Rezar
para conservar la Esperanza, rezar para mantener la confianza, rezar para
alabar, rezar para adorar… rezar para el Amor, rezar con amor. Jacques Gauthier
interpela a sus lectores sobre la necesidad de rezar a Dios con amor
By MIA Studio | Shutterstock |
Rezar
es conversar con Dios como dos enamorados que se miran en silencio. La fe nos
dice que está cerca de nosotros, que nos escucha y nos comprende. Vamos a
contarle aquello que vivimos.
“Señor,
deseo que este tiempo de oración que te dedico sea como tú quieras. Yo creo en
ti, enséñame a orar y a amarte. Te ofrezco lo que soy y lo que me importa.
Envía tu Espíritu que da vida a mi vida. Te alabo por lo que eres y te doy
gracias por tu infinito amor…”.
La amistad de Dios
Hablar
con Dios como hablamos a un amigo es un testimonio del lugar central que ocupa
en nuestras vidas. Despertamos a su presencia, tomamos consciencia de
su amor. La oración nos revela nuestra profunda identidad de hijos de Dios
y nuestra misión de amor. ¿No fue así como actuó Jesús?.
En
Jesús, somos los hijos del Padre. Él nos reitera su amor en el silencio de la
oración interior, también llamada oración contemplativa. Es en esta actitud
filial de oración confiada al Padre donde alcanzamos y prolongamos la oración
de Jesús.
Orar
como Jesús significa dialogar con el Padre, confiar en Él, entrar en su amistad, unirnos a su proyecto de amor,
querer cumplir su voluntad.
Las
maneras de rezar cambian, pero el amor permanece siempre en el corazón de la
oración. Rezar significa pensar en Dios con amor. Cuanto más amamos, mejor
rezamos, decía Charles de Foucauld. Es el amor que ponemos en nuestras
oraciones y acciones lo que las hace preciosas a los ojos de Dios.
Según
escribió san Pablo: “Y en mi oración pido que el amor de ustedes crezca cada
vez más en el conocimiento y en la plena comprensión, a fin de que puedan
discernir lo que es mejor. Así serán encontrados puros e irreprochables en el
Día de Cristo” (Flp 1,9-10).
Jacques
Gauthier
Fuente: Aleteia