24.5.18

UNA GRAN CONTEMPLATIVA QUE MENDIGÓ PARA PODER ENTRAR EN EL CONVENTO

El papa Francisco reconoce las virtudes heroicas de su compatriota Sor Leonor de Santa María

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Dentro de los decretos recientemente promulgados por el papa Francisco referidos a virtudes heroicas de distintos “siervos de Dios”, se encuentra el que se las reconoce a una compatriota suya, Leonor de Santa María.

Se trata de una de las personalidades más destacadas de la vida contemplativa argentina, nacida en 1841 en Famatina, provincia de la Rioja, y fallecida en 1900 en Córdoba, provincia en la que entregó su vida a la oración.

Al ser declarada venerable, Sor Leonor de Santa María se encuentra un paso más cerca de la beatificación.

María Isora Ocampo nació el 15 de agosto de 1841 en el marco de una familia de notables patriotas, entre los que se encontraba el primer general del ejército argentino, cuyos restos descansan junto a los del General San Martín.

Huérfana de madre desde niña, aprendió de ella a amar a los pobres, y a hacer todo lo posible por servirles.

La vocación religiosa la sintió desde muy niña, atraída por santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena.

Pero el ingreso al convento por aquellos años no era cuestión de expresar voluntad; por un lado, debía haber vacante, que se hizo tras una epidemia de cólera, y por el otro, se debía abonar un monto importante, que María Isora logró mendigando, contra la voluntad de su familia.

Pero antes vivió con su tía y sus primas, con quienes sufrió mucho por sus celos de vida religiosa, huyó con su padre a otra provincia ya que él era un perseguido político, y vivió un tiempo con su hermana mayor y su familia, en cuyo hogar comenzó a ejercitar una entrega similar a la monacal.

Las puertas del monasterio de Santa Catalina de Siena en Córdoba finalmente se le abrieron, y adoptó el nombre religioso de Leonor de Santa María.

Se trata de uno de los pocos en suelo americano que puede mirar atrás y encontrar más de 400 años de historia.

Fundado en 1613, es el primer monasterio contemplativo de la Argentina, y fue erigido por primera vez cuando Córdoba, prolífica tierra de beatos y santos y cobijo de la vida religiosa argentina, era apenas una aldea.

En él se entregó, como relata la familia dominica en una reseña de su vida, “de manera abnegada, alegre, silenciosa y caritativa”.

Jamás se le oyó decir algo malo de alguien, y profundizó una relación modélica con Cristo, unida a sus padecimientos.

Otro de los puntos que la familia dominica rescata en su vida tiene que ver con la frecuencia con la que recibía el sacramento de la Reconciliación.

Sólo a sus confesores comunicaba los dones que Jesús le regalaba en la oración, “cosas muy altas, más para vivirlas que para decirlas”.

Humilde y paciente, su fama de santidad se debe a aquellas virtudes que se percibían en ella, pero también creció cuando por su diario, tras su muerte, se fueron conociendo algunas de las circunstancias místicas que le tocó vivir en la oración, como aquella ocasión en la que expresó abrazar a Jesús en una visión.

Con este reconocimiento a las virtudes heroicas, sor Leonor de Santa María Ocampo se encuentra más cerca de la beatificación.

Pero más allá de eso, que supondría la verificación de una gracia obtenida gracias a su intercesión y podría tardar meses, años o incluso décadas, el reconocimiento a la heroicidad de sus virtudes permite volver la mirada a una religiosa contemplativa que supo entregarse a Cristo por entero con excelsa humildad.

Esteban Pittaro

Fuente: Aleteia

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