"La idolatría nace de nuestra incapacidad de
fiarnos de Dios", dijo hoy en la Audiencia General
El Papa Francisco explicó que el pueblo
pide un líder o un jefe fuerte ante la falta de certezas en la vida. La gente
en el desierto de la precariedad adora a los ídolos del poder, el dinero y el
éxito. Ídolos mudos hechos para satisfacer expectativas individualistas. Lo hizo este miércoles 8 de agosto de 2018
durante la audiencia general realizada en el aula Pablo VI del Vaticano.
Francisco ha continuado la
reflexión sobre el primer mandamiento del Decálogo, profundizando en la
idolatría con la escena bíblica del becerro de oro, que “representa el ídolo
por excelencia”.
“A Dios no le costó mucho
trabajo liberar al pueblo de Egipto, lo hizo como signo de potencia y amor; el
gran trabajo de Dios fue sacar a Egipto del corazón del pueblo, es decir quitar
la idolatría, y todavía sigue trabajando para quitarla de nuestro corazón,
sacar ese Egipto que llevamos dentro, la fascinación de la idolatría”, comentó.
Precariedad y ansias
Ante 7000 fieles y peregrinos, el líder de
la Iglesia católica sostuvo que el pueblo era impaciente. Moisés tardó en
descender del monte 40 noches. El pueblo quería un líder, un jefe para adorar.
“La naturaleza humana, para escapar de la precariedad del desierto, busca una
religión de “hágalo usted mismo”: si Dios no se muestra, nos hacemos un dios
personalizado”, sostuvo.
Pero, el ídolo no “tiene boca y
no habla” por lo tanto no existe el riesgo de que ponga en duda las certezas de
la persona. “Vemos entonces que el ídolo es un pretexto para ponerse a sí mismo
en el centro de la realidad, adorando la obra de las propias manos”.
“El Pueblo de Israel estaba en
el desierto, donde experimentaba una angustia vital, no tenía agua, ni alimento
y esperaba a Moisés que había subido al monte para encontrar al Señor. El
pueblo quería certezas y se construyó un ídolo hecho a su medida y mudo, que no
le exigiera salir de sus propias seguridades”.
Idolatrías de siempre
El Papa alerta de las idolatrías de todos
los tiempos. “Veían en la imagen del becerro un signo de fecundidad y de
abundancia y a la vez de energía y fuerza, que se adaptaba perfectamente a sus
necesidades. Además, lo fabricaron de oro, como símbolo de riqueza,
éxito y poder, que son las tentaciones de siempre”.
“Los ídolos nos prometen
libertad pero, en cambio, nos hacen sus esclavos. La idolatría nace de nuestra
incapacidad de fiarnos de Dios, de reconocerlo como el Señor de nuestra vida,
él único que nos puede dar la verdadera libertad”, dijo.
Rechazar los ídolos del propio
corazón
El Papa explicó que Jesús ha dado el buen
ejemplo para salir de la idolatría. “Jesucristo se hizo pobre por nosotros,
abriendo la puerta de nuestra salvación, que pasa por aceptar nuestra
fragilidad y rechazar los ídolos de nuestro corazón”.
Por último, el Papa saludó a los peregrinos
y les animó a mirar a Cristo crucificado. “Él nos revela el verdadero rostro de
Dios y nos enseña que la debilidad no es una maldición, sino un lugar de
encuentro con Dios Padre y su amor la fuente de nuestra fuerza y alegría. Que
el Señor los bendiga. Muchas gracias”.
Ary Waldir
Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia






