En realidad no existe un único tipo de exorcismo...
El exorcismo en la Iglesia católica es un
tema mucho más amplio de lo que mucha gente piensa. Por regla general, se cree
que esta práctica es un ritual complicado que desempeña un cura porque alguien
está poseído por el demonio.
Se trata de una suposición sencilla,
pero incorrecta. De hecho, los exorcismos son una rama polifacética del
ministerio de la Iglesia. Normalmente se realizan en una escala mucho menor y
de forma habitual.
La Catholic
Encyclopedia define el exorcismo como “el acto de expulsión o
rechazo de demonios o espíritus malignos de personas, lugares o cosas que se
consideran poseídas o infectadas por ellos o corren el riesgo de ser víctimas o
instrumentos de su malicia”.
Dentro de la Iglesia católica,
esta práctica se divide principalmente en dos clases: exorcismos menores y
exorcismos mayores.
La Conferencia de Obispos
Católicos de los Estados Unidos (USCCB)
explica que “las formas sencillas o menores de exorcismo se encuentran en dos
lugares: primeramente para aquellos que se preparan para el Bautismo, el Rito de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA)
y el Rito del Bautismo de Niños, ambos contienen exorcismos; segundamente, el
apéndice del Rito de Exorcismo incluye una serie de oraciones que pueden ser
usadas por los fieles”.
Este
tipo de exorcismo no se ocupa de las personas poseídas por un demonio, sino de
la expulsión de los espíritus malignos que intentan perjudicar a alguien. Este ritual es especialmente importante
para los que no están bautizados, puesto que no han recibido la gracia
bautismal y son más vulnerables a los ataques del demonio.
Sin embargo, las oraciones
pueden llegar a ser muy poderosas y ordenar que se expulse a cualquier demonio
de la persona que se va a bautizar. A continuación se puede leer un ejemplo de
una oración de exorcismo que aparece en el Bautismo en la Forma Extraordinaria
del Rito Romano.
Yo
te conjuro, espíritu inmundo, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo, a que salgas y que te apartes de este siervo de Dios N.
Reprímate Él, oh maldito condenado, Aquel que a pie enjuto caminaba sobre el
mar y alargó la mano a Pedro cuando se iba sumergiendo. Así, pues, oh maldito
diablo, reconoce tu justa condenación, y honra a Dios vivo y verdadero; honra a
su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, y márchate de este siervo de Dios N., a
quien Jesucristo, nuestro Señor y Dios, ha llamado a Sí por su gracia, con la
bendición y recepción del santo Bautismo.
Estos exorcismos menores se
realizan cada vez que se bautiza a un niño o un adulto en la Iglesia católica y
suceden de forma regular, aunque normalmente no tienen nada que ver con la
película El exorcista.
Por otra parte, los exorcismos
mayores o “solemnes” se hacen sobre todo con personas que han sido poseídas por
un demonio. Este tipo de actos solo se pueden realizar con el permiso del
obispo local y por un cura exorcista cualificado. Ningún miembro de la fe
cristiana lo debe intentar jamás, ya que puede causar más mal que bien y
facilita nuevos caminos para el dominio.
Los exorcismos mayores son
escasos y se trata normalmente de un proceso largo que puede tardar varios
meses o incluso un año en realizarse. El procedimiento incluye un examen médico
adecuado y varios encuentros con profesionales cualificados que determinen si
dicha persona está realmente poseída por un demonio. Generalmente, un exorcista
solo realiza unos cuantos exorcismos al año, a veces solo uno o dos.
Los exorcismos siguen siendo una
parte muy importante dentro del ministerio de la Iglesia, aunque a menudo no
son acontecimientos tan espectaculares como los que vemos en televisión o en
las películas.
Fuente: Aleteia






