El papa Francisco reconoce las virtudes heroicas de
su compatriota Sor Leonor de Santa María
Public domain |
Dentro de los decretos recientemente
promulgados por el papa Francisco referidos a virtudes heroicas de distintos
“siervos de Dios”, se encuentra el que se las reconoce a una compatriota suya,
Leonor de Santa María.
Se trata de una de
las personalidades más destacadas de la vida contemplativa argentina,
nacida en 1841 en Famatina, provincia de la Rioja, y fallecida en 1900 en
Córdoba, provincia en la que entregó su vida a la oración.
Al ser
declarada venerable, Sor Leonor de Santa María se encuentra un paso más cerca
de la beatificación.
María Isora
Ocampo nació el 15 de agosto de 1841 en el marco de una familia
de notables patriotas, entre los que se encontraba el primer
general del ejército argentino, cuyos restos descansan junto a los del General
San Martín.
Huérfana de
madre desde niña, aprendió de ella a amar a los pobres, y a
hacer todo lo posible por servirles.
La vocación
religiosa la sintió desde muy niña, atraída por santo
Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena.
Pero el
ingreso al convento por aquellos años no era cuestión de expresar voluntad; por
un lado, debía haber vacante, que se hizo tras una epidemia de cólera, y por el
otro, se debía abonar un monto importante, que María Isora logró
mendigando, contra la voluntad de su familia.
Pero antes
vivió con su tía y sus primas, con quienes sufrió mucho por sus celos de vida
religiosa, huyó con su padre a otra provincia ya que él era un perseguido
político, y vivió un tiempo con su hermana mayor y su familia, en cuyo hogar
comenzó a ejercitar una entrega similar a la monacal.
Las puertas
del monasterio de Santa Catalina de Siena en Córdoba finalmente se le abrieron,
y adoptó el nombre religioso de Leonor de Santa María.
Se trata de
uno de los pocos en suelo americano que puede mirar atrás y encontrar más de
400 años de historia.
Fundado en
1613, es el primer monasterio contemplativo de la Argentina,
y fue erigido por primera vez cuando Córdoba, prolífica tierra de beatos y
santos y cobijo de la vida religiosa argentina, era apenas una aldea.
En él se
entregó, como relata la familia dominica en una reseña de su vida, “de manera abnegada,
alegre, silenciosa y caritativa”.
Jamás se le
oyó decir algo malo de alguien, y profundizó una relación modélica con Cristo,
unida a sus padecimientos.
Otro de los
puntos que la familia dominica rescata en su vida tiene que ver con la
frecuencia con la que recibía el sacramento de la Reconciliación.
Sólo a sus
confesores comunicaba los dones que Jesús le regalaba en la oración, “cosas muy
altas, más para vivirlas que para decirlas”.
Humilde y
paciente, su fama de santidad se debe a aquellas virtudes que se percibían en
ella, pero también creció cuando por su diario, tras su muerte, se fueron
conociendo algunas de las circunstancias místicas que
le tocó vivir en la oración, como aquella ocasión en la que expresó abrazar
a Jesús en una visión.
Con este
reconocimiento a las virtudes heroicas, sor Leonor de Santa María Ocampo se
encuentra más cerca de la beatificación.
Pero más allá
de eso, que supondría la verificación de una gracia obtenida gracias a su
intercesión y podría tardar meses, años o incluso décadas, el reconocimiento a
la heroicidad de sus virtudes permite volver la mirada a una religiosa
contemplativa que supo entregarse a Cristo por entero con excelsa humildad.
Esteban
Pittaro
Fuente:
Aleteia