El cristiano debe tener
una actitud de humildad. En eso consiste ser sal y luz
El
Santo Padre explicó que el testimonio más grande que puede dar un cristiano es
entregar la vida como la entregó Jesús, es decir, el martirio. Sin embargo, hay
otro tipo de testimonio que es el testimonio de cada día, “el que comienza por
la mañana al levantarse y finaliza por la noche, cuando se va a dormir”.
Ese
testimonio consiste en “ser sal y luz para los demás, sin atribuirse méritos”.
“Puede parecer poca cosa”, indicó Francisco, “pero el Señor, con poca cosa,
puede hacer milagros, puede hacer maravillas”. Por lo tanto, el cristiano debe
tener una actitud de humildad. En eso consiste ser sal y luz.
“Sal
para los demás, luz para los demás, porque la sal no se da sabor a sí misma,
está siempre al servicio de los demás. La luz no se ilumina a sí misma, está
siempre al servicio de los demás. Sal para los demás. Un poco de sal, cambia
los alimentos. En el supermercado, la sal no se vende en toneladas, sino en
pequeñas bolsas. Con eso es suficiente. Y luego, la sal no se vale por sí
misma. Siempre para ayudar a los demás: ayuda a conservar las cosas, a dar
sabor a las cosas. Simple testimonio”.
Por
lo tanto, continuó el Pontífice, ser cristiano en el día de hoy significa ser
cristiano “para la gente, para ayudar en las horas de oscuridad”.
“El
Señor nos dice así: ‘Tú eres sal, tú eres luz’”, pero el cristiano debe ser sal
y luz en el anonimato, sin esperar que se le acredite ningún mérito. “Nosotros
cuando comemos no decimos: ‘¡Ah!, ¡qué sal más buena!’. No, decimos: ‘¡Qué
pasta más buena! ¡Qué carne más buena…!’. De noche, cuando caminamos por casa,
no decimos: ‘Qué buena esta luz’. No, de hecho, ignoramos la luz, pero vivimos
con esa luz que ilumina. Esta es la dimensión que hace que nosotros,
cristianos, seamos anónimos en la vida”.
El
Papa subrayó: “No somos protagonistas de nuestros méritos”, y señaló que hay
que alejarse de actitudes como la del fariseo que daba gracias al Señor
pensando que era santo.
“Una
bella oración para todos nosotros, que podemos hacer al finalizar la jornada,
es preguntarse: ‘¿Hoy he sido sal? ¿Hoy he sido luz?’. Esta es la santidad de
cada día. Que el Señor nos ayude a comprenderlo”, finalizó el Pontífice.
Fuente:
ACI Prensa