Cuando se usa con fe, este sacramental es un arma poderosa contra el
maligno
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| Jeffrey Bruno |
Entre los muchos sacramentales de la Iglesia
Católica, el escapulario es uno de los más populares. Es un pedazo de tela
marrón que se lleva alrededor de los hombros y promueve una relación más
profunda con Jesucristo y su Madre, la Santísima Virgen María.
A lo largo de la historia, ha ayudado a
innumerables almas cristianas y ha demostrado ser una poderosa defensa contra
Satanás. En el opúsculo Garment of Grace, encuentra evidencia de este hecho en
la vida del venerable Francis Ypes. Según la historia, “un día el escapulario
se rompió. Cuando lo reemplazó, el demonio aulló: “Quítate esa costumbre que me
arrebatas tantas almas!” Francis hizo admitir al diablo que hay tres cosas que
los demonios temen más que cualquier otra cosa: el Santo Nombre de Jesús, el Santo
Nombre de María y el Santo Escapulario del Carmelo “.
Como ejemplo del poder sacramental del
escapulario para “arrebatar” almas al diablo, San Pedro Claver usó el
escapulario en sus aventuras misioneras. Todos los meses “llegaba una carga de
miles de esclavos a Cartagena, Colombia, América del Sur. San Pedro cuidaba la
salvación de sus conversos. Primero, organizó catequistas para darles
instrucciones, luego se aseguró de que fueran bautizados y vestidos en el
escapulario. Algunos eclesiásticos lo acusaron de exceso de celo, pero San
Pedro tenía fe en el hecho de que María cuidaría a cada uno de sus más de
300.000 conversos.”
Esta y otras historias recuerdan lo que
muchos exorcistas han experimentado. El famoso padre exorcista Gabriele Amorth
dijo que el diablo le había dicho durante un exorcismo “Tengo más miedo cuando
pronuncias el nombre de la Virgen, porque me humilla ser vencido por una simple
creatura que por Él.”
En consecuencia, cuando se lleva puesto el
escapulario, la persona llega a desarrollar “buenos hábitos” de fe, se
convierte en una fuerte defensa contra Satanás, porque la persona se acerca más
a la Virgen María, que el diablo aborrece con vehemencia.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia






