La Iglesia proclamará santo al laico italiano Nunzio Sulprizio, proclamado
beato por Pablo VI en el año 1963 y ejemplo de santificación de la enfermedad y
del trabajo
El beato Nunzio Sulprizio. Foto: Wikipedia |
Nacido en la
localidad italiana de Pescosansonesco el 13 de abril de 1817, Nunzio Sulprizio
padeció durante su infancia las consecuencias de la pobreza, la enfermedad y
del maltrato desde que fallecieron sus padres y fue acogido por su tío materno,
que le obligó a trabajar como herrero en condiciones inhumanas.
Lejos de
lamentarse, el pequeño Nunzio vio en sus sufrimientos la posibilidad de
santificarse. Así, cumplió sin protestar las duras tareas que le obligaba a
realizar su tío, que, además, le prohibió acudir a la escuela y casi no le daba
de comer.
Como resultado
de estas difíciles condiciones de vida, Nunzio Sulprizio desarrolló una grave
infección en una pierna que, al no tratarse, le causó una minusvalía. Ni
siquiera así su tío se apiadó de él y siguió obligándole a trabajar en las
tareas más duras de la herrería e incluso lo sometió a maltratos físicos.
A pesar de
ello, el pequeño nunca alimentó un rencor hacia su tío. Acudía a Misa siempre
que podía y procuraba rezar el rosario a diario.
Finalmente, la
infección de la pierna aumentó, por lo que acudió al hospital donde no
quisieron tratarlo por considerar que su enfermedad era incurable. Ante la
evidencia de que en esas condiciones no podía seguir trabajando, su tío lo
expulsó de casa condenándolo a la mendicidad y a la pobreza extrema.
La situación de
Nunzio llegó entonces a oídos de otro tío, militar de profesión, que indignado
por la indigencia en que vivía su sobrino lo acogió y lo llevó ante el coronel
Felice Wochinger, quien decidió hacerse cargo de él y de su tratamiento médico.
De esta manera,
gracias al coronel Wochinger, en 1832 Nunzio, que entonces tenía 15 años,
ingresó en el Hospital de Incurables. Allí su salud mejoró notablemente, aunque
no llegó a recuperarse del todo, y comenzó a prepararse para recibir la
Comunión.
Durante los dos
años en que permaneció en el hospital, alternando períodos de notable mejoría
de su salud con períodos de empeoramiento, dio muestras de una gran cercanía a
Dios: impartía catecismo, preparaba a los pequeños para la confesión y la
primera comunión y desarrolló una profunda vida interior en la que la
santificación del dolor era la piedra angular de su espiritualidad.
Una vez
abandonado el hospital, Nunzio se trasladó a casa del coronel Wochinger, quien
lo trató como a un hijo. A él le transmitió su voluntad de consagrarse a Dios.
Sin embargo, la infección de la pierna empeoró y el avance de la gangrena se
hizo imparable.
Tras meses de
grandes dolores y fiebre alta, Nunzio Sulprizio falleció el 5 de mayo de 1836
en Nápoles.
Fuente: ACI
Prensa