En
esta vida te podrás arrepentir de muchas cosas menos de haber dedicado el
tiempo a tus hijos y de haberles dado la vida
¡Estás
embarazada! Qué sensación tan única se experimenta. Es una mezcla de
sentimientos entre gozo, alegría y júbilo extrañamente mezclados con miedo,
duda e incertidumbre.
Para la mayoría de las mujeres es la noticia de noticias.
Sobre todo, si ese bebé llega al seno de unos padres que lo esperan con toda la
ilusión del mundo dentro de un matrimonio.
Claro
que si no llega a ese su “ambiente idóneo” no significa que el estar embarazada
sea una tragedia. Al contrario, un bebé siempre será una gran bendición.
Sencillamente
piensa, ¿qué maravillas vio Dios en mí para confiarme a uno de los suyos?
Porque de entre millones de mujeres en el mundo te eligió precisamente a
ti para ser madre de esos pequeños. No escogió a nadie más que a ti. ¿Te
das cuenta del enorme privilegio?
Sin
duda alguna unos de los placeres más grandes que sentimos las mujeres es
escuchar por primera vez la palabra “mamá”. Y qué tal cuando nos la dicen en
diminutivo “mami, mamita”. Bueno, cómo explico que el corazón se derrite y
literal, los hijos nos sacan lo que quieren… ¡A poco no!
Y
es que no me cansaré de repetir lo que para mí es una madre: “es un ser
que es mitad persona y mitad ángel. De lo creado por Dios fue lo más bello y
perfecto, tanto que Él mismo quiso nacer de una”.
¡Qué
delicia es ser mamá! ¿Puede haber un placer más grande que cuando nos dicen lo
orgullosos que se sienten de ser nuestros hijos? ¿Puede haber realización
personal más considerable que el darnos cuenta de que gracias a nuestro tiempo
y presencia hemos educado hombres y mujeres de bien? ¿Puede haber satisfacción
más noble que cuando nuestros hijos nos dicen que nos admiran y que quieren ser
como nosotros?
Aunque
hay de todo en la viña del Señor. Hay mujeres que no ven este privilegio como
una Gracia, sino como una carga que la sociedad les ha querido
imponer y que atenta contra los derechos de sus cuerpos y su realización
personal.
Hay
otras que han tenido la fortuna de ser mamás y que le pagan a un tercero para
que se los cuide porque entre sus prioridades de mujer no está el ser una madre
presente y ejemplo para sus hijos. Sí, dije ejemplo porque los hijos no pueden
imitar a alguien ausente.
Eso
sí, llegan a casa por demás cansadas de sus actividades fuera del hogar y se
ponen furiosas porque sus hijos no la obedecen o no les hacen caso. ¡Pues cómo!
Si la autoridad no se puede ejercer a distancia (ojo, no me refiero a
las mamás que deben trabajar por necesidad).
Otras
mujercitas que mueren por ser mamás y simplemente no lo logran y acuden a tratamientos donde
por medio de terceras herramientas manipulan la vida porque ellas piensan que
el ser madres es su derecho.
Y
están las otras mamás que, gracias a Dios, son la gran mayoría, que abrazan
esta bendita vocación a la maternidad en su todo y ven en ella un regalo, un “don
Divino”» y no un derecho.
La
fertilidad es un regalo otorgado por Dios al hombre y a la mujer desde el
inicio de la creación. El cuerpo de mujer es fuente de vida, de
bendiciones infinitas. Es un don tan infinitamente grato a Dios que, como dijo
san Bernardo, la maternidad es una de las coronas que Dios quiso concederle a
María, su Madre. Y esa misma corona la portamos todas las mujeres que como
María hemos dicho sí al don de la vida.
A
ti que has tenido la fortuna de ser madre, te pregunto, ¿cómo estás respondiendo
a tan gran don? Te gusta, como a todas nosotras, que te celebren el Día de las
Madres. Por lo tanto, te invito a que esta fecha te sirva para recordarte lo
que realmente estamos festejando. Pregúntate y respóndete de la manera más
amorosa, sin juicio alguno, simplemente para que descubras todas tus bondades y
áreas de oportunidad.
Honestamente,
a mí como mamá, ¿qué hay que celebrarme?
¿Enseño a mis hijos a conocer, a amar, a honrar y a obedecer a Dios como Él lo merece?
¿Soy consciente de que antes de haber sido madre, fui esposa, por lo tanto, mis hijos deben ver y sentir el amor y el respeto que siento por su padre?
¿Me doy cuenta de que casi todo en esta vida puede ser reemplazable menos mi rol como mamá?
¿Enseño a mis hijos a conocer, a amar, a honrar y a obedecer a Dios como Él lo merece?
¿Soy consciente de que antes de haber sido madre, fui esposa, por lo tanto, mis hijos deben ver y sentir el amor y el respeto que siento por su padre?
¿Me doy cuenta de que casi todo en esta vida puede ser reemplazable menos mi rol como mamá?
¿Qué
atributos poseo para que Dios me haya confiado a esos pequeños que antes de
haber sido mis hijos fueron, son y serán de Él?
¿Estoy
verdaderamente presente en la vida de mis hijos o soy de las que se deja llevar
por eso de que a los hijos hay que darles tiempo de calidad sin importar
la cantidad?
¿El
día de mañana, me gustaría que mis hijos se casaran con una mujer como yo?
Mamás,
mujeres modernas, con los hijos hay que estar presentes y en la medida de
nuestras posibilidades dedicarles nuestro tiempo.
Nadie
pone en duda que tenemos capacidades únicas para hacer todo y de todo y que
podemos aportar mucho a la sociedad con nuestros talentos. Sin embargo, lo
mejor y más valioso que podemos aportar es dejar hijos bien educados en valores
y virtudes, tanto humanas como cristianas y para eso hay que invertir tiempo.
Cuando
tú estás presente en la vida de tus hijos les estás haciendo ver que no hay
nada más valioso en esta vida para ti que ellos porque uno le dedica su tiempo
a aquello a lo que le da valor. Tus hijos lo que aprenderán será amor propio y
se sentirán valorados y seguros al sentir que tú estás ahí de manera
incondicional.
Recuerda
que nacimos a esta vida por un período temporal, pero estamos hechos para la
eternidad y tú que tuviste el don de la maternidad debes guiar y acompañar a
tus hijos a sacar lo mejor de ellos.
Mamá, nada
ni nadie puede suplirte en el hogar. Cualquier trabajo, cualquier puesto
en una empresa puede ser reemplazado por alguien más, el tuyo como madre no.
Síguete preparando para ser la mejor mamá del mundo y conviértete en el héroe
de tus hijos.
En
esta vida te podrás arrepentir de muchas cosas menos de haber dedicado el
tiempo a tus hijos y de haberles dado la vida.
Pide
a Dios que te conceda la perseverancia final para que seas siempre una madre
modelo de virtudes y que el día que mueras tus hijos lleguen a decir de ti: “Mamá,
te extraño, pero no te necesito porque me dejaste listo para enfrentar la vida
sin ti”.
Ser
mamá es un trabajo de tiempo completo. Difícil y muy cansado. Sin embargo, no
hay otro que sea más gratificante. ¡Somos insustituibles!
Por
Luz Ivonne Ream
Fuente:
Aleteia