientos Eclesiales
como los Nuevos Movimientos Religiosos han visto en poco tiempo un crecimiento
sin precedentes.
A pesar de la vitalidad de los
Nuevos Movimientos Eclesiales, y pasadas varias décadas de su implantación y
desarrollo, sigue habiendo testigos de Jehová, mormones, y Cienciología, y
muchísima Nueva Era, incluso dentro de la Iglesia, y neo-paganismo,
neo-indigenismo, Wicca, … ¿qué pasa?
¿Acaso estos grupos católicos
suscitados por el Espíritu Santo, según el discernimiento eclesial, no son
adecuados para resolver el problema de las sectas, y parar la cantidad de gente
que marcha a los grupos sectarios y esotéricos?
La vacuna y el antídoto
El análisis del fenómeno nos lleva a decir
lo siguiente: los Nuevos Movimientos Eclesiales ayudan a
frenar a las sectas, pero no sirven para solucionar el problema.
Son incapaces para resolver el desafío.
Sirven de freno en tanto que si una
persona tiene una pertenencia afectiva, a un grupo de personas, en una realidad
eclesial, y además de ir a misa, quizás semanalmente, acude una
vez más por semana a uno de estos grupos, esto le lleva a hacer un grupo de
amigos en una parroquia, a entablar relaciones con ellos, a dar un sentido
cristiano más profundo a su fe, a vivir más y mejor su ser cristiano, a llenar
su tiempo y sus afectos, sus creencias y su sentido.
Y todo ello hará más difícil que
acabe en un grupo sectario como los mormones, los testigos de Jehová, y mucho
menos en otros grupos como Iglesia Universal del Reino de Dios, Creciendo en
Gracia o Hare Krishna.
De ahí que podamos decir usando
una terminología médico-biológica, los Nuevos Movimientos Eclesiales (para
quienes pertenecen y se encuentran en ellos suficientemente a gusto) son
una vacuna ante las sectas, al ayudar a no caer en ellas.
Pero
no son un antídoto o
anti-veneno, es decir, que si uno está en un grupo sectario, no valen
para nada.
Así, para un testigo de Jehová,
de poco vale hablarle de un Movimiento Eclesial, invitarle a participar en sus
charlas y actividades.
Y ni siquiera son una vacuna
ante la Nueva Era, por su peligrosidad e infiltración incluso dentro de los
mismos católicos, de manera más o menos capilar, superficial, o más intensa,
tanto en creencias como en prácticas.
La Nueva Era se ha infiltrado en
muchos cristianos, en muchas personas que pertenecen a Nuevos Movimientos
Eclesiales, incluso en sacerdotes, o en religiosos y religiosas, en colegios
católicos, más o menos veladamente.
¿Existe entonces solución posible al problema de las sectas?
Entonces, ¿qué solución podemos dar? ¿Acaso
el espíritu Santo y su surgimiento de carismas se equivocaron? Sin duda que no.
Los carismas en la Iglesia
sirven a aspectos diversos y distintos, no sirven para todos los desafíos.
Entre los centenares de Nuevos
Movimientos Eclesiales hay uno llamado Apóstoles de la Palabra, de
carácter misionero, el cual destaca en cuanto a su formación
bíblica y el fortalecimiento de la fe de los católicos antes las sectas y la
Nueva Era.
Es una nueva realidad de la
Iglesia fundada en el año 1978 por el sacerdote Flaviano Amatulli Valente, un
nuevo movimiento eclesial que además de vacuna es antídoto.
Y en este mismo sentido, desde
otro punto de vista, porque no se trata de un Nuevo Movimiento Eclesial, sino
de una Red, la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES),
constituida por sacerdotes diocesanos y seculares, religiosos y laicos (también
miembros de Apóstoles de la Palabra pertenecen a esta Red), una estructura
conformada por varias decenas de miembros y cada cual con sus propias
pertenencias eclesiales.
O también el GRIS (Grupo
de Investigación e Información Socio-religiosa), de Italia, asociación privada
de católicos y aprobada por la Conferencia Episcopal Italiana.
En definitiva, realidades
surgidas en la Iglesia Católica, inspiradas también por el Espíritu Santo y
bajo el examen y amparo de las autoridades eclesiales, para oponerse a las
sectas, el esoterismo, la magia, incluso a la Nueva Era en todas sus formas y
manifestaciones, en definitiva, para ayudar pastoralmente a encontrar
un hogar de vivencias y de creencias adecuado frente a la falsedad sectaria.
Vicente
Jara
Fuente:
Aleteia