El compromiso con el medio
ambiente y la importancia de plantear un desarrollo sostenible también en el
sector de la energía, centró gran parte de su discurso
El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El
Papa Francisco hizo un llamado a desarrollar una nueva política de producción
energética que sea limpia y que permita el acceso seguro a la energía a todas
las personas, para evitar así situaciones de inseguridad energética y de
deterioro medioambiental. “Hemos recibido del Creador una casa-jardín, no la
convirtamos en un lugar salvaje”.
El
Santo Padre realizó este llamamiento durante el discurso que pronunció ante los
participantes en el Simposio para los directivos de las principales empresas
del sector petrolífero, del gas natural y de otras actividades empresariales
relacionadas con la energía, a los que recibió en el Vaticano.
En
su discurso, Francisco lamentó que “todavía hay demasiadas personas que no
tienen acceso a la electricidad, se habla de más de mil millones de personas”,
en un contexto en el que “muchos de los ámbitos de nuestras vidas están
condicionados por la energía”.
Esa
situación es la que plantea “el reto de conseguir garantizar la enorme cantidad
de energía necesaria para todos, con métodos de explotación de los
recursos que eviten producir desequilibrios ambientales que provoquen un
proceso de degradación y contaminación que causaría un daño profundo a
toda la humanidad de hoy y de mañana”.
El
compromiso con el medio ambiente y la importancia de plantear un desarrollo
sostenible también en el sector de la energía, centró gran parte de su
discurso.
En
este sentido, lamentó que “la calidad del aire, el nivel de los mares, la
consistencia de las reservas de agua dulce, el clima y el equilibrio de
ecosistemas delicados, no pueden por menos que verse afectados por las formas
con que los seres humanos colman su ‘sed’ de energía, desgraciadamente, con
grandes desigualdades”.
Agregó
que “la necesidad de ocupar espacios para las actividades humanas no se
puede realizar de una manera que ponga seriamente en peligro la existencia
de la nuestra y de otras especies de seres vivos en la Tierra”.
Además,
denunció la falsedad del presupuesto según el cual existiría “una cantidad
ilimitada de energía y de recursos utilizables” cuya manipulación y explotación
carecerían de consecuencias.
Por
ello, insistió en que de cómo se gestionen los recursos energéticos del planeta
“dependerá la calidad de vida y que los conflictos presentes en diferentes
áreas del planeta encuentren una solución más fácil, o que, debido a los
profundos desequilibrios ambientales y a la escasez de energía, hallen un nuevo
combustible para alimentarse, quemando la estabilidad social y vidas humanas”.
Por
lo tanto, “es necesario identificar una estrategia global a largo plazo que
ofrezca seguridad energética y favorezca de ese modo la estabilidad económica,
proteja la salud y el ambiente y promueva el desarrollo humano integral,
estableciendo compromisos claros para abordar el problema del cambio
climático”.
El
Papa defendió la importancia de adquirir un compromiso serio para avanzar
“hacia una transición que aumente constantemente el uso de energías de alta
eficiencia y bajo nivel de contaminación”.
“Si
queremos eliminar la pobreza y el hambre tal como requieren los objetivos
de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, los más de mil millones de
personas que hoy no disponen de electricidad deben tenerla de manera
accesible”, subrayó el Pontífice en su discurso.
Al
mismo tiempo, esta energía debe ser “limpia para limitar el uso sistemático de
combustibles fósiles. La perspectiva deseable de una energía para
todos no puede llevar a una indeseable espiral de cambio climático cada
vez más agudo, a través de un temible aumento de la temperatura en el
globo, de condiciones ambientales más duras y del aumento de los niveles
de pobreza”.
Además,
recordó que “son los pobres quienes más sufren los estragos del calentamiento
global, con las crecientes perturbaciones en el sector agrícola, la inseguridad
de la disponibilidad del agua y la exposición a graves eventos meteorológicos”.
“La
fe absoluta en los mercados y la tecnología ha llevado a muchos a creer que los
cambios en los sistemas económicos o tecnológicos serán suficientes para
remediar los actuales desequilibrios ecológicos y sociales”, lamentó.
Sin
embargo, “debemos reconocer que la demanda de un crecimiento económico continuo
ha llevado aparejadas graves consecuencias ecológicas y sociales, dado que
nuestro sistema económico actual prospera cada vez más debido al aumento de las
extracciones, al consumo y al despilfarro”.
El
Papa Francisco finalizó su discurso con este llamamiento: “No hay tiempo que
perder: hemos recibido la Tierra del Creador como una casa-jardín, no la
transmitamos a las generaciones futuras como un lugar salvaje”.
Fuente:
ACI Prensa