Si te desespera la limitación humana, cambia de
enfoque
Shutterstock |
Vivo empeñado en hacerlo yo todo bien. En
estar siempre a la altura y no cometer errores. Es tan grande el daño que puedo
hacer… Es tanto el bien que Dios puede lograr a través de mi vida.
Tomo conciencia de mi
limitación. Asumo que no todo puede depender de mí. Y confío.
No quiero ser mediocre, no quiero aburguesarme. Quiero vivir la generosidad del
que nada retiene para sí.
Parece
tan sencillo. Pero luego la vida es exigente. No me quejo. No caigo en las excusas.
Quiero vivir mi vida con un corazón agradecido.
Dejo que la gracia de Dios obre
en mí. Me abro, me dejo hacer. Es tanto lo que Dios puede hacer en mí… Son
tantos los milagros que puedo llegar a ver.
¿Dónde he puesto mi corazón? Sufro
por lo que no merece la pena. Me afano por lo que no es un bien para mi
vida. Tengo tesoros escondidos en campos ajenos.
Y no descanso totalmente en las
manos de Dios. Esa confianza de los niños me parece un ideal inalcanzable.
Quiero llegar a tocar las
alturas. Parece sencillo pero no lo es. Santo entre los santos. Una iglesia de
santos. Así era la primera Iglesia.
A
veces me desanimo al ver el pecado de los hombres y también mi propio pecado. Y pienso que es imposible. Puedo
caer en la actitud escéptica del que no cree en el poder de Dios en los hombres.
Es tan grande el pecado… Hace
tanto daño la debilidad… Pero todo es porque he puesto la mirada en lo
que puede hacer el hombre.
Me he fijado solo en sus
capacidades humanas, en sus dones, en lo razonable. No acabo de creer en el
poder infinito de la gracia en mí.
Me cuesta pensar que Dios lo
puede hacer todo nuevo en mi alma enferma. Me abajo para que Dios brille en mí.
No me importa que se rían de mí,
de mi pequeñez, de mi pobreza. No tengo nada de lo que enorgullecerme.
Quiero tocar su poder en medio
de mi impotencia. Quiero la santidad que me hará feliz y me dará su paz. Sueño
con esa luz que ilumine mi corazón y acabe con la oscuridad.
Dios lo puede hacer en mí. Pongo
mi vida en sus manos. Mi corazón herido en el suyo. Él es
mi tesoro verdadero. A veces no me lo creo.
Carlos
Padilla Esteban
Fuente:
Aleteia