Discurso del Papa Francisco
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| Audiencia Del Papa Con Los Frailes Menores Capuchinos © Vatican Media |
“La
verdadera grandeza es hacerse pequeños y servidores”. El Santo Padre ha animado
a los Frailes Menores Capuchinos a seguir esforzándose por vivir las
relaciones y la actividad religiosa en la “gratuidad, la humildad y la
mansedumbre”, realizando así con “gestos concretos y cotidianos” la
“menoría” que caracteriza a los seguidores de Francisco.
A
las 12:50 horas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre
Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en el 85° Capítulo
General de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, en curso en Roma, en el
Colegio Internacional San Lorenzo de Brindisi, del 27 de agosto al 16 de
septiembre de 2018. El Papa ha pronunciado un discurso improvisado.
La
“menoría” de estos Frailes Capuchinos un “don precioso” y “de gran necesidad
para la Iglesia y para la humanidad” de nuestro tiempo –ha dicho el Pontífice–.
Así actúa el Señor: “hace las cosas simplemente”, ha anunciado.
El
Santo Padre, y ha destacado la “consagración total a Dios” hasta el
martirio, cuando es requerido, la “vida sencilla” entre la gente, la
“sensibilidad hacia los pobres”, y el “acompañamiento espiritual” como cercanía
y humildad que nos permite acoger a todos.
La
“alegría del Evangelio” –les ha exhortado– que fascinó irresistiblemente al
Pobrecillo de Asís, sea la “fuente de vuestra fuerza” y de “vuestra constancia” porque con la referencia
a la Palabra de Jesús todo aparece con una nueva luz, la del amor providencial de
Dios.
Asimismo,
Francisco ha recordado a los capuchinos cuantos “testigos valientes de Cristo y
del Evangelio” de su Orden han sido proclamados santos y beatos. “En el surco
de este estilo de vida, caminad animados por un renovado celo para adentraros,
con libertad profética y sabio discernimiento”.
Publicamos
a continuación el discurso que el Santo Padre había preparado y ha entregado a
los presentes en el curso del encuentro:
***
Discurso preparado por el
Papa Francisco
¡Queridos
frailes menores capuchinos!
Me
siento grato por este encuentro, que me permite saludaros personalmente con
motivo de vuestro Capítulo General. Doy las gracias al nuevo Ministro general,
fray Roberto Genuin, expresándole mis mejores deseos de buen trabajo así como a
su Consejo. En estos días de estudio e intercambio fraterno, habéis dedicado
vuestra atención al tema “Aprended de mí… y encontraréis” (Mt 11, 29),
para identificar las perspectivas apostólicas y educativas que ofrecer a
vuestros hermanos en todo el mundo. En efecto, además de la elección del nuevo
gobierno de vuestra Fraternidad, habéis dedicado un espacio considerable a
la Ratio Formationis Ordinis, documento importante para conducir a la
persona consagrado al corazón del Evangelio, que es la forma de vida de Jesús,
totalmente dedicada a Dios y al prójimo, especialmente a los últimos y a los
marginados.
Siguiendo
los pasos del Divino Maestro y el ejemplo de San Francisco, que encontrando a
los leprosos encontró humildad y servicio, os esforzáis por vivir las
relaciones y la actividad religiosa en la gratuidad, la humildad y la
mansedumbre.
Así,
podéis realizar con gestos concretos y cotidianos la “menoría” que caracteriza
a los seguidores de Francisco. Es un don precioso y de gran necesidad para la
Iglesia y para la humanidad de nuestro tiempo. Así actúa el Señor: hace las
cosas simplemente. La humildad y la simplicidad son el estilo de Dios; y este
es el estilo que todos los cristianos estamos llamados a asumir en nuestra vida
y en nuestra misión. La verdadera grandeza es hacerse pequeños y servidores.
Con
esta menoría en el corazón y en el estilo de vida, dais vuestra aportación al
gran compromiso de la Iglesia con la evangelización. Lo hacéis mediante la
generosidad del apostolado en contacto directo con diferentes pueblos y
culturas, especialmente con tantas personas pobres y que sufren. Os animo en
este esfuerzo, que en el Capítulo general habéis compartido a nivel
internacional, exhortándoos a no desanimaros ante las dificultades, entre ellas
la disminución del número de frailes en ciertas zonas, sino a renovar cada día
la confianza y la esperanza en ayuda de la gracia de Dios. La alegría del
Evangelio, que fascinó irresistiblemente al Pobrecillo de Asís, sea la fuente
de vuestra fuerza y de vuestra constancia
porque con la referencia a la Palabra de Jesús todo aparece con una
nueva luz, la del amor providencial de Dios. Cada vez que acudimos a la fuente
para recuperar la frescura original del Evangelio, surgen nuevos caminos,
nuevos enfoques pastorales y métodos creativos que se adhieren a las
circunstancias actuales.
Nuestro
tiempo muestra signos de un evidente malestar espiritual y moral, debido a la
pérdida de las referencias seguras y consoladoras de la fe. ¡Cuánta necesidad
tienen hoy las personas de ser acogidas, escuchadas, iluminadas con amor! ¡Y
qué gran tradición tenéis vosotros, los Capuchinos en la proximidad de todos
los días a la gente, en compartir los problemas concretos, en la conversación
espiritual y en la administración del Sacramento de la Reconciliación! No
dejéis de ser maestros de oración, de cultivar la robusta espiritualidad, que
comunica a todos el llamado de las “cosas de allá arriba”.
En
esto, seréis más convincente si también vuestras comunidades y estructuras
manifiestan sobriedad y frugalidad, una señal visible de esa primacía de Dios y
de su Espíritu de la cual las personas consagradas se comprometen a dar un
testimonio límpido. En esta perspectiva, también la gestión transparente y
profesional de los recursos económicos es imagen de una verdadera familia que
camina en corresponsabilidad y solidaridad entre sus miembros y con los pobres.
Otro aspecto importante de la vida de vuestras comunidades es la unidad y la
comunión, que se realizan dedicando un amplio espacio a la escucha y el diálogo
para fortalecer el discernimiento fraterno.
La
historia de vuestra Orden está repleta de testigos valientes de Cristo y del
Evangelio, muchos de los cuales proclamados santos y beatos. Su santidad
confirma la fecundidad de vuestro carisma y demuestra las señas de vuestra
identidad: la consagración total a Dios hasta el martirio, cuando es requerido,
la vida sencilla entre la gente, la sensibilidad hacia los pobres, el
acompañamiento espiritual como cercanía y humildad que nos permite acoger a
todos. En el surco de este estilo de vida, caminad animados por un renovado
celo para adentraros, con libertad profética y sabio discernimiento, por
caminos apostólicos valientes y fronteras misioneras, cultivando siempre la
colaboración con los obispos y los otros miembros de la comunidad eclesial.
Vuestra
identidad carismática, enriquecida por la variedad cultural de vuestra familia
religiosa, es más que nunca válida y constituye una propuesta atractiva
para muchos jóvenes del mundo que buscan autenticidad y esencialidad. Que la
fraternidad brille como un elemento calificativo de vuestra vida consagrada,
alejando de vosotros toda actitud elitista, estimulándoos a buscar siempre el
encuentro entre vosotros y con todos, especialmente con los muchos sedientos
del amor misericordioso que solo Cristo puede ofrecernos.
¡Que
el Señor os colme con sus gracias y, en el espíritu de San Francisco, proceded
alegres y seguros, siempre conscientemente agradecidos de pertenecer al santo
Pueblo fiel de Dios, y de servirlo con humildad! ¡Qué os acompañe la bendición
apostólica que os imparto de todo corazón a vosotros, Padres Capitulares,
y a toda vuestra Orden! Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
¡Gracias!
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Fuente: Zenit






