Así
lo anunció en el Consistorio público ordinario de el Santo Padre
Francisco
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| El Papa Francisco preside el Consistorio Ordinario Público para la Canonización de Beato Nunzio Sulprizio (ANSA) |
El
futuro santo había sido un joven obrero italiano de la Región de los Abruzos, a
quien el Papa Pablo VI beatificó el 1° de diciembre de 1963. También el Papa
Montini será canonizado ese día junto a Monseñor Oscar Arnulfo Romero y otros
Además
de Nunzio Sulprizio, ese día serán canonizados también el Papa Giovanni
Battista Montini y Monseñor Oscar Arnulfo Romero; junto a Francesco
Spinelli, Sacerdote diocesano, Fundador del Instituto de las Religiosas
Adoratrices del Santísimo Sacramento; Vincenzo Romano, Sacerdote
diocesano; María Caterina Kasper, Virgen, Fundadora del Instituto de las
Pobres Esclavas de Jesucristo y Nazaria Ignazia de Santa Teresa de Jesús,
en el siglo Nazaria Ignazia March Mesa, virgen, Fundadora de la
Congregación de las Religiosas Misioneras Cruzadas de la Iglesia; quien era
española y transcurrió la mayor parte de su vida de apostolado en Bolivia.
Del
Beato Nunzio Sulprizio, que vivió grandes sufrimientos con enorme fe y
docilidad a la voluntad de Dios, destacamos que había nacido en
Pescosansonesco, en la Provincia italiana de Pescara, el 13 de abril de 1817.
En
efecto, el 1° de diciembre de 1963, ante numerosos obispos de todo el mundo,
presentes en Roma para el Concilio Ecuménico Vaticano II, el Papa Pablo VI,
quien también será canonizado el 14 de octubre, al proclamar Beato a
Nunzio Sulprizio, decía en su alocución:
La santidad juvenil
“Nunzio
Sulprizio terminó santamente su vida temporal en Nápoles el 5 de mayo de 1836,
cuando solamente contaba diecinueve años. En julio de 1859 pío IX lo declaró
venerable, en virtud del decreto que introducía el proceso que ahora acaba de
terminar, y León XIII, en 1891, declaró heroicas las virtudes del joven de
Abruzos, comparando su figura a la de San Luis Gonzaga, con motivo del tercer
centenario de la muerte de este santo, por la devoción que Nunzio Sulprizio le
dispensó, y por la brevedad con que ambos cerraron el ciclo de su vida en la
tierra, distintos en el aspecto histórico y social, los dos jóvenes
proporcionan a la Iglesia el gozo y la gloria de una misma virtud: la santidad
juvenil”.
Joven y obrero
De
la vida del nuevo Beato, el Papa Montini destacaba los principales aspectos
característicos de su existencia, a saber: “La corta duración de la vida del
Beato Nunzio Sulprizio y el hecho de haber sido obrero durante algunos años,
duros y tristes, de su adolescencia, pobre y simple aprendiz en el pequeño
taller de un herrero”. Joven y obrero – decía el Papa Pablo VI –, ahí tienen el
binomio que creemos define al nuevo Beato; un binomio de tal esplendor e
importancia, que sobra para llenar de interés su breve y descolorida
biografía”.
¿Puede un joven ser santo?
Y
añadía: “No decimos nada de su biografía, pues por su brevedad y sencillez los
que no la conozcan la podrán saber fácilmente. Nos preocupa, en cambio, en esta
ojeada sintética y fugaz, afirmar que estas dos prerrogativas del nuevo Beato –
ser joven y obrero – son compatibles con la santidad. ¿Puede un joven ser
santo? ¿Puede un obrero ser santo? Y más interesante será aún si conseguimos
probar que este apreciado joven no sólo fue digno de la beatificación en cuanto
joven y obrero, sino precisamente porque fue joven y obrero”.
Beatos y santos: espejo
para conocernos a nosotros mismos
Por
esta razón Pablo VI recordaba cuáles son nuestras condiciones de espíritu
cuando presumimos conocer esos tipos humanos singulares, o mejor excepcionales,
a quienes llamamos beatos o santos. “Si nos fijamos con detenimiento – afirmaba
– cuando estudiamos con el interés de la psicología moderna su vida,
inconscientemente estudiamos la nuestra”.
“Los
Beatos, los Santos – proseguía – los héroes, los hombres perfectos, nos sirven
hoy de espejo para conocernos a nosotros mismos”. Y añadía que su culto “nos
lleva a estudiar al hombre, su historia, la conciencia humana de esa eficacia y
penetración, que es suficiente de por sí para recomendarlo como sabio y
providencial”. De modo que “el estudio de la santidad vivida nos lleva al
descubrimiento de las manifestaciones humanas más elevadas y características,
y, por tanto, más dignas de atención y asimilación. Es un estudio maravilloso,
porque descubre en los elegidos propuestos a nuestra veneración e imitación una
identidad fundamental: la naturaleza humana. ‘¿Si éstos o éstas, por qué no
yo?’, decimos con San Agustín”.
La Iglesia piensa en los
trabajadores
Y
dirigiéndose a los trabajadores, Pablo VI les decía que este pobre y sufrido
colega suyo les daba un mensaje con muchos temas. “El mensaje del Beato Nunzio
Sulprizio es, ante todo, que la Iglesia piensa en ellos, que confía en ellos y
los aprecia, que ve en su condición la dignidad del hombre y del cristiano, que
el peso mismo de su trabajo es el título para su promoción social y para su
grandeza moral”.
A
la vez que agregaba que el Beato Nunzio también dice en su mensaje que “el
trabajo es sufrimiento y que también tiene necesidad de protección, de
asistencia y ayuda para que sea libre y humano, y permita a la vida su legítima
expansión”.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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