12.9.18

PARA EVITAR LA PRISIÓN, ACEPTA HACER EL CAMINO DE SANTIAGO

El pasado 25 de julio, un tribunal en Venecia (Italia) conmutó la condena a un joven reo. ¿La causa de esta clemencia? Él aceptó peregrinar a Santiago de Compostela

Un joven italiano de 22 años fue detenido después de haber cometido algunos delitos bajo el efecto de las drogas. En un giro de los acontecimientos raro o incluso único, el juez no envió a este joven a prisión… “En vez de enviarte a la cárcel, prefiero que vayas de peregrinación a Santiago de Compostela”, propuso el juez de Venecia al joven delincuente, unos meses antes de que compareciera ante un tribunal. 

El acusado estuvo de acuerdo y se puso en camino. Resultado: tras realizar una peregrinación a pie de 1.500 kilómetros hasta el santuario español de Santiago de Compostela, el juez consideró que el joven había aplicado fielmente una original y única sentencia de reinserción. Una historia sorprendente de reintegración y desarrollo personal.

Peregrinación o prisión

Poco se sabe del joven penitente. Nacido en el norte de África y de nacionalidad italiana, el joven procede de una familia desfavorecida. Rápidamente cayó en la adicción a las drogas y acumuló muy pronto los problemas con la justicia. Cuando se presentó de nuevo por un caso más grave que los anteriores, el juez tuvo la idea de confiarlo a Lunghi Cammini, una asociación italiana de reciente creación en Mestre (norte de Italia) que ofrece a los jóvenes con dificultades la opción de las caminatas como medio de reinserción social.

Inicialmente, el joven tuvo que hacer un curso de adaptación al mundo del trabajo profesional. También llevó a cabo varias tareas de voluntariado dentro de la asociación, con resultados convincentes. Después de algunos meses, en colaboración con el departamento de asistencia social del Tribunal de Venecia, la asociación decidió preparar un programa especial para él para que pudiera cumplir su sentencia de una manera inesperada.

Una caminata educativa

Siguiendo el consejo de Lunghi Cammini, el juez le propuso la peregrinación imponiéndole unas condiciones bien definidas. El joven debía comprometerse a caminar todo el camino. Se le prohibía consumir drogas, alcohol y tabaco. Asimismo, se comprometía a no utilizar su teléfono móvil en ningún caso. Si alguna de estas condiciones no se cumplía, el joven condenado sería devuelto inmediatamente a la cárcel.

Con el acuerdo cerrado, el convicto penitente partió acompañado de un “ángel de la guarda”, Fabrizio, un voluntario profesor jubilado de 68 años. Él era responsable de velar por que la sentencia se ejecutara de conformidad con las condiciones requeridas. Los dos peregrinos disponían de un presupuesto de 40 euros diarios para alimentarse, alojarse y caminar los 1.500 kilómetros que había que recorrer.

Entre disputas y oraciones

Y el camino no siempre fue fácil. El joven se enfadaba regularmente y tuvo muchos momentos de duda. A lo largo del camino, el tiempo desveló una alternancia de discusiones y oraciones. Poco a poco, un vínculo más fuerte terminó desarrollándose entre los dos hombres. Superados muchos momentos de desánimo, llegaron finalmente a Santiago de Compostela. A su regreso a Venecia, cada uno dio testimonio del transformador viaje que habían vivido y de la amistad que nació entre ellos.

Fabrizio describió una peregrinación que fue para él un verdadero “aprendizaje de apertura, de comprensión y de aceptación del otro”. En cuanto al joven convicto, el camino le permitió “reflexionar sobre su vida”. Expresó su inmensa gratitud a Fabrizio: “Su presencia fue para mí como una espina que me pinchaba constantemente. Pero fue una espina dolorosa y buena a la vez: me mostró una vida verdadera y valores verdaderos. ¡Y además encontré un abuelo!”.

Para Isabella Zuliani, directora de la asociación, estas caminatas de reintegración son una solución que evita los riesgos asociados con el encarcelamiento. Su fuerza: estar marcadas por la dificultad y la renuncia. Son, dice, un excelente medio de ayudar a los jóvenes a encontrar el camino correcto en sus vidas.

Elzbieta Zajaczkowska

Fuente: Aleteia

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