El
padre Yvon Fillebeen cuenta a Aleteia su conversión tras ver "Jour du
Seigneur", el programa dominical que emite la misa en Francia
Le jour du Seigneur |
El
padre Yvon Fillebeen es un joven sacerdote de las Misiones Extranjeras de París
(MEP). Ordenado el 24 de junio de 2017, está actualmente al servicio de la
parroquia de Saint-Luc en París, en el distrito XIX.
Encontrar a Dios a través
de la televisión
Originario
de Pas-de-Calais, nació en el seno de una familia no creyente que “abandonó la
fe”, así que Yvon Fillebeen no tenía ninguna educación religiosa. Fue en la
escuela secundaria cuando comenzó a hacerse preguntas sobre el sentido de su
vida: “¿Hay algo que valga la pena vivir?”, se preguntaba. Con este espíritu
decidió comenzar los estudios de filosofía para guiar su búsqueda. También
asistía a clases de chino para conocer una nueva cultura. Un bello
descubrimiento que no sació su sed de sentido vital.
Poco
tiempo después, mientras Yvon Fillebeen estaba destinado en un centro para
estudiantes con problemas de Clichy-sous-Bois (Sena-Saint Denis) como
profesor-documentalista, descubrió el mensaje de Cristo.
Una
mañana, decidió encender el televisor y se encontró con la misa televisiva
emitida en el programa Jour du Seigneur. El padre Fillebeen cuenta que
hubo cierto pasaje que le tocó el corazón: “El Hijo del hombre, que no vino
para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mt 20,28).
El nacimiento de una
vocación
Intensamente
interpelado por esta noción de gratuidad, por un Dios al servicio de las
personas, decidió seguir viendo los domingos siguientes la misa televisada.
Yvon Fillebeen quedó abrumado por un gran temor y no sabía con quién hablar de
ello.
La
providencia lo llevó a ir físicamente a su primera misa, en la catedral de
Notre-Dame en París, para asistir a la misa del domingo por la noche. Fascinado
por lo que acababa de experimentar, Fillebeen sintió una certeza en su
interior: “O está aquí el sentido de la vida, de la verdad, o no está en ningún
sitio”.
Después
de atravesar de nuevo el umbral de una iglesia, un sacerdote lo acompañó en el
camino al catecumenado: “Quería esperar a que estuviera claro, pero sentía que
tenía que dar el primer paso, lanzarme”. Fue en la Pascua de 2008 cuando el
padre Yvon Fillebeen fue finalmente bautizado.
“Jesús
llenó mi vida, así que quise dedicarle toda mi vida, me encantaba la misa,
asistía regularmente y allí comprendí muchas cosas: así nació mi vocación”,
cuenta Fillebeen. Una experiencia con los hermanos de Thibirine en China le
abrió los ojos a su vocación de sacerdote en las MEP. Después de un año de
discernimiento en una comunidad de El Arca, finalmente entró en el seminario.
Vianney de Villaret
Fuente:
Aleteia