El Mediterráneo estuvo una vez lleno de ballenas,
pero los romanos las cazaron hasta la extinción
La historia de Jonás siendo tragado por una
ballena ha causado históricamente un poco de controversia, debido a la
significativa falta de ballenas en el mar Mediterráneo. La
pregunta es, ¿cómo pudo Jonás haber sido tragado por un animal que no es nativo
de la región? Ahora, sin embargo, el debate podría darse por zanjado después de
que una reciente excavación arqueológica en Gibraltar haya descubierto
evidencias que sugieren que el Mediterráneo fue una vez el hogar de varias
especies de ballenas.
Según ha informado,
investigadores del Departamento de Arqueología de la Universidad de York
descubrieron huesos de ballena en las ruinas de cinco fábricas romanas de
procesamiento de pescado situadas en el Estrecho de Gibraltar. Durante el
apogeo de la antigua Roma (400 a. C. – 500 d. C.), Gibraltar fue el hogar de
una gran industria de procesamiento de pescado. Cientos de estas fábricas ahora
en ruinas todavía salpican el paisaje.
Es inusual encontrar huesos de
ballena en un yacimiento arqueológico, ya que se fragmentan fácilmente y gran
parte del procesamiento de las ballenas tiene lugar en el mar, dejando pocos
testimonios para los historiadores. Estos huesos, sin embargo, estaban intactos
y en excelente estado para las pruebas de ADN, de cuyos resultados informa
Breaking Israel News:
Utilizando
análisis de ADN antiguo y huellas dactilares de colágeno, los investigadores
identificaron los huesos como pertenecientes a la ballena franca del Atlántico
Norte (Eubalaena glacialis) y a la
ballena gris del Atlántico (Eschrichtius
robustus). Hasta que sus hallazgos aportaron pruebas de que estas especies
eran comunes en la región, se asumía que el mar Mediterráneo estaba fuera del
hábitat histórico de las ballenas franca y gris.
La doctora Camilla Speller,
coautora del estudio de la Universidad de York, comentó: “Nuestro estudio
muestra que estas dos especies formaron parte del ecosistema marino
mediterráneo y probablemente utilizaron la cuenca protegida como zona de
parto”.
El informe sugiere que los
romanos fueron los culpables de la desaparición de los grandes mamíferos
marinos. Se sabe que a los antiguos romanos les gustaban los alimentos nuevos e
inusuales y las ballenas habrían sido un manjar, ya que las ballenas de aguas
profundas habrían sido demasiado difíciles de capturar. Ahora se da por sentado
que los romanos cazaron la ballena franca y la ballena gris del Mediterráneo
hasta su extinción.
La autora principal del
artículo, la doctora Ana Rodrigues, del Centro Nacional de Investigación
Científica de Francia, explicó:
“Los romanos
no disponían de la tecnología necesaria para capturar los tipos de grandes
ballenas que se encuentran actualmente en el Mediterráneo, que son especies de
alta mar. Sin embargo, las ballenas grises y sus crías habrían llegado muy
cerca de la costa, convirtiéndolos en blancos tentadores para los pescadores
locales”.
El rabino Shaul Judelman,
antiguo director de Ecology Beit Midrash, ha realizado un estudio sobre las
implicaciones religiosas de la relación del hombre con el medio ambiente. Según
contó a Breaking Israel News:
“La
civilización y la economía han tomado algo que Dios estableció en el mundo y lo
han destruido. Este debería ser un mensaje grave para alguien que cree que Dios
creó el mundo y designó al hombre para guardarlo. Tenemos que hacer una pausa y
preguntarnos si aquí pasó algo bueno o malo”.
El rabino Judelman sugirió que
tal vez la práctica romana de cazar ballenas llevó a que los romanos fueran
descritos en el Talmud como hombres “que cazaban por un intenso deseo de
consumir”.
“Los rabinos
ciertamente identificaron este rasgo de devorar y de excesivo consumo en los
romanos”, dijo. “Tal vez incluso fueron testigos de la caza de ballenas hasta
su extinción solo por un nuevo sabor y por esta experiencia establecieron el
retorno del leviatán como una parte necesaria de la geulá”.
En los últimos años, los
avistamientos de ballenas se han vuelto un poco más frecuentes en el mar
Mediterráneo. En 2010, después de avistar una ballena gris en la costa de
Israel, Robert Brownell, un prominente investigador de cetáceos, comparó la
visión con “encontrar un dinosaurio en tu patio trasero”. A principios de este
año, una ballena azul fue vista por primera vez en la costa de Eilat, en el sur
de Israel.
J.P.
Mauro
Fuente:
Aleteia