20.8.18

EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA PODRÍA RESPALDAR EL EVENTO DE LA BALLENA DE JONÁS

El Mediterráneo estuvo una vez lleno de ballenas, pero los romanos las cazaron hasta la extinción

La historia de Jonás siendo tragado por una ballena ha causado históricamente un poco de controversia, debido a la significativa falta de ballenas en el mar Mediterráneo. La pregunta es, ¿cómo pudo Jonás haber sido tragado por un animal que no es nativo de la región? Ahora, sin embargo, el debate podría darse por zanjado después de que una reciente excavación arqueológica en Gibraltar haya descubierto evidencias que sugieren que el Mediterráneo fue una vez el hogar de varias especies de ballenas.

Según ha informado, investigadores del Departamento de Arqueología de la Universidad de York descubrieron huesos de ballena en las ruinas de cinco fábricas romanas de procesamiento de pescado situadas en el Estrecho de Gibraltar. Durante el apogeo de la antigua Roma (400 a. C. – 500 d. C.), Gibraltar fue el hogar de una gran industria de procesamiento de pescado. Cientos de estas fábricas ahora en ruinas todavía salpican el paisaje.

Es inusual encontrar huesos de ballena en un yacimiento arqueológico, ya que se fragmentan fácilmente y gran parte del procesamiento de las ballenas tiene lugar en el mar, dejando pocos testimonios para los historiadores. Estos huesos, sin embargo, estaban intactos y en excelente estado para las pruebas de ADN, de cuyos resultados informa Breaking Israel News:

Utilizando análisis de ADN antiguo y huellas dactilares de colágeno, los investigadores identificaron los huesos como pertenecientes a la ballena franca del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) y a la ballena gris del Atlántico (Eschrichtius robustus). Hasta que sus hallazgos aportaron pruebas de que estas especies eran comunes en la región, se asumía que el mar Mediterráneo estaba fuera del hábitat histórico de las ballenas franca y gris.

La doctora Camilla Speller, coautora del estudio de la Universidad de York, comentó: “Nuestro estudio muestra que estas dos especies formaron parte del ecosistema marino mediterráneo y probablemente utilizaron la cuenca protegida como zona de parto”.

El informe sugiere que los romanos fueron los culpables de la desaparición de los grandes mamíferos marinos. Se sabe que a los antiguos romanos les gustaban los alimentos nuevos e inusuales y las ballenas habrían sido un manjar, ya que las ballenas de aguas profundas habrían sido demasiado difíciles de capturar. Ahora se da por sentado que los romanos cazaron la ballena franca y la ballena gris del Mediterráneo hasta su extinción.

La autora principal del artículo, la doctora Ana Rodrigues, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, explicó:

“Los romanos no disponían de la tecnología necesaria para capturar los tipos de grandes ballenas que se encuentran actualmente en el Mediterráneo, que son especies de alta mar. Sin embargo, las ballenas grises y sus crías habrían llegado muy cerca de la costa, convirtiéndolos en blancos tentadores para los pescadores locales”.

El rabino Shaul Judelman, antiguo director de Ecology Beit Midrash, ha realizado un estudio sobre las implicaciones religiosas de la relación del hombre con el medio ambiente. Según contó a Breaking Israel News:

“La civilización y la economía han tomado algo que Dios estableció en el mundo y lo han destruido. Este debería ser un mensaje grave para alguien que cree que Dios creó el mundo y designó al hombre para guardarlo. Tenemos que hacer una pausa y preguntarnos si aquí pasó algo bueno o malo”.

El rabino Judelman sugirió que tal vez la práctica romana de cazar ballenas llevó a que los romanos fueran descritos en el Talmud como hombres “que cazaban por un intenso deseo de consumir”.

“Los rabinos ciertamente identificaron este rasgo de devorar y de excesivo consumo en los romanos”, dijo. “Tal vez incluso fueron testigos de la caza de ballenas hasta su extinción solo por un nuevo sabor y por esta experiencia establecieron el retorno del leviatán como una parte necesaria de la geulá”.

En los últimos años, los avistamientos de ballenas se han vuelto un poco más frecuentes en el mar Mediterráneo. En 2010, después de avistar una ballena gris en la costa de Israel, Robert Brownell, un prominente investigador de cetáceos, comparó la visión con “encontrar un dinosaurio en tu patio trasero”. A principios de este año, una ballena azul fue vista por primera vez en la costa de Eilat, en el sur de Israel.

J.P. Mauro

Fuente: Aleteia

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